You are currently browsing the monthly archive for abril 2012.
Esto vale no sólo para la gente de oficinas
Tenía una notita sobre Madrid escrita para otros fines. No me había decidido a colgarla aquí por no «hurgar en la herida» de nuestra crisis. Hoy leo, no obstante, un par de cosas que me inquietan y me obligan:
– Se atasca, parece que definitivamente, el proyecto de un parque tecnológico promovido conjuntamente por Acciona y Telefónica, en Las Tablas. Con 4.000 empleos destruidos cada día en España, se pregunta uno que no podría hacerse para ayudar a dos empresas privadas a entenderse. Y al Ayuntamiento de Madrid a extenderles la alfombra roja, más, para que un proyecto de esta naturaleza saliese adelante. Dicen que Telefónica se va a hacer su centro propio en Alcalá de Henares y que no caben dos instalaciones de esas características en Madrid. Estamos buenos.
– Con el Protocolo de Kioto: de mal en peor. Resulta que somos subcampeones del mundo (y prepárate, Japón, que…
Ver la entrada original 639 palabras más
Hace unos días recibí una liquidación de la cuenta de una de mis pequeñas sociedades, que trabaja con el BBVA. No soy muy riguroso en vigilar estas cosas, pero esta vez miré.
La cuenta de esa sociedad se había quedado en descubierto durante un día, por 6,27 euros. En virtud de lo cual nos pasa BBVA su liquidación, como sigue:
1) Comisión de descubierto, 15 euros.
2) Intereses de descubierto, 0,04 euros (al tipo del 29%, TAE 27,824%)
Le tengo cierto apego sentimental al BBVA porque le dediqué más de 13 años de mi trabajo al Banco de Bilbao.
He reclamado a la sucursal el 22 de marzo. Estoy esperando, porque la sucursal “no tiene facultades para retroceder comisiones”.
Espero que BBVA tenga claro que cuando hace estas cosas no está liquidando cuentas. Está ayudando a la liquidación de pequeñas empresas en una economía doliente.
Afortunadamente no le debo nada, así que en en cuanto pueda buscaré un rato para llevarme mi cariño a otra parte, si la hay. No sé.
No siempre gana Gregory Peck…
Hace seis años o así, me vi metido sin querer en aquello del “¡Teruel Existe!”. Bueno, sin querer no, porque a Teruel, tierra de mi madre, sí que la quiero. Me metí por cosa del trabajo, quiero decir. Encargó Infoinvest a la empresa que yo dirigía, que les ayudáramos en la comercialización del parque industrial Platea, en la propia capital de la provincia. Pese a lo consolidado del vecino polígono La Paz, confieso que nunca fui optimista con aquel proyecto. Demasiado suelo industrial para la zona. Pero “la pela es la pela”, así que aceptamos el encargo e hicimos lo que pudimos, que fue poco. Hoy me he metido en la página web de Platea y lamento constatar que mi escaso optimismo estaba justificado.
Aunque, en verdad, en mi visita a Teruel me encontré con un tema que me pareció muy interesante: la instalación de una planta de reciclaje de aviones en los terrenos del antiguo Aeródromo de Caudé, resto de la Guerra Civil que fue luego base de prácticas de tiro del Ejército del Aire.
Siempre me fascinó lo del desierto de Mojave y las filas de aviones asándose en el polvo del desierto. Pero me he estado mirando lo de la industria del reciclaje de aviones y la cosa tiene más enjundia que la del mero aparcamiento. Algunas conclusiones: Lee el resto de esta entrada »
Hace unos veinticinco años subí con mi hijo a la Sierra de Bernia. No lo digo para presumir de alpinista, que al fin al cabo la cima está a 1.128 metros. Además sólo llegamos hasta el Fuerte Bernia, a 803 metros, cuyo acceso por la cara norte de la sierra es poco más que un agradable paseo mañanero, sin necesidad casi ni de provisiones. Aunque una vez arriba ya nos habríamos comido un bocadillo del chorizo ese de Campofrío, que no recuerdo yo que lleváramos. Pero la vista panorámica compensa. Se contemplan, desde los restos del fuerte, sesenta o setenta kilómetros de costa y Mar Mediterráneo, desde Alicante hasta Jávea, Peñón de Ifach por medio. A nuestros pies, la blanca Altea.
Altea era ya entonces uno de los pueblos más prósperos de la zona, con su “caché” particular, favorito de artistas, preferido del turismo alemán, buenas tiendas y restaurantes. Todo ello pegado al mar, en medio de su magnífica ensenada entre El Albir y el macizo del Mascarat. Al Puerto Campomanes, o Marina Greenwich (por su asiento en el meridiano 000º 00’ 00’’), le pilló la crisis de los noventa, pero afortunadamente sobrevivió. En mi tiempo de Bancaja me tocó lidiar con algunos adjudicados en ese sitio, que estaba claro que no podía ser malo pese a alguna barrabasada arquitectónica. Llegaron luego algunas promociones de “gama alta” en terreno necesariamente limitado, entre la N332 y el mar: La Galera o Villa Gadea, la que fue aventura inmobiliaria de Julio Iglesias. Tan junto al mar no es fácil equivocarse. Lee el resto de esta entrada »
Comentarios recientes