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van-1996-06-gMe he paseado bastantes veces por América Latina en estos dos años pasados. Desde Salvador Bahía a Santiago de Chile, de Sao Paulo a Ciudad de México, a Bogotá, Medellín, Barranquilla, Lima, Caracas. No me ha sido difícil empezar a sentirme un poco en casa. Pero no quita que como visitante de arraigo europeo me sigan llamando la atención ciertas cosas. De las que más, la gran cantidad de gente que vive del comercio callejero, vendiendo lo que pueden, comida lo que más, pero hay de todo. Desde mandos de televisión a ropa, cordones de los zapatos, minutos de telefonía móvil. Collares y baratijas junto a zumos de fruta, “carnitas” o pan de bono, café y donuts, galleticas o enchiladas. El soporte más habitual de muchos de estos puestos es un carrito de supermercado “customizado” con o sin toldilla, una esquina lo más estratégica posible y un par de sillitas de plástico. A veces un “bicicarro” o un anciano Renault 4L adaptado. Yo confieso que siempre me ha atraído lo de comer en la calle, ya sea un “raspado” con sirope, un helado o una cachapa. Pero mis colegas locales me apartan sistemáticamente de todo lo que sea comer en sitios de escasa confianza higiénica, así que en poco puedo beneficiar a toda esa gente. Pero ahí están, sobreviviendo.

De este lado está todo mucho más pulcro y organizado. Demasiado organizado, empiezo a pensar. Hace unos días leía de un emprendedor que quería montar unos puestos de comida rápida basados en un automóvil “Smart” modificado. Y que no le era posible porque los ayuntamientos a los que había acudido no permiten la venta ambulante. Y me hizo pensar. Me hizo pensar en que, tal vez, cabría regular el arranque de micro-negocios, que diesen servicio adicional a la población y sacasen a gente de la fila del paro. Porque sospecho que cuando alguien como el emprendedor que cito se decide a iniciar la batalla, se le ponen delante una cantidad de requisitos que a mucha gente la paran antes de empezar. Hay que ser realmente “smart” para resolver todos los papeleos. Porque no todo en lo de emprender es cosa de tener crédito. De hecho, mejor sin crédito.

Lo de que para vender al público se deba tener un local es, hoy en día, un freno serio al comercio. Con la caída del consumo que sufrimos, a ver quién es el guapo que adivina cuánta gente va a pasar por delante de su local y cuánta va a entrar y cuánta comprar. Y mientras tanto andas cargado de gastos fijos, alquiler incluido. Difícil que la gente se meta. En cambio si puedo deambular, como los de la camioneta de Frears, ya me buscaré yo los clientes donde estén. Habría que hacerlo fácil. Si me lo ponen fácil, igual me jubilo y me dedico a venderle cerveza fría a los guiris en la playa de Benidorm. Ahora… si tengo que montar un chiringuito con freidora y declaraciones de IVA incluidas, me lo tengo que pensar…

Ahora en serio, lo de la economía informal, en América Latina, es un problema. La OIT estima que hay 93 millones de personas trabajando de manera informal en el continente. Lo de la higiene es una faceta, pero la falta de seguridad, el trabajo infantil, la falta de protección social, son las cuestiones verdaderamente importantes a resolver. Pero todos los gobiernos tienen un problema semejante, si sacan de la economía informal -aquella constituida por todas aquellas actividades económicas que, sin ser criminales, tampoco están totalmente registradas, reguladas y fiscalizadas por el estado en los mismos espacios en que otras actividades similares si lo están-, a toda esa gente, pues se arriesgan a incrementar la miseria, o la delincuencia en el peor de los casos.

En cambio en España, con más de cinco millones de parados, se trata de flexibilizar, de abrir caminos, formales pero sencillitos, para que la gente se busque la vida. Porque con grandes superficies y la gran distribución, y tiendas y bares cerrando a millares, va a haber que repensarse lo del pequeño comercio.

Y a ver si entre España y América Latina encontramos el justo medio.

Remolcador ValiñaHace unos días desayunaba con “La 2”. Pasaban un programa que se llama “Aquí hay trabajo”. Podía añadir que debe ser el único sitio de España, si quisiese ser ácido. Dejémoslo. No dudo de la buena intención del programa, pero le falta imaginación y es un punto deprimente. Mostraban un “taller ocupacional” en no sé qué sitio de Andalucía, con un grupo de hombres y mujeres aprendiendo a poner ladrillos, construir una arqueta y cosas parecidas. Albañilería básica. Alguno de los alumnos contaba su atribulada historia: que había sido peón en la construcción, que luego puso un bar que le fue mal, que había estado unos meses de camarero y que ahora llevaba año y medio sin trabajo. Y así varios. ¿Más albañiles?

El mayor problema que tiene España, seguro, es el de tres o cuatro millones de personas de muy difícil “empleabilidad”, por usar un “palabro” que no sé si la RAE tiene aprobado. Luego lo miro, porque estoy en un avión y no tengo el diccionario aquí a mano (no está, que ya he aterrizado…). Desde que allá mediados los noventa empezaron la construcción y el turismo, sobre todo, a tirar de la economía española, el mundo ha dado unos miles de vueltas y la sociedad española y sus gobiernos sucesivos han sido, hemos sido, incapaces de entender cuánto cambiaba en el entorno global, gota a gota, vuelta a vuelta. En los últimos tres lustros hemos pasado de la realidad, a secas, al espejismo y de vuelta a la realidad, esta vez cruda. A ver cómo conseguimos ahora volver a la realidad a secas.

En ello andaba yo en el otoño de 1960, cuando con mis padres aterricé en La Mancha. Bueno, en realidad llegamos en tren. De hierro. De regreso de la emigración buscó mi familia el apoyo de la familia hasta saber a dónde íbamos a parar. Así que acabé en un instituto de bachillerato “laboral” que llevaba una comunidad de frailes en Manzanares. Allí, mezclado con cosas esenciales, como saber dónde está El Bierzo, empecé a manejar la lima y el garlopín. Se me ha quedado la idea de que aquellas clases de mecánica y carpintería no eran mala cosa.

Bueno, lo de mecánica no es más que un eufemismo, porque en realidad a lo único que me enseñaron es a limar. Fue toda la mecánica que aprendí en los meses que pasé en aquel colegio. Llegabas a clase y te daban un dibujito de una pieza sencilla, un trozo de hierro y una lima. Y a limar. No se imaginan lo difícil que es dejar plano y a medida un trozo de hierro. Plano que cuando lo apoyes en una superficie plana de verdad, hagan contacto al 100%. Y a la medida de lo que te piden, que también aprendí a utilizar un calibrador. De eso trata la cultura del hierro, que lo que en carpintería se arregla con unos buenos martillazos o en albañilería con un poco más de yeso, y más mazazos, con el hierro no es tan sencillo.

Pues por ahí es por dónde yo creo hay que atacar. Tenemos que insistir con el hierro. Menos ladrillo, menos madera y más hierro. ¿Qué exportamos? Coches…. hierro. Trenes… hierro. Acabo de leer que Arcelor con otro puñado de empresas han desarrollado en Asturias un nuevo modelo de raíles para trenes de alta velocidad, ¡bien! … hierro. Hemos perdido casi toda la construcción naval, pero todavía somos capaces de construir y vender barcos, ¡hasta portaviones!, si nos ponemos. O petroleros para Pemex. ¿Y qué exportan alemanes, ingleses, italianos, suecos, americanos, japoneses, coreanos?… mucho hierro.

En España la cultura del hierro está por el norte. Vascos y navarros sobre todo. Asturianos, aunque no han evolucionado lo suficiente, me temo. Y no hablo sólo de coches, que ya sé que también se fabrican en Aragón, en Castilla León, en Galicia o en Cataluña. Hablo de Cultura del Hierro. Hablo de enseñar a los jóvenes y a los obreros de la construcción en paro, a pensar con precisión de hierro, a un caldo de cultivo hacia más metalurgia en nuestra producción. A un reciclaje de nuestra economía, en cuanto a trabajadores manuales, que se ocupe menos de formar albañiles, camareros o cuidadores de ancianos. Mira uno los cursos del INEM y sus aledaños, incluyendo academias y sindicatos, y no parecen haberse enterado de que por ahí pasa la “empleabilidad” de esos millones de trabajadores que están en la lista del paro. ¿Y qué piensa la ministra? ¿Que es una apuesta? Pues es posible, pero más vale el “¿Qué Apostamos?” que el “Ahora Caigo”…

Detrás de los diferenciales de desempleo entre regiones algo hay de esto.

Por cierto, si enseñan a limar, controlen bien quién se apunta a los cursos, porque en algunos sitios el manejo de una lima es más que útil… Y ya imaginan de quién hablo.

IMG-20130126-00097Mi mujer me suele llevar una hora de ventaja. A veces más. Cuando yo estoy empezando a pensar en si está nublado o hace sol, con la oreja pegada a la almohada, ella ya ha desayunado, se ha vestido y a menudo está lista para salir a la calle. Deberían inventar algún tipo de hándicap, como en el golf o las carreras de caballos, que me ayudase en la relación matrimonial matutina. Pero bueno, a la noche recupero, y le suelo sacar una hora en que ella duerme a mi lado, paciente frente a mi luz de lectura. O sea que vivimos un poco al tresbolillo. Sólo mañana y noche, no preocuparos hijos, que el resto vamos parejos.

Esta mañana después de desayunar, para no ser excepción sabatina, me siento en pijama a leer la prensa en la “tableta”. Gran invento lo de la prensa digital. Pena lo de los contenidos. Apenas acomodado en el sillón, mi mujer me anuncia que se marcha al supermercado. ¡Vaya, menudo negrero estoy hecho! Dejar a mi mujer que se vaya sola a cargar comida para la familia. Pero ya se ha ido. Paso el dedo por la pantalla… Página 8: caso “Pallerols” y una foto del tío de la coleta. Página 9: publicidad. Página 10: que si el director de la fundación Idea es un golfo, nos acabamos de enterar, y la saga de Amy. Página 11: publicidad. Página 12: que si el ático de González y lo de Bárcenas, nos acabamos de enterar, no sospechen. Página 13: que si Undargarín y Revenga y enchufes fallidos. Y una publicidad con Casillas, por lo menos algo decente. Página 14: de Sortu, Batasuna y sus líderes estimulantes. Página 15: sobre el pufo de la prisión de Huelva , los ERE’s del fondo de reptiles y la pintura fantasma. Página 16: sobre la mafia rusa y violencias domésticas escalofriantes. Y no me he topado con lo del paro, que ya ni es noticia, al menos entre las primeras 16 páginas…

– ¿Oye, dónde estás?
– En la caja de Mercadona.
– Pues espérate que voy para allá y te ayudo con las bolsas.
– Vale, te espero delante del chino…

Así que para allá que me voy tras mis 16/72avas partes de periódico. Ya va bien, que las depres ya me las gestiono yo sin ayuda. Delante del chino efectivamente me espera mi mujer. Juntos nos vamos a la verdulería. De L’Alquería por nombre.

Me quedo fuera porque la tienda está llena de clientes. Hay una cola de 15 ó 20 personas esperando a pagar, lo que invita a la reflexión. ¿Por qué una verdulería al lado de Mercadona tiene tal éxito?

Alicante-20130126-00111Pues, por una parte, seguro que por cosa de la cadena de suministro, más corta que en dicho supermercado. De hecho, la “cadena” está en la propia puerta: un furgón Iveco lleno de cajas de mercancía ya vendida. O sea que reposición diaria y producto fresco, clave, en frutas y verduras. Variedad, mi asesora me dice que la prefiere porque tienen de todo, además de fresco. Calidad, mi asesora me dice que lo que tienen es todo de calidad alta, sin recelo de fruta estropeada o desperdicio. ¿Precio?… no sabe, no tiene claro que sea más barato o más caro que Mercadona, lo que sabe es que aquí encuentra lo quiere. Así que mi asesora me carga con las bolsas y mientras caminamos de vuelta a casa repaso mentalmente algunas conclusiones que me parecen relevantes, en el comercio minorista al menos, de cara a la crisis de falta de trabajo que padecemos:

1. Los negocios siguen siendo posibles si uno encuentra el ramo adecuado.
2. Hay que ofrecer calidad y variedad, lo que en parte implica especialidad.
3. Se puede competir con los grandes. Es cuestión de encontrar sus puntos débiles.
4. De hecho, la proximidad de los grandes es una ventaja porque la clientela en potencia merodea por la zona.
5. Hay que trabajar. Esta verdulería cierra a las 9 de la noche y abre a las 9 de la mañana. Y todos los días tiene producto fresco. Alguien hace “after hours” en esa organización.
6. Una red local de proveedores ayuda a acortar la cadena de suministro lo que seguramente redunda en precios ajustados y ¡sostenibilidad! (el furgón está comprado en Alicante, carrozado en Alicante y las frutas y verduras son casi todas de origen local).
7. Reputación: créate imagen de calidad y preocúpate de mantenerla y los clientes vendrán solos.
8. El precio importa, pero a veces no es el primer factor frente a calidad. Algo como lo de «lo barato sale caro»
9. Trabaja, también cuando se pone el sol. ¿Ah, que ya lo había dicho? Pues valga la redundancia.

Y casi me atrevo a añadir un 10º «mandamiento»: ¡no leas el periódico!

Para Año Nuevo me propuse hacer más ejercicio, físico, este 2012. Todavía ando con la conciliación y no acabo de cumplir como debería. Pero mientras tanto sí que hice el mes pasado el ejercicio de ponerme en el lugar de una de las muchas personas que están sin trabajo y buscan una oportunidad. Así que me puse a bucear por el portal del Servef – Servéi Valenciá d’Ocupació y Formació- que es quien se ocupa de estas cosas en la Comunidad Valenciana. La primera oferta que aparece en ese portal es la de vendedor de cupones de la Once, en Xátiva, por 650 euros, supongo que al mes. Me gusta Xátiva, pero no tanto. Además hay que ser discapacitado, condición de la que afortunadamente carezco. Lo siguiente, me dije: primero voy a buscar en Alicante y así no tengo que desplazarme mucho. Hay 9 ofertas, que van desde cocinero en Tárbena, que no está mal, pero seguramente los clientes se quejarían, a optometrista en Ondara, que seguro que igual. Nada, que no me encaja nada. Voy a mirar el “catálogo de ocupaciones de difícil cobertura”, que además abarca toda España. Seguro que ahí hay algo. Sí que hay: piloto de buque mercante, engrasador de máquinas de barco (¿en Madrid?), deportista profesional (¿así, en general, no más?), frigorista naval (¿en Granada?), mozo de cubierta en Melilla, bombero de buques especializados… Si me hubiera pillado de chaval, cuando en el instituto me hicieron leer el “María, Matrícula de Bilbao”, igual me animaba, pero ahora creo que ya es un poco tarde, sobre todo para lo de piloto de buque (aunque mola). Lee el resto de esta entrada »

Tendido de Sol

Anda la sociedad española instalada en algún lugar no muy definido entre el “todo vale”, la indignación que no fue y un marasmo tipo Mar de los Sargazos.

Esta semana he pasado por la Puerta del Sol. ¿La verdad, verdad?: vergüenza ajena, el Kilómetro 0 de España invadido por marginalidad, suciedad, cutrerío, okupación y otros reclamos turísticos. Lee el resto de esta entrada »

No es sólo el cinturón lo que hay que apretar...

Llevo unas semanas pensando que no vale la pena opinar sobre casi nada. Que el curso de los acontecimientos es inexorable y los individuos tenemos poco que hacer. No puedo evitar recordar, salvando las distancias en tiempo y dramatismo, a los británicos que habitaban el sureste de Inglaterra cuando los alemanes les lanzaron unos miles de bombas autopropulsadas V-1 durante la II Guerra Mundial. Esas bombas, con su característico petardeo, aterrorizaban con su silencio, porque era señal de que su motor cohete se había detenido y la bomba empezaba a caer. Sólo cabía refugiarse lo mejor posible y rezar para que no te cayese encima. En España parece también que el sentimiento general es que el motor se parará cuando toque, que no podemos hacer nada y que lo mejor que podemos esperar es que la bomba no nos caiga a nosotros sino al vecino.

Pero ha sido el catarro y me he repuesto. Sí se pueden hacer cosas. Y nuestro presidente ha anunciado que mañana -ya hoy- vamos a recibir una dosis de apretones para ayudar a defendernos del malvado enemigo –o enemiga- especulador que nos está bombardeando con su desconfianza y maledicencia.

Parece que el gobierno tiene ya claro qué hacer, que no vale refugiarse y rezar –el que rece- y que la solución es apretar. Estoy bastante de acuerdo, pero en cambio no tengo nada claro que hayan empezado los apretones por el lado correcto. Como mínimo, por decencia ideológica, si toman medidas que suponen sufrimiento a los que menos pueden –cosa que es un clamor general-, deberían haberles antepuesto otras. Y no me voy a referir a los coches oficiales o los 38.000 teléfonos móviles corporativos de la Junta de Andalucía.

Lo que me preocupa es el rol de lo que se ha dado en llamar “el G-37”, un seleccionado puñado de nuestras mayores empresas que se reunió el sábado con el presidente. Nadie sabe con exactitud lo que se dijo, pero estoy casi seguro de que se habló de la solvencia de España, de su reputación -la de España, no sé si se tocaría la del presidente- o del crédito exterior. Preocupaciones lógicas de los empresarios y comunes con el resto del país. No tengo tan claro que se tocara la prioridad UNO: la creación de empleo. Y qué están haciendo sobre ello las grandes empresas.

A raíz de la reunión me pasé el fin de semana buceando en sus páginas web, y en particular en sus memorias de Responsabilidad Social Corporativa –RSC- o Empresarial –RSE- para analizar su plantilla en España. La mayoría son sociedades cotizadas, así que la información es bastante completa -con alguna notoria excepción-, aunque no uniforme. Se me pueden haber escapado cosas, pero he aquí lo que concluyo:

1. Las 31 compañías que dan datos de plantilla media en 2008 y 2009, empleaban 1.602.151 trabajadores en 2008 y 1.590.636 en 2009 (-1%). O sea que, colectivamente, no crearon ningún empleo a nivel global. Prácticamente todas mantuvieron o redujeron o aumentaron muy ligeramente su plantilla, salvo El Corte Inglés (-7.149 personas) y BBVA (-7.520). Veremos en 2010.

2. Pocas dan datos sobre su plantilla en España. Sólo 12 explicitan su evolución, y entre ellas sólo Abengoa, FCC y Grifols (+10%, ¡campeón!) crecen. Popular, Sabadell, Santander y BBVA reducen. Inditex reduce. Mapfre reduce. Telefónica reduce.

3. Para las grandes en empleo, España tiene un peso marginal: 20% en Banco Santander, 27% BBVA, 39% Ferrovial, 20% en Telefónica. Da la sensación de que España es “un país más”.

4. Cuando lees un poco a fondo las memorias de RSC, y algunas –Ferrovial, Gamesa- son muy buenas, te encuentras con un montón de intenciones y seguro que muchas realidades positivas para sus empleados y para una sociedad ideal: conciliación, formación, prevención del acoso, de la siniestralidad, ayuda a empleados discapacitados, flexibilidad y teletrabajo, formación sobre Derechos Humanos, conducción verde, igualdad de oportunidades –por género, generacional, etnia o discapacidad-, evaluación del desempeño, gestión de talento… you name it!

Pero… no se dice nada, vuelvo a ello, sobre lo que es el mayor problema: la creación, o mantenimiento al menos, del empleo. Lo que yo creo que es, en estos momentos, La Mayor Responsabilidad Social Corporativa. Acepto que lo importante para una sociedad próspera es tener empresas que ganen dinero. Sin embargo, con una crisis de confianza en el futuro como la que esta España encogida y rezando sufre, con un 43% de desempleo juvenil, las grandes empresas y sus accionistas tienen una grave responsabilidad: poner en marcha la creación de empleo para gente preparada, que hayla. Y que además de ganar dinero como grandes empresas, actúen como motores de confianza y grandes viveros de profesionales.

Y si hace falta que luego los manden a Brasil.

Por lo menos era barato...

Me ha pillado parte del debate del pleno desempleo en el coche y no he podido sino escuchar algunas de las ideas que se siguen manoseando sin resultado. Mi inclinación, en lo que supongo que coincido con una mayoría de españoles, es a no creerme ya nada de lo que se dice. Sólo me creeré lo que vea, la realidad, no las intenciones.

Realidad 1: Estadística del DIRCE, el Directorio Central de Empresas, serie 1999-2010. Sólo tienen que estudiarse la primera columna de la izquierda (datos al 1/1/2010) y compararla con la tercera (datos al 1/1/2008), pero les avanzo:

1. En España había al 1/1/2010, 1.417.258 empresas con empleados. De ellas, 1.354.176, el 95,55% tenían entre 1 y 9 empleados.

2. Entre esas empresas, con menos de 10 empleados, el DIRCE distingue tres grupos y esto es lo que ha sucedido en ese par de años:

a. Empresas con 1 ó 2 empleados. Han desaparecido 65.706 (-6,85%).
b. Empresas con 3 a 5 empleados. Han desaparecido 27.693 (-8,01%).
c. Empresas con 6 a 9 empleados. Han desaparecido 17.444 (-10,87%).
d. O sea que en total han desaparecido 110.843 pymes, el 7,54% de las que teníamos al 1/1/2008, 153 al día.
3. En otros grupos, el destrozo es todavía mayor en proporción: entre las empresas de 10 a 19 asalariados han desaparecido el 19,91%, el 15,37% entre las de 50 a 99, el 25,21% entre las de 200 a 499. Y así sucesivamente en todos los grupos. Terrorífico.

Realidad 2: las empresas más grandes no son la solución. Muestras:

1. El año hasta 30/9/2010 Telefónica ha tenido un número medio de empleados de 126.591. Un 1% más que un año antes. O sea que habrá creado unos 1.266 empleos, pero aunque no facilita el dato, al estar el 67% de su negocio fuera de España, debemos sospechar que como máximo habrá creado unos 400 empleos aquí. Seguramente menos.
2. A la misma fecha el Banco Santander, que ha crecido globalmente de 170.156 a 176.471 empleados (+3,7%), ha descendido en España de 33.658 a 33.536, -0,4%. O sea que el último año no ha creado empleo sino reducido su plantilla en España.
3. El BBVA ha pasado globalmente de 104.723 a 105.265 empleados, +0,52%. No veo en su informe el desglose de esta cifra, pero sospecho su situación semejante a la del Santander.
4. El Corte Inglés dice tener “estable” su plantilla de 101.550 empleados.

Y supongo que si sigo analizando me encontraré con más casos semejantes. Las grandes empresas, sobre todo las multinacionales, tienden a reducir plantilla en los mercados estancados y ampliarlas en los crecientes. Hoy leo que Bayer reduce 4.500 empleos a nivel global pero amplía 2.000 en los países emergentes. Y las empresas domésticas, de las que El Corte Inglés puede ser ejemplo, a lo más que llegan es a no reducir, desde luego no a ampliar.

En resumen, las empresas pequeñas y medianas desaparecen a ritmo vertiginoso, y en consecuencia se destruye empleo, y las grandes no lo crean -algo sobre lo que por cierto habría que reflexionar-.

Realidad 3: TVE y sobre todo las televisiones autonómicas han costado al bolsillo público en 2009, 2.134 millones de euros. Unos 355.068 millones de pesetas. Prácticamente mil millones de pesetas al día, duro arriba, duro abajo. Todo para sostener 8.000 empleos (que nos cuestan 250.000 euros al año cada uno) y tener cada partido su “speaker’s corner” particular –a mil millones de pesetas diarios-.

1+2+3 = Gobierno y Oposición se tienen que poner de acuerdo y empezar por hacer dos cosas. Repito: hacer –no decir-.

a. “Cut the bleeding”, hay que parar la hemorragia de derroche de país rico. Lo de la televisión es sólo un ejemplo, hay muchos más gastos superfluos en una economía de guerra como la que estamos. En el caso de las televisiones autonómicas, hay que hacer no un apagón analógico, sino un apagón-apagón, inmediato y no temporal, definitivo, no hagan caso al diccionario. Y esos espectros o como se llame, que los vendan.

b. Redireccionar ese ahorro, con urgencia, al fomento en la creación de empresas. No a proteger el desempleo: a que se creen empresas. Seguro que mil millones de pesetas diarios dan para hacer cosas: avales, capital riesgo, viveros, reducir burocracia, seguridad social, impuestos, ya se nos ocurrirán cosas.

De momento, los mil millones de mañana, o bueno, los del lunes, llámenme y yo me ocupo de invertirlos en una idea productiva. Que vale, confieso me ha inspirado el reciente cambio ministerial.

¿Presidente del Gobierno?

¿Saben cómo se llaman los cordones que fijan la yema a la cáscara del huevo? ¿No, verdad? Tal vez exagero, sí que habrá algún lector que lo sepa. Imagino que los que críen gallinas, los aficionados a los crucigramas o los interesados en la reproducción ovípora en general. La respuesta: las chalazas. La dio un chico de quince o dieciséis años y le valió el campeonato de «baloncesto cultural» Cesta y Puntos (TVE) de 1966 al colegio Santo Domingo de Orihuela. Los españoles nos volcamos con esa competición durante varios años.

Podemos sentir orgullo sobre ese programa. Como hoy día, por ejemplo, de Saber y Ganar, cuya pervivencia en antena durante más de trece años me reconforta al hacerme sentir que no estoy solo frente a la inanidad de mucho de lo que nos ofrece la caja. Desde sus principios la televisión ha utilizado este modelo de programa, de más o menos “relleno”, aunque alcanzando esporádicamente enorme popularidad. En los años cincuenta, Twenty One (el de la película “Quiz Show”), tuvo a Estados Unidos en vilo varios años. Magnus Magnusson, presentó Mastermind en el Reino Unido durante nada menos que veinticinco seguidos, entre 1972 y 1997. Y los españoles de mi generación seguramente no habrán olvidado a Secundino Gallego, “El Hombre de los Pájaros”, que parecía saberlo todo sobre ellos –incluyendo identificar a gran número por su canto, y seguro lo de las chalazas- y que tras su paso por Las Diez de Últimas se reconvirtió de bedel a conservador del Museo de Zoología de Barcelona, autor de libros y recibió la cruz de Alfonso X El Sabio.

Lo que está en juego en este uso honesto de la televisión, con más o menos componente espectáculo, Lee el resto de esta entrada »

Tomé un taxi en el aeropuerto de Frankfurt hacia Wiesbaden. Algo más de media hora en la oscuridad, así que tuve ocasión de charlar un rato con el taxista turco. En cuanto le dije dos palabras en mi rotoso alemán se dio cuenta de que yo era español y me confió que había tenido una novia granadina: “todo fue bien hasta que mi futura suegra se enteró de que yo era musulmán, ahí se acabó todo…”

Si pudiésemos medir sobre una escala el aprecio de la sociedad española por el mundo islámico, la aguja estaría en algún punto entre la ignorancia y el recelo, la indiferencia y la hostilidad. A la poca simpatía histórica se han unido en la última década los atentados terroristas del 11-S y el 11-M, que en la psique social han dejado una huella difícil de borrar. Y lo que seguimos escuchando es la violencia de sus conflictos, mezcla de cuestiones tribales-étnicas, religiosas o territoriales. Mejor quedarse al margen, dicta la prudencia. De ahí la reacción suiza con las mezquitas y el fomento de la exclusión.

Pero la realidad es que vamos a tener que vivir con nuestra vecindad con el mundo musulmán. Desde el año 2.000 nos llegan desde Marruecos entre 50.000 y 100.000 inmigrantes por año, entre 1.000 y 2.000 cada semana. Si en aquel año teníamos 200.000 marroquíes con permiso de residencia, ahora iremos por los 800.000, ilegales aparte. ¿Problema u oportunidad?

A corto plazo, en un país con más de cuatro millones de parados, mucha gente cree tener claro que seguir sumando inmigrantes que compiten con los locales en un mercado laboral en contracción, es un problema. Y además los inmigrantes demandan servicios, más problema.

¿Respuesta?: rechazo.

¿Y en el medio y largo plazo? Ahí ya es más difícil de juzgar la cosa. Si mezclamos por ejemplo el tema de las pensiones, el sentimiento es que la gente no quiere trabajar más años. Pero para eso hacen falta jóvenes que reemplacen a los que se jubilen. Y la situación europea –y España no es excepción sino ejemplo- es que perdemos constantemente población en edad de trabajar (15 a 64 años). Unos 25 millones en 25 años. Y mientras Europa perderá 25 millones, los países del MENA (*) ganarán unos 150 millones. Es lo que se denomina el “youth bulge”. Mientras la pirámide poblacional europea se ensancha por arriba, la de nuestros vecinos se ensancha por el centro. Complemento ideal, en teoría.

Una parte sustancial de esos 150 millones de personas, que es previsible que no encontrará suficientes oportunidades en sus países, emigrará. Así que por más rechazo que se produzca, la marea va a seguir subiendo.

¿Respuesta?: integración, respeto mutuo a las costumbres –religión incluida-, ayuda al desarrollo social en origen, política exterior inteligente, activa y equilibrada –en el conflicto de Israel y Palestina en particular-, cooperación. Parte esencial del problema es que el fundamentalismo anti-occidental, anti-americano, sigue cocinándose de forma permanente en madrasas y mezquitas. Y la única forma de evitar que siga aumentando va a ser la elevación de esas sociedades hasta que comprendan por sí mismas que la solución a sus problemas propios, traducidos en odio contra Occidente, no son las bombas. Y que se conviertan así en nuestros clientes, en lugar de nuestros adversarios.

Thomas Friedman en su libro Longitudes and Attitudes, analiza la génesis del grupo de terroristas que atentaron contra el World Trade Center. Esa gente eran mayoritariamente saudíes que estudiaron en Europa. Su falta de integración en la sociedad europea les llevó a refugiarse en mezquitas en las que el mensaje regular era el odio a “los infieles”. Leo que en España casi el 25% de los marroquíes visitan su mezquita a diario. Y también leo que España es el país de Europa donde los marroquíes se consideran peor integrados y más discriminados. Algo a pensar.

«My philosophy is that when I go out of my room, I’m prepared to love everybody I meet, unless they’re bad. If they’re bad, I’m prepared not to love them and to dislike them independently of the fact if they’re Jewish or they’re Black or White or Christian or Muslim” (“Mi filosofía es que cuando salgo de mi habitación, estoy dispuesto a amar a todo el mundo, a menos que sean mala gente. Si son mala gente, estoy dispuesto a no amarles y a que me disgusten, independientemente de que se trate de judíos, o sean negros, blancos, cristianos o musulmanes). Omar Shariff sobre la película “Monsieur Ibrahim”.

(*) MENA: Middle East and North Africa. Argelia, Bahrain, Egipto, Irán, Irak, Israel, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Omán, Territorios Palestinos, Quatar, Arabia Saudita, Sudán, Siria, Túnez, Emiratos Árabes Unidos y Yemen. Ver Emerging Demographic Patterns across the Mediterranean and their Implication for Migration through 2030, Philippe Fargues, Center for Migration and Refugee Studies, the American University in Cairo, Robert Schuman Centre for Advance Studies, European University Institute, Florence, November 2008.

¿Made in China?

Casi tanto más que en lo de la leyenda negra y el Financial Times me he fijado esta semana en lo de que los chinos se están quedando con los bares de tapas. Esto sí es importante. ¡Les creíamos limitados a los rollitos de primavera y el cerdo agridulce y resulta que se están pasando a las patatas bravas y los calamares fritos! He visto a un chino haciendo una paella y la verdad es que se dan un aire con lo del arroz… Lo primero que se me ha ocurrido es que ¡debemos contra-atacar!

– Vámonos a Shanghai y montamos allí un restaurante de comida china, ¡se van a enterar!…

– ¡Pero eso es ridículo! China está muy lejos y no hablamos chino.

– Pues China está igual de lejos viniendo que yendo y ellos tampoco hablaban español… ¿Por qué no intentarlo?

– Pues porque no tío, porque lo de encontrar trabajo tiene un límite.

– ¿Sí? ¿Tiene un límite? Lee el resto de esta entrada »

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