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Remolcador ValiñaHace unos días desayunaba con “La 2”. Pasaban un programa que se llama “Aquí hay trabajo”. Podía añadir que debe ser el único sitio de España, si quisiese ser ácido. Dejémoslo. No dudo de la buena intención del programa, pero le falta imaginación y es un punto deprimente. Mostraban un “taller ocupacional” en no sé qué sitio de Andalucía, con un grupo de hombres y mujeres aprendiendo a poner ladrillos, construir una arqueta y cosas parecidas. Albañilería básica. Alguno de los alumnos contaba su atribulada historia: que había sido peón en la construcción, que luego puso un bar que le fue mal, que había estado unos meses de camarero y que ahora llevaba año y medio sin trabajo. Y así varios. ¿Más albañiles?

El mayor problema que tiene España, seguro, es el de tres o cuatro millones de personas de muy difícil “empleabilidad”, por usar un “palabro” que no sé si la RAE tiene aprobado. Luego lo miro, porque estoy en un avión y no tengo el diccionario aquí a mano (no está, que ya he aterrizado…). Desde que allá mediados los noventa empezaron la construcción y el turismo, sobre todo, a tirar de la economía española, el mundo ha dado unos miles de vueltas y la sociedad española y sus gobiernos sucesivos han sido, hemos sido, incapaces de entender cuánto cambiaba en el entorno global, gota a gota, vuelta a vuelta. En los últimos tres lustros hemos pasado de la realidad, a secas, al espejismo y de vuelta a la realidad, esta vez cruda. A ver cómo conseguimos ahora volver a la realidad a secas.

En ello andaba yo en el otoño de 1960, cuando con mis padres aterricé en La Mancha. Bueno, en realidad llegamos en tren. De hierro. De regreso de la emigración buscó mi familia el apoyo de la familia hasta saber a dónde íbamos a parar. Así que acabé en un instituto de bachillerato “laboral” que llevaba una comunidad de frailes en Manzanares. Allí, mezclado con cosas esenciales, como saber dónde está El Bierzo, empecé a manejar la lima y el garlopín. Se me ha quedado la idea de que aquellas clases de mecánica y carpintería no eran mala cosa.

Bueno, lo de mecánica no es más que un eufemismo, porque en realidad a lo único que me enseñaron es a limar. Fue toda la mecánica que aprendí en los meses que pasé en aquel colegio. Llegabas a clase y te daban un dibujito de una pieza sencilla, un trozo de hierro y una lima. Y a limar. No se imaginan lo difícil que es dejar plano y a medida un trozo de hierro. Plano que cuando lo apoyes en una superficie plana de verdad, hagan contacto al 100%. Y a la medida de lo que te piden, que también aprendí a utilizar un calibrador. De eso trata la cultura del hierro, que lo que en carpintería se arregla con unos buenos martillazos o en albañilería con un poco más de yeso, y más mazazos, con el hierro no es tan sencillo.

Pues por ahí es por dónde yo creo hay que atacar. Tenemos que insistir con el hierro. Menos ladrillo, menos madera y más hierro. ¿Qué exportamos? Coches…. hierro. Trenes… hierro. Acabo de leer que Arcelor con otro puñado de empresas han desarrollado en Asturias un nuevo modelo de raíles para trenes de alta velocidad, ¡bien! … hierro. Hemos perdido casi toda la construcción naval, pero todavía somos capaces de construir y vender barcos, ¡hasta portaviones!, si nos ponemos. O petroleros para Pemex. ¿Y qué exportan alemanes, ingleses, italianos, suecos, americanos, japoneses, coreanos?… mucho hierro.

En España la cultura del hierro está por el norte. Vascos y navarros sobre todo. Asturianos, aunque no han evolucionado lo suficiente, me temo. Y no hablo sólo de coches, que ya sé que también se fabrican en Aragón, en Castilla León, en Galicia o en Cataluña. Hablo de Cultura del Hierro. Hablo de enseñar a los jóvenes y a los obreros de la construcción en paro, a pensar con precisión de hierro, a un caldo de cultivo hacia más metalurgia en nuestra producción. A un reciclaje de nuestra economía, en cuanto a trabajadores manuales, que se ocupe menos de formar albañiles, camareros o cuidadores de ancianos. Mira uno los cursos del INEM y sus aledaños, incluyendo academias y sindicatos, y no parecen haberse enterado de que por ahí pasa la “empleabilidad” de esos millones de trabajadores que están en la lista del paro. ¿Y qué piensa la ministra? ¿Que es una apuesta? Pues es posible, pero más vale el “¿Qué Apostamos?” que el “Ahora Caigo”…

Detrás de los diferenciales de desempleo entre regiones algo hay de esto.

Por cierto, si enseñan a limar, controlen bien quién se apunta a los cursos, porque en algunos sitios el manejo de una lima es más que útil… Y ya imaginan de quién hablo.

IMG-20130126-00097Mi mujer me suele llevar una hora de ventaja. A veces más. Cuando yo estoy empezando a pensar en si está nublado o hace sol, con la oreja pegada a la almohada, ella ya ha desayunado, se ha vestido y a menudo está lista para salir a la calle. Deberían inventar algún tipo de hándicap, como en el golf o las carreras de caballos, que me ayudase en la relación matrimonial matutina. Pero bueno, a la noche recupero, y le suelo sacar una hora en que ella duerme a mi lado, paciente frente a mi luz de lectura. O sea que vivimos un poco al tresbolillo. Sólo mañana y noche, no preocuparos hijos, que el resto vamos parejos.

Esta mañana después de desayunar, para no ser excepción sabatina, me siento en pijama a leer la prensa en la “tableta”. Gran invento lo de la prensa digital. Pena lo de los contenidos. Apenas acomodado en el sillón, mi mujer me anuncia que se marcha al supermercado. ¡Vaya, menudo negrero estoy hecho! Dejar a mi mujer que se vaya sola a cargar comida para la familia. Pero ya se ha ido. Paso el dedo por la pantalla… Página 8: caso “Pallerols” y una foto del tío de la coleta. Página 9: publicidad. Página 10: que si el director de la fundación Idea es un golfo, nos acabamos de enterar, y la saga de Amy. Página 11: publicidad. Página 12: que si el ático de González y lo de Bárcenas, nos acabamos de enterar, no sospechen. Página 13: que si Undargarín y Revenga y enchufes fallidos. Y una publicidad con Casillas, por lo menos algo decente. Página 14: de Sortu, Batasuna y sus líderes estimulantes. Página 15: sobre el pufo de la prisión de Huelva , los ERE’s del fondo de reptiles y la pintura fantasma. Página 16: sobre la mafia rusa y violencias domésticas escalofriantes. Y no me he topado con lo del paro, que ya ni es noticia, al menos entre las primeras 16 páginas…

– ¿Oye, dónde estás?
– En la caja de Mercadona.
– Pues espérate que voy para allá y te ayudo con las bolsas.
– Vale, te espero delante del chino…

Así que para allá que me voy tras mis 16/72avas partes de periódico. Ya va bien, que las depres ya me las gestiono yo sin ayuda. Delante del chino efectivamente me espera mi mujer. Juntos nos vamos a la verdulería. De L’Alquería por nombre.

Me quedo fuera porque la tienda está llena de clientes. Hay una cola de 15 ó 20 personas esperando a pagar, lo que invita a la reflexión. ¿Por qué una verdulería al lado de Mercadona tiene tal éxito?

Alicante-20130126-00111Pues, por una parte, seguro que por cosa de la cadena de suministro, más corta que en dicho supermercado. De hecho, la “cadena” está en la propia puerta: un furgón Iveco lleno de cajas de mercancía ya vendida. O sea que reposición diaria y producto fresco, clave, en frutas y verduras. Variedad, mi asesora me dice que la prefiere porque tienen de todo, además de fresco. Calidad, mi asesora me dice que lo que tienen es todo de calidad alta, sin recelo de fruta estropeada o desperdicio. ¿Precio?… no sabe, no tiene claro que sea más barato o más caro que Mercadona, lo que sabe es que aquí encuentra lo quiere. Así que mi asesora me carga con las bolsas y mientras caminamos de vuelta a casa repaso mentalmente algunas conclusiones que me parecen relevantes, en el comercio minorista al menos, de cara a la crisis de falta de trabajo que padecemos:

1. Los negocios siguen siendo posibles si uno encuentra el ramo adecuado.
2. Hay que ofrecer calidad y variedad, lo que en parte implica especialidad.
3. Se puede competir con los grandes. Es cuestión de encontrar sus puntos débiles.
4. De hecho, la proximidad de los grandes es una ventaja porque la clientela en potencia merodea por la zona.
5. Hay que trabajar. Esta verdulería cierra a las 9 de la noche y abre a las 9 de la mañana. Y todos los días tiene producto fresco. Alguien hace “after hours” en esa organización.
6. Una red local de proveedores ayuda a acortar la cadena de suministro lo que seguramente redunda en precios ajustados y ¡sostenibilidad! (el furgón está comprado en Alicante, carrozado en Alicante y las frutas y verduras son casi todas de origen local).
7. Reputación: créate imagen de calidad y preocúpate de mantenerla y los clientes vendrán solos.
8. El precio importa, pero a veces no es el primer factor frente a calidad. Algo como lo de «lo barato sale caro»
9. Trabaja, también cuando se pone el sol. ¿Ah, que ya lo había dicho? Pues valga la redundancia.

Y casi me atrevo a añadir un 10º «mandamiento»: ¡no leas el periódico!

Estoy leyendo cosas antiguas, tras cuatro años de crisis. En lo de salir fuera a vender nuestras viviendas seguimos sin hacer lo bastante.

el blog de zano

Supongo que muchos de los españoles de a pie nos estaremos preguntando qué podemos hacer ante una situación de crisis económica cada vez más real o cercana, cuando muchos de los términos incluidos en las explicaciones son difíciles de entender incluso para personas de cierta cultura económica financiera. Probablemente un muy elevado porcentaje de la población no sabe quiénes son esos “Hermanos Leman” que han quebrado al otro lado del Atlántico y no digamos si pedimos que expliquen en qué consiste un credit default swap.

Así que, en términos económicos o comerciales tal vez sea bueno utilizar algún ejemplo sencillo para orientarnos. Me acuerdo del “sillero de Aielo”, de cuando yo  trabajaba en una sucursal del Banco de Bilbao en Xátiva, en Valencia. Aielo de Malferit es un pueblo que me tocaba visitar en mi ruta comercial de cada semana en busca de nuevos clientes, y aquel hombre, que…

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Pagrus, pagrus (Linnaeus, 1758)

Ayer entré a husmear en una “galería de alimentación” moribunda que hay al lado de mi casa. La galería de alimentación es una especie inmobiliaria en vías de extinción. Nació en España allá por los años sesenta, para acercar la oferta de productos de alimentación a los barrios, replicando el modelo de los mercados centrales: “puestos” individuales por ramo de producto. Ya saben: embutidos, frutas, verduras, carnicería, pescadería, conservas, pan, etc. Ofrecían ciertas ventajas, como que casi todos los vendedores eran especialistas de lo suyo. Y al ser todos ellos empresarios, se preocupaban sobremanera de la fidelidad de su clientela y sabían que el “qué guapa está usted hoy, doña Concha” y la simpatía y buen servicio eran claves de su éxito.

Pero no han resistido, porque en su “DAFO” han pesado más las debilidades y las amenazas. Entre las primeras, el funcionamiento en comunidad de propietarios, con puestos de propiedad separada, en el que la toma de decisiones en momentos difíciles se complica y lleva a la inacción. Y sobre todo la amenaza, hoy ya realidad, del impacto de hipermercados y supermercados, más adaptados a las necesidades de las nuevas familias y el trabajo de la mujer. La capacidad de compra de las grandes cadenas de supermercados, su logística o el desarrollo de las “marcas blancas”, han arrasado este sector.

La galería en la que entré es un ejemplo arquetípico de ello. Un emplazamiento magnífico, sin competencia próxima. Dentro, treinta y tantos puestos con la persiana echada, fantasmas de comercio antiguo. Y uno… ¡abierto!: un joven pescadero, Pablo. Él solo. No tenía ningún cliente cuando llegué, así que me puse a charlar con él. Me explicó que los puestos habían ido cerrando y que hace cuatro o cinco años una inmobiliaria intentó comprar todo pero fracasó. Y que él se ha ido quedando solo, que es el único que paga la comunidad y que se han quedado sin administrador. Y que a la galería como tal le han cortado la luz y el agua, pero que él tiene su licencia, tiene luz y agua y sus propios extintores para cumplir con todo y que por tanto pretende seguir vendiendo pescado tres veces por semana.

Mientras hablamos empieza un pequeño desfile de clientes: madre con su hijo, abuela con su nieto, pareja mayor, señora sola. Todos le conocen por su nombre y a todos conoce él por el suyo. Todos compran y dejan encargos. Él les dice que les llamará por teléfono cuando reciba lo que quieren o que lo tendrán el próximo día. Mientras hablamos no para de trabajar, acomodando hielo en las cajas, trasteando en su nevera. Me cuenta que él es la octava generación de una familia de pescadores y pescateros y que aunque en este puesto no gana mucho dinero, sí saca los gastos y algo más.

Me marcho con algunas cosas aprendidas. Muy apropiadas para los momentos que vivimos. Como lo importante que es fidelizar a los clientes, el valor de la simpatía y el buen servicio, o el de la perseverancia y el trabajo. Acabo comprándole un pargo. Anduve dudando entre el besugo, el pargo y el pajel. De lo que tenía, él me recomendó el pargo por relación precio/calidad. No sin antes explicarme por qué el pajel tiene más espinas que el pargo o añadir que “a treinta euros el kilo, el besugo no vale la pena”. Nueve euros, pero “sólo te cobro ocho”. Ayer comimos pargo al horno.

Fue una buena compra. Pero mejor fue la lección tácita que Pablo me impartió: no importa si los demás se encogen de hombros, si se ponen o no de acuerdo, si piensan que las cosas se arreglarán porque sí. Yo añado: no importa la prima de riesgo, no importan los griegos. No importa Rajoy, menos Rubalcaba: trabaja e intenta prosperar sin pensar en todo ello. Hay algo más importante que lo que hagan los demás: lo que hace uno mismo. Aunque sea solo.

Post scriptum. Y si todo falla, aplíquese el proverbio chino: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”.

Yo, por si acaso, ¡voy a aparejar la barca!

Para Año Nuevo me propuse hacer más ejercicio, físico, este 2012. Todavía ando con la conciliación y no acabo de cumplir como debería. Pero mientras tanto sí que hice el mes pasado el ejercicio de ponerme en el lugar de una de las muchas personas que están sin trabajo y buscan una oportunidad. Así que me puse a bucear por el portal del Servef – Servéi Valenciá d’Ocupació y Formació- que es quien se ocupa de estas cosas en la Comunidad Valenciana. La primera oferta que aparece en ese portal es la de vendedor de cupones de la Once, en Xátiva, por 650 euros, supongo que al mes. Me gusta Xátiva, pero no tanto. Además hay que ser discapacitado, condición de la que afortunadamente carezco. Lo siguiente, me dije: primero voy a buscar en Alicante y así no tengo que desplazarme mucho. Hay 9 ofertas, que van desde cocinero en Tárbena, que no está mal, pero seguramente los clientes se quejarían, a optometrista en Ondara, que seguro que igual. Nada, que no me encaja nada. Voy a mirar el “catálogo de ocupaciones de difícil cobertura”, que además abarca toda España. Seguro que ahí hay algo. Sí que hay: piloto de buque mercante, engrasador de máquinas de barco (¿en Madrid?), deportista profesional (¿así, en general, no más?), frigorista naval (¿en Granada?), mozo de cubierta en Melilla, bombero de buques especializados… Si me hubiera pillado de chaval, cuando en el instituto me hicieron leer el “María, Matrícula de Bilbao”, igual me animaba, pero ahora creo que ya es un poco tarde, sobre todo para lo de piloto de buque (aunque mola). Lee el resto de esta entrada »

Al poco de llegar a Játiva en 1973, como jefe de créditos de la nueva oficina del Banco de Bilbao, me encontré con un negocio que nunca había pensado que tendría que estudiar: el funerario. Aprendí que la fabricación de ataúdes, o arcas como el sector prefería llamarlas, se concentraba en España en Galicia y en ese pueblo de Valencia. También encontré, lógico, algunas negocios conexos, como el carrozado de coches fúnebres. pero el fuerte eras las arcas. Afortunadamente, cuando entrabas en una fábrica sentías un cierto alivio, pues no se trataba, al fin y al cabo, más que de un taller de carpintería. No muy sofisticado y sin mucha necesidad de control de calidad o departamento de reclamaciones, si le echamos algo de humor negro. Casi todo el sector, entonces, estaba en manos de organizaciones cooperativas que no eran “buenos clientes” del banco. Hostiles al crédito y conservadores en sus finanzas, lo contrario de lo que la banca busca en las empresas, por paradójico que parezca. Lee el resto de esta entrada »

¡Uno para todos y todos para uno! ¿Por cuánto tiempo más?

Tenía yo 12 años cuando mi hermano Tito, que tenía 20, tuvo un grave accidente de automóvil. Afortunadamente sobrevivió, pero anduvo unos meses convaleciente, hasta que le acomodaron los huesos rotos. A la mañana siguiente al accidente me llevaron a verle al hospital. Mi pobre hermano, mezcla de anestesia y cariño fraterno, me dijo entre lágrimas que le pidiese lo que yo quisiera. Le pedí “Los Tres Mosqueteros”, en línea con la inclinación aventurera que él mismo me había imbuido con los piratas de Emilio Salgari. Ya repuesto me trajo la novela un día, junto con “Veinte Años Después” y “El Vizconde de Bragelonne”, todas las cuales me leí de tirón, como lo hice muchos años después con “El Conde de Montecristo”.

Pero bueno, disculpen que me haya distraído con lo de Dumas, porque la verdad es que no he venido aquí a hablar de Alejandro Dumas sino de Charles Dumas, autor del libro “Globalisation Fractures: How major nations’ interests are now in conflict”. Y de las estocadas que nos van a dar Lee el resto de esta entrada »

Monsieur Mondondo est juste...

Anda España espasmódica. En el momento más inopinado nos ataca una contracción involuntaria de la cartera. Que si el rating, que si el paro, que si los desahucios, que si baja la población, que si las cajas quiebran, que si la corrución…

Hay que arrancar el motor, pero la clave de nuestro progreso inmediato como país no está en la demanda interna, o en que se vendan más casas o más coches. Lee el resto de esta entrada »

Cuando hice la mili, las veces que nos llevaban de marcha -no confundir con la “marcha” de hoy día- solíamos ir a pie, pero ocasionalmente nos montaban el algún camioncito más o menos vetusto, según a dónde fuésemos. Lo normal era viajar en la caja trasera de un Ford o Chevrolet de los años cuarenta -el mismo que utilizaban para repartir el chusco-, que los americanos habían vendido a medio mundo como excedente de guerra. Yo miraba con cierta envidia a los reclutas a los que habían destinado como conductores de los Reo o Continental, los M34 o M35 gigantes que Eduardo Barreiros había para entonces equipado con sus motores diesel.

Cuando me soltaron ya nunca tuve ni de cerca la oportunidad de conducir un camión. Aunque llevar un Seat 1500, también con motor Barreiros y sin dirección asistida, a menudo te hacía pensar en la experiencia. Las calles españolas se empezaron a poblar de “Seats” 600, 800, 1500, 850, 131, 127, 132, casi toda la gama Fiat, entonces propietaria de Seat. O de Renault Dauphines, Citroën “dos caballos” o los Simca 1000 o los “haigas” Dodge Dart que montaba Barreiros. Ya no quedaban marcas de automóviles españolas.

Pegaso Z102, RIP

En la carretera, Pegaso y Barreiros se defendieron mientras pudieron. Al final Barreiros desapareció e Iveco se hizo con Pegaso. Tampoco quedaban marcas de camiones españoles. Santana Motor, que fabricó todo terrenos de Land Rover y de Suzuki, lleva algunos años buscando su destino y sobreviviendo, sospecho, sólo por el apoyo público.

Automóviles, vehículos industriales, tractores o componentes mecánicos para los mismos representan la exportación más importante de España. En 2010 exportamos 2.079.782 vehículos (+10,44%). La exportación de vehículos todo terreno creció el 90,19% -no mal para un año de crisis, ¿eh?-, la de vehículos industriales un 24,86% -tampoco nada mal-. PSA Peugeot Citroën y Wolkswagen tienen aquí una importante base productiva. Pero, no nos olvidemos, no son españolas.

El negocio de los vehículos industriales y los tractores le está yendo bien a mucha gente. Fiat Industrial ha ganado € 378 millones en 2010 (frente a pérdidas de € 503 millones en 2009), gracias a la venta de tractores y cosechadoras en América y Asia. Las ventas del gigante Caterpillar en el último trimestre de 2010 crecieron un 62% y sus beneficios saltaron de US $ 232 millones a US $ 968 millones. Para 2011 Caterpillar confía en aumentar su beneficio por acción casi un 50% gracias a sus ventas en Asia, sobre todo en China. En España, Iveco ganó en 2010 € 270 millones (+ 157% sobre 2009), gracias sobre todo al aumento de ventas de vehículos industriales a Latinoamérica (+52,4%).

De todo esta sopa de números se deduce que los países emergentes están dándole fuerte empuje a la venta de tractores y vehículos industriales, un negocio en el que, desafortunadamente (en paz descanse Eduardo Barreiros), estamos en manos exclusivamente extranjeras. Y la verdad es que desconcierta que siendo capaces de fabricar aviones, turborreactores, trenes, fragatas, aero-generadores o satélites artificiales, y teniendo tanta mano de obra cualificada, hayamos sido incapaces de mantener o de volver a crear una marca propia en este ramo.

El sector automotriz es clave por varias razones:

1. Creación y mantenimiento de empleo.
2. Desarrollo tecnológico.
3. Producción muy ligada a productividad creciente.
4. Capacidad exportadora.

En ese famoso cambio de modelo que tanto propugnamos, este tema no es de los más difíciles. Tenemos África al lado y buena parte de los países emergentes hablan español.

¿Será posible que alguien piense que lo de crear empleo tiene que ver con la política industrial y no con arengar a los alcaldes?

Por lo menos el que tomé en México era Irizar... ¡Bien!

De emergentes, no se asusten. Acabo de volver de México DF, así que vengo con inspiración emergente. Cada día nos despertamos con sucesos en el mundo que te hacen repensar la cosa de la internacionalización. Que si una bomba en el aeropuerto de Moscú, que si los disturbios en Túnez o Egipto, con pueblos que empiezan a hartarse de sus dictaduras de turno. Que si desastres naturales varios, pasando por los desgraciados y sempiternos conflictos de países dominados por enfrentamientos religiosos, étnicos o relacionados con la droga, llámense Afganistán, Irak o Pakistán. Y no me olvido de las guerras entre narcotraficantes, que los propios mexicanos detestan.

Pero problemas o no, la gente del planeta lucha por comer todos los días, educar a sus hijos, tener un futuro mejor. Ver funcionar a una ciudad de más de veinte millones de habitantes te reafirma.

Hace diez años, Jim O’Neill, hoy presidente de Goldman Sachs Asset Management, acuñó el acrónimo BRIC para referirse a Brasil, Rusia, India y China, países de alta población y crecimiento y una cierta
estabilidad. Se estima que para el 2020 estos cuatro países, con Rusia relativamente descolgada, representarán algo así como la mitad del PIB mundial, con un crecimiento anual conjunto del 4,9% en los próximos diez años. En 2005 O’Neill amplió su lista a los “Next Eleven” –N11-, (Indonesia, Vietnam, Bangladesh, Pakistán, Filipinas, Corea del Sur, Irán, Egipto, México, Turquía y Nigeria).

Ahora la Economist Intelligence Unit –EIU- plantea un nuevo grupo: los CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica). Razones para bendecirlos como futuros destinos de inversión: economías relativamente estables (relativamente, véase la súbita crisis de Egipto estos días), crecimiento poblacional y crecimiento económico conjunto estimado del 4,5% anual para los próximos veinte años.

Clasificaciones cerradas y solapamientos entre ellas, parece claro que cualquier empresa que quiera establecer una estrategia de internacionalización no puede dejar de mirar a varios de estos países. Si tomamos BRIC + N11 + CIVETS nos quedan 17 países:

a. Dos en Europa: Rusia y Turquía (total 215 millones de habitantes).
b. Tres en África: Egipto, Nigeria y Sudáfrica (total 280 millones de habitantes).
c. Tres en Latinoamérica: México, Colombia, Brasil (total 350 millones de habitantes).
d. Nueve en Asia: Irán, India, Pakistán, Bangladesh, China, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia y Vietnam (total 3.350 millones –de los que China + India, 2.500 millones aproximadamente).

Cuando se analiza nuestro comercio exterior (estadística ICEX a noviembre 2010) con este grupo de futuro, la verdad es que se le cae a uno el alma a los pies. Le vendemos a 4.200 millones de personas poco más de la mitad (54%) de lo que le vendemos a Francia (65 millones de habitantes). Les compramos el doble de lo que le compramos a Francia (204%). De los 17 países sólo en uno tenemos balanza comercial a nuestro favor (Turquía, 115%). Otras no se parecen en nada a una balanza. El dominio es total de quienes nos venden y la cobertura ínfima (Nigeria, 6%; Irán, 15%; Bangladesh, 9%; China, 14%; Indonesia, 13%, Vietnam, 15%).

Un puñado de empresas ha entendido el mensaje. BBVA acaba de decirnos que el 40% de sus resultados provienen de México. Santander, Telefónica, Repsol, las grandes constructoras, ingenierías y otras varias multinacionales con las que por fortuna contamos están haciendo su trabajo. Y seguro que algunas otras empresas medianas. Pero está claro que no basta, sobre todo porque la mayoría de las grandes no son en sí exportadoras, sino multinacionales españolas afincadas en otros países.

Ya le podemos dar vueltas a la ordenación de las cajas, a la indemnización por despido, a lo que piensa Cándido, a si vota Batasuna, a los pinganillos del Senado y trampas en solitario varias. La empresa media tiene que agarrar la mochila y marcharse de excursión, aunque sea en autobús. Y traerse pedidos.

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