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La verdad es que me da un poco de pereza ponerme a escribir sobre inmobiliario en un sábado, porque estoy todos los días en lo mismo, pero llega el fin de semana y caigo otra vez en la tentación…
El hecho es que hoy leo el informe de la llamada “Office of the Comptroller and Auditor General” –C&AG-, que debe ser algo así como el “tribunal de cuentas” irlandés, sobre NAMA , a su vez el “banco malo” de aquel país. Perdonen que siga utilizando ese término, sea por entendernos. Publicado esta semana, analiza el período 2010-2012, o sea los tres primeros años completos de funcionamiento de esa organización, que se creó en 2009. Siempre me ha parecido interesante seguir la marcha de NAMA, la “National Asset Management Agency” de Irlanda, porque al arrancar tres años antes que Sareb, nos puede dar pistas de lo que aquí llegue a suceder y, sobre todo, de hacia dónde debería orientarse la gestión de la entidad nuestra.
Desde que en 1993 me metí, o mejor dicho caí, en este mundo de los activos adjudicados, he mantenido la teoría, que al menos algunos de mis amigos ya aceptan como buena, que he dado en llamar “de los lodos inmobiliarios”. Si la tuviera que poner en términos científicos podría acudir a la genética y definir la generación de tales lodos como aquel “proceso de liquidación de carteras inmobiliarias en que, en ausencia de gestión, se produce una selección direccional a favor de los grupos de inmuebles (alelos en genética…) de peor relación calidad-precio”. O sea, si exponemos a un mercado un conjunto de inmuebles de relación calidad-precio diversa (por ubicación, diseño, dimensión, construcción, conservación) y nos quedamos al margen, o sea no hacemos nada, o si gestionamos mal, la demanda irá “extrayendo” de ese conjunto los que considera mejores, a velocidad decreciente (van quedando menos), hasta que esa extracción (venta) se detiene, generando lodos inmobiliarios, que están constituidos por los inmuebles que perviven como parte de la cartera. Sólo si se cambia, si se mejora, la relación calidad-precio, es posible reactivar la venta. Ese cambio, esa mejora, a su vez, puede suceder porque se bajen los precios de la oferta más deprisa que la pérdida de calidad de los inmuebles (que normalmente la pierden, sobre todo por deficiente conservación) o porque la demanda anticipe una relación futura distinta con la oferta. O sea que los precios del mercado inmobiliario en general suban.
Volvamos a Irlanda. En su constitución, NAMA emitió € 30.200 en deuda senior, para financiar la compra de activos «dañados» a la banca de ese país. Su plan de negocio de 2010, corregido en 2012, estableció que dicha deuda se cancelaría totalmente para 2020, con el resultante de la liquidación de esos activos, permitiendo además cubrir todos los gastos de explotación de ese período de 10 años. La amortización de la deuda (según el programa actual de 2012), previó amortizar € 7.500 millones en 2013, € 8.000 millones en 2016 y € 14.700 millones en 2020. En los tres años que el informe estudia (2010-2012), NAMA ha vendido préstamos e inmuebles por € 10.500 millones, lo que les ha permitido cumplir con el hito de 2013, devolver € 7.500 millones y encima tiene € 4.000 millones de tesorería. Bien hasta aquí. Y mal les tendría que ir para no cubrir los € 8.000 millones del 2016. Pero… y aquí es donde C&AG «pone el dedo en la llaga”: de los € 10.500 millones de ventas realizadas, el 75% han sido activos en el Reino Unido, casi todos en Londres. Desde otro ángulo: han vendido el 60% de todo lo que tenía NAMA en el Reino Unido, que suponía el 32% de su cartera, frente a únicamente el 15% de sus activos en Irlanda, que representaba el 54% de la misma.
Lo que C&AG cuestiona es la capacidad de NAMA de generar ventas a partir de ahora sin incurrir en pérdidas significativas en el mercado irlandés, que es el que tiene mayor peso en su cartera. Los próximos años nos irán diciendo, pero es de temer que se enfrenten con un escenario en el que, cumpliendo con sus obligaciones financieras y con su generación de resultados hasta la media vida de la agencia, pérdidas y dificultades se acumulen hacia el final, cuando queden menos alternativas estratégicas. A NAMA se le está quedando, que me perdonen los irlandeses, el lodo.
Lo que expongo es la gran cuestión a resolver en este tipo de grandes vehículos financiero-inmobiliarios: cómo conseguir volumen de ventas y generar resultados sin deteriorar en demasía la cartera remanente. Cómo evitar, en castizo, el “pan para hoy y hambre para mañana”, sobre todo teniendo en cuenta la presión y gran atractivo que presentan los fondos oportunistas, que permiten hacer cifra en plazos cortos. Pero que obviamente no vienen a por lodo, por lo que es de sospechar que cuando sea eso lo que vaya quedando, perderán bastante de su desmedido interés actual.
Concluyo. NAMA no es Sareb. NAMA tiene aproximadamente la mitad de tamaño, está más diversificada en tipologías, adquirió préstamos en mayor proporción que Sareb, está más concentrada geográficamente. Pero repito que me parece interesante mirar a su experiencia. Al haberse desprendido en estos tres años de “lo más fácil” (Londres), empieza a inquietar su madurez y que la cosa no vaya a acabar en ruina. Yo creo que Sareb deberá gestionar con habilidad para conseguir, junto a los objetivos clásicos de cifra de ventas, resultados y amortización de deuda, un equilibrio de calidad de activos que no deje los problemas para el final. O sea, que hay que enfangarse y descubrir y desprenderse del lodo más antes que después. Ya sé que es un poco un rubik’s cube, pero habrá que seguir dándole vueltas.
P.S. Aquí les dejo una presentación de Analistas Financieros Internacionales de Diciembre 2012 cuando empieza a operar Sareb. Incluye una comparativa de la época entre NAMA y Sareb que es buen contexto.
Pues me habría equivocado de pleno: Camacol debería servirnos de ejemplo a los españoles. Cuando me contaban sobre las reuniones de coordinación entre los responsables de transporte urbano de Medellín y los del sector inmobiliario, para estudiar conjuntamente el desarrollo de las infraestructuras de la ciudad, con una red de transporte público ya de por sí eficiente, no pude evitar pensar si hacíamos en España cosas como ésa.
Total, que en cuanto he vuelto me he metido a mirar –a través de sus páginas web- cómo funcionan las instituciones alrededor del inmobiliario en España.
• La Asociación de Promotores Constructores de España -APCE-: primera decepción. Página caduca y desatendida. ¿Sección de documentación “en construcción”?¿Actualidad del sector, los premios APCE 2008? ¿El Salón Inmobiliario “Realty” de 2009? Por cierto, corrijan la dirección de Asprima, que se mudaron… No hay más preguntas señoría.
• La Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid -Asprima-. Bastante mejor. Frente al abandono de APCE, se nota que la regional de Madrid cubre su espacio de forma adecuada, aunque siga exclusivamente centrada en la promoción residencial.
• La Associació de Promotors de Barcelona -APCEBcn-, cumple, podemos decir. Pena que su revista “APCE.Habitatge” esté sólo en catalán. Algunos textos en español medio corruptos y partes no traducidas, pero se entiende. Me hacen pensar, al igual que en Asprima, si de verdad creen que vale la pena competir con Idealista o Fotocasa en ofrecer un buscador de viviendas, o si no deberían dedicar ese esfuerzo a otras cosas.
• La Asociación de Empresas Constructoras de Ámbito Nacional de España -Seopan-, supuestamente una organización potente, debería tener vergüenza de la falta de actualización de su página web. Numerosas secciones (informes económicos, informes de I+D+i) tienen sus últimas entradas en 2005 ó 2006). Ocho notas sobre medioambiente en los ocho últimos años… ¿Hay alguien ahí…?
• La Asociación Profesional de Sociedades de Valoración – Atasa-, tiene como último ejemplar de su revista el del invierno de 2009, el último libro de 2009, prensa cero. Poco contenido. Salvo que esté todo en su intranet y no se vea.
• El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid –COAM-. Su Área Internacional: veintiuna noticias para el mundo entero; la última sobre China de mayo de 2009 o la última sobre Brasil de septiembre de 2010. El Departamento de I+D+i, en cuanto a comunicación al menos, parado desde mayo de 2009. Esforzándose en formación a través del Instituto de Arquitectura, pero clara necesidad de actualización en otros frentes.
• El Col•legi d’Arquitectes de Catalunya –COAC- la verdad muy bien: dinamismo, mucha formación (incluyendo la de que los arquitectos se reciclen a otras ocupaciones) y bastantes asociaciones internas que permiten ver que se mueven.
• Construmat, muy bien. Para no ser una organización gremial sino ferial, tiene contenidos interesantes e iniciativas que exceden de esa función. Muy actualizada. Entienden que hay que internacionalizar (Construmat China). Enhorabuena.
• El Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Madrid -COAATM-, muy bien. Ejemplar diría yo. Y su Consejo General de la Arquitectura Técnica -CGATE-, muy bien también, actualizado y se les ve que trabajan.
• El Consejo General de los Colegios Oficiales de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de España debería, simplemente, descolgar su página web y decir que está averiada. Siento ser tajante, pero la muestra es de total abandono. Lo único que he encontrado posterior a 2009 son las fotos de la celebración del día de su santa patrona y la candidatura de su presidente. Lo demás, de 2007 y 2008. Que Santa Teresa les ayude.
En suma, bastantes claroscuros.
En algunas de las organizaciones que cito tengo amigos o conocidos. Espero que comprendan que estos comentarios tienen intención constructiva y me disculpen, y entiendan que el momento actual no deja sitio para la complacencia. Por ello me permito acabar con tres recomendaciones:
1) Nuestro país vive una situación de excepcional gravedad en lo económico. La crisis del sector inmobiliario es causa y efecto de ello. Las instituciones gremiales tienen una especial responsabilidad en un momento en que muchos profesionales pasan dificultades. Más trabajo.
2) Es necesaria una actualización permanente de información, más difusión de conocimiento, más innovación y reflexión y más mirar hacia el futuro en lugar de plasmar reglamentos antiguos, noticias sabidas o mirarse el respectivo ombligo institucional. Más trabajo.
3) Más pensamiento transversal, colaborando unos con otros. Me temo, volviendo al principio, que nos falta una organización del estilo de Camacol, que ponga orden en esa relación. Más trabajo.
O sea, tres recomendaciones no. Una: más trabajo. Corremos el riesgo, en otro caso, de acabar como otro “Gremio de los Cirujanos”, pensando…
¿De qué se murió el enfermo? (“Lección de Anatomía”, Rembrandt, 1632, ejemplo del uso del claroscuro)
Hace unos veinticinco años subí con mi hijo a la Sierra de Bernia. No lo digo para presumir de alpinista, que al fin al cabo la cima está a 1.128 metros. Además sólo llegamos hasta el Fuerte Bernia, a 803 metros, cuyo acceso por la cara norte de la sierra es poco más que un agradable paseo mañanero, sin necesidad casi ni de provisiones. Aunque una vez arriba ya nos habríamos comido un bocadillo del chorizo ese de Campofrío, que no recuerdo yo que lleváramos. Pero la vista panorámica compensa. Se contemplan, desde los restos del fuerte, sesenta o setenta kilómetros de costa y Mar Mediterráneo, desde Alicante hasta Jávea, Peñón de Ifach por medio. A nuestros pies, la blanca Altea.
Altea era ya entonces uno de los pueblos más prósperos de la zona, con su “caché” particular, favorito de artistas, preferido del turismo alemán, buenas tiendas y restaurantes. Todo ello pegado al mar, en medio de su magnífica ensenada entre El Albir y el macizo del Mascarat. Al Puerto Campomanes, o Marina Greenwich (por su asiento en el meridiano 000º 00’ 00’’), le pilló la crisis de los noventa, pero afortunadamente sobrevivió. En mi tiempo de Bancaja me tocó lidiar con algunos adjudicados en ese sitio, que estaba claro que no podía ser malo pese a alguna barrabasada arquitectónica. Llegaron luego algunas promociones de “gama alta” en terreno necesariamente limitado, entre la N332 y el mar: La Galera o Villa Gadea, la que fue aventura inmobiliaria de Julio Iglesias. Tan junto al mar no es fácil equivocarse. Lee el resto de esta entrada »
Dicen los entendidos que lo importante no son las leyes sino sus reglamentos, es decir no lo que quieren regular sino cómo es su aplicación.
Viene esto al hilo de la reciente noticia de que el Gobierno ha decidido apoyar al sector inmobiliario destinando una línea de 3.000 millones de euros que el Instituto de Crédito Oficial pondrá a disposición de bancos y cajas para que puedan distribuirla a aquellos clientes promotores que quieran reconvertir sus créditos a la promoción en créditos a largo plazo. Con la condición de que las viviendas que dichos créditos financian se destinen al alquiler.
Esta mañana he escuchado a la Ministra de la Vivienda, Beatriz Corredor, comentar este tema en televisión. Ha apuntando algo importante: el que se facilite que haya más vivienda en alquiler no es sólo importante para el sector inmobiliario, sino para toda la economía, por facilitar la movilidad geográfica, que tiene estrecha relación, nunca bien estudiada en mi opinión, con la búsqueda de empleo.
Ha citado la Sra. Corredor la cifra del 11% como porcentaje de viviendas en alquiler sobre el total. No sé si se refiere a la cifra actual o sigue utilizando el dato del censo del 2.001. Pero sea para 2.001 o para 2.008, deben constatarse dos debilidades de nuestra estructura habitacional: el porcentaje de viviendas en alquiler ha descendido del 15% en 1.991 al 11% de hoy, y la media europea del 32% (2.001), refleja que en algo falla nuestro mecanismo productivo y financiero para estas viviendas.
Es por todo lo anterior que el uso de esos 3.000 millones, cifra ya de por sí exigua (equivalente a 15.000 viviendas de 200.000 euros, para traducirla a otra referencia entendible), debería ser administrada con criterios selectivos relacionados con la demanda y no con la oferta. Es decir, que debería gestionarse favoreciendo a aquellos segmentos de la demanda donde existe más necesidad y no planteándola como una operación rescate de empresas en dificultad. Y aquí debería atenderse a la progresiva contracción del tamaño de los hogares españoles, que ha pasado de algo menos de 4 personas por hogar en 1.991 a algo más de 3 en 2.001, y que es previsible se encamine a los niveles europeos de poco más de 2 en pocos años.
A partir de este punto es donde pueden surgir las dificultades si intentamos reciclar para el alquiler vivienda originalmente destinada a la venta. Según el Ministerio de Fomento, el tamaño medio de la vivienda nueva en bloque creció un 3% en 2.007, hasta los 99 m2, a su vez mayor que el tamaño que cita el INE para la vivienda en propiedad en 2.001 de 95 m2. La explicación: las viviendas más grandes generan un beneficio superior para el promotor, porque se venden a precio semejante pero tienen un coste inferior, dada su menor densidad de instalaciones.
El INE vuelve a darnos la razón cuando informa de que la vivienda en alquiler tenía, en 2.001, 79 m2 de media, un 20% aproximadamente más pequeña que la vivienda en propiedad, lo que da pistas de que la demanda ya iba entonces en esa dirección. El sector promotor de los últimos años no ha sabido, o querido, ver esas señales y ha ido distanciando su producto de lo que el mercado de alquiler pedía.
Debemos hablar, en suma, de un ejercicio de política económica, con recursos públicos, y no de un ejercicio financiero de ayuda al sector privado. Lo que toca es emplear los recursos escasos para producir el mayor beneficio social, y eso debería obligar a que en el uso de esos fondos primase la puesta en alquiler del mayor número posible de viviendas del menor tamaño, y consiguientemente del menor nivel de renta, que es donde se encuentra la necesidad creciente. Con ello beneficiaríamos de rebote sobre todo a los jóvenes, que deben estar dispuestos a vivir en pisos pequeños, consiguiendo así su emancipación y ensanchando sus horizontes de trabajo, y de paso dejando tranquilos a sus padres, que consiguen que al fin los chicos se vayan de casa
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