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giphy Simpson

En la película «El Verdugo» de Luis García-Berlanga (Martí), Pepe Isbert, a punto de su jubilación, acaba convenciendo a Nino Manfredi -enamorado de su hija Emma Penella- de que acepte el puesto de verdugo -por entonces funcionaba en España el llamado «garrote vil»-, seguro y bien pagado, con el aquél de que «nunca vas a tener que ejercer porque todas las ejecuciones se acaban cancelando». La genialidad de la película de Berlanga, con varias de las suyas, ha dado en que se proponga -José Luis Borau, 2009- que la RAE acepte el término «berlanguiano» en el diccionario. Habíamos pensado en hilar lo del cineasta Berlanga con el funcionario Berlanga (Arona), pero la verdad es que lo que Luis García-Berlanga retrataba en sus películas y lo que está pasando con José Vicente Berlanga (Arona) y Enusa, la empresa del SEPI (60% SEPI, 40% CIEMAT), que gestiona el negocio del uranio en España, tienen poco en común.

 

En «Plácido», «La Escopeta Nacional», «Bienvenido Mr. Marshall» o «La Vaquilla» está lo berlanguiano de verdad, mezcla de humor, caos sainetero, esperpento y crítica social, pero también indulgencia, comprensión y amargura por el sufrimiento de la gente en un entorno difícil. Y una cierta grandeza. El nombramiento del funcionario Berlanga (Arona) como presidente de Enusa nos parece simplemente un insulto a la inteligencia de los españoles por parte del ministro de turno, José Luis Ábalos. De cara muy dura, si queremos ser duros.

 

Porque José Vicente Berlanga (Arona) es, con todo el respeto que nos puede merecer como profesional en lo suyo, un funcionario «del montón». Sin ánimo peyorativo, simplemente que seguro que como él o con méritos parecidos hay miles en España. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación (1983), con 31 años de antigüedad en la Administración Pública, de los que 12 en el sindicato FSP-UGT, componen un C.V. de una docena de páginas que recoge meticulosamente su asistencia a numerosos cursos sobre orientación al empleo, educadores de escuelas infantiles, informática, logopedia o animación socio-cultural.

 

Todo muy apropiado para lo del uranio.

 

Pero bueno, el hecho es que a Berlanga (Arona), «se le apareció el santo», en la forma de ministro amigo, «amiguete», valenciano, que le ha arreglado el roto que sufrió en su retribución bruta de 2016, como director de la Fundación Deportiva Municipal de Valencia -FDM-, de EUR 85.000 a EUR 64.000 anuales -por las protestas, parece, del grupo Compromís con el que el PSOE comparte gobierno en Valencia-. Y le ha fijado una nueva de… EUR 210.000 (+228%, por si no tienen la calculadora a mano).

 

FDM organiza carreras populares, campeonatos de volley-playa, fomenta el deporte en colegios y cosas así, que está muy bien. Presupuesto EUR 12 millones/año. Gasto sobre todo -que explica someramente en un folio de su página web.-, porque está mantenida mayoritariamente por el Ayuntamiento. Enusa tiene un activo de EUR 497 millones, ventas (2017) por EUR 291 millones y se dedica a la fabricación de elementos combustibles para reactores nucleares, productos para medicina nuclear y a la expedición de residuos radioactivos de baja y media actividad y ha manejado en 2017 1.119 cisternas de mercancías peligrosas.

 

España no es un país neutro en lo del uranio. Tiene un yacimiento en Retortillo (Salamanca), cuya explotación está en proyecto por la minera australiana Berkeley. Y tiene sin resolver el tema del Almacén Temporal Centralizado de residuos nucleares de Villar de Cañas (Salamanca). Y sigue debatiendo la prolongación, o no, a 60 años de la vida útil de las 6 centrales nucleares que operan en España y tiene importantes convenios internacionales (Eurodif, Euratom). Unos pocos temas, desde la ignorancia, que parecerían justificar que al frente de Enusa estuviese alguien con criterio y experiencia para actuar de guía y contrapeso a los fuertes intereses económicos y sociales lógicos en esta cuestión.

 

No nos parece que Berlanga (Arona), sea esa persona. Si algo nos parece es… otro ejemplo de «La Escopeta Nacional».

 

P.S.: Recomendación. Visto que, suponemos, el Sr. Berlanga (Arona) residirá en Valencia, nos atrevemos a proponer que le envíen el sueldo a su casa y que no tenga que ir a tocar cosas en Enusa, no vaya a cogerle el gusto (que se lo pregunten a Manfredi). Que eso se lo dejen a los técnicos y ya nos apañaremos por un tiempo. Y Compromís que diga misa…, que es por el bien de todos.

clownicCreía que había terminado con esto de la basura. Pero esta semana una pequeña noticia me ha vuelto a empujar a alcantarillas y vertederos. ¡Maldita sea!

“Bad wipes”, les llama un periódico gratuito para ingleses del norte de la Costa Blanca. Habla de los “wet wipes”, las toallitas húmedas que llevo años viendo por casa cuando a alguno de mis nietos le cambian el pañal y que poco a poco han ido ganando popularidad general. Y no sólo para culitos pequeñitos. Se lamentan en Jávea de que les están apareciendo en la playa, porque las toallitas esas que arrojamos a la taza del WC son recalcitrantes, o sea no se biodegradan, o lo hacen muy lentamente, sobreviviendo a su paso por las alcantarillas hasta aparecer en lugares insospechados. O no aparecer, que no se sabe qué es peor. Dicen que el costo para las compañías que gestionan agua y alcantarillado en España es de entre € 500 y € 1.000 millones al año.

Efectivamente, los “wet wipes” se han convertido en un serio problema medioambiental. Otro. Los ingleses ya han bautizado como “fatbergs” las acumulaciones de toallitas húmedas, grasa –»grasa amarilla» por el aceite de cocina usado y grasa marrón por «FOG» o «fat, oils and grease»- y otras porquerías que bloquean sus alcantarillas. Con algún caso de récord, como el fatberg de 15 toneladas que sacaron en Londres en 2013. Y hace unos días Thames Water se ha topado con otro de 40 metros de largo y 10 toneladas, con un coste de reparación para la tubería de € 600.000 euros. Empiezo a explicarme lo que dicen en Jávea. O sea que mientras los icebergs encogen en el océano los fatbergs crecen bajo nuestras casas. Vaya panorama. Y lo dejo ahí.

Pero como estaba por la zona (la perineal, no la de Jávea) me he puesto a pensar en los pañales desechables. Como padre y abuelo confieso con toda humildad y cierta contrición que me he librado de cambiar pañales durante más de cuarenta años. Sólo recuerdo haber cambiado tres. El último hace poco, a mi nieto pequeño, que esperó a que la abuela me dejara solo con él para obsequiarme y requerir mis servicios de higiene, para los que ya entienden que carezco de la más mínima experiencia. Por mucho que quieras al bebé, no me parece una cosa precisamente grata. Hoy he hablado de ello con mi esposa, que calculo que habrá cambiado algo más de 36.397 pañales (unos 27.300 a sus tres chicos y otros 9.100 por lo que le ha tocado de sus cinco nietos, menos mis 3…). Con nuestros dos primeros hijos los pañales desechables no existían. Los descubrimos en 1976. O sea que llevan por ahí unos cuarenta años. Quería yo contrastar el problema medioambiental de los pañales desechables con su conocimiento experto en el uso de pañales de ambas clases. Le he dicho que los desechables, entre plástico y celulosa, tardan hasta 500 años en biodegradarse y que se acumulan en los vertederos. Que la materia fecal que contienen se va filtrando y contamina los acuíferos. Que consumen en su producción más del doble de agua de la que se gasta en lavar un pañal reutilizable. Que los desechables contienen poliacrilato de sodio, una materia superabsorbente cuyos posibles efectos nocivos se siguen discutiendo. Que pueden tener dioxinas (otra vez las dioxinas), originadas en la fabricación de la celulosa y que para la misma se gastan un montón de árboles. Que son caros: casi € 2.000 euros por niño (9.100 pañales a unos 20 céntimos la unidad, más o menos cuatro veces lo que los reutilizables en coste de agua, electricidad y detergente). Me ha contra-atacado con las rozaduras, el olor, las manchas en los pañales, el lío de las lavadas o las fugas por las juntas. Todo lo cual seguro que tendrá remedio, pero exige recuperar una nueva cultura sostenible en este tema y asumir que el rollo de los pañales reutilizables da más trabajo pero es más razonable para nuestra especie. Pero dudo que la mayoría de progenitores estén dispuestos a asumirlo. ¿Teniendo una solución más o menos fácil por qué complicarnos la vida? Unos pocos pañales más no serán tanto problema. Bueno, unos pocos no, algunos más. Como estimación, en Estados Unidos se venden 27.400 millones de pañales desechables cada año, de los que el 92% acaba en vertederos. Pese a que los pañales reutilizables han cambiado, las lavadoras y secadoras funcionan, los detergentes son buenos, etc., soy bastante escéptico -y en casa además no tengo ninguna autoridad- en que se solucione esta cuestión. Mucho esfuerzo de re-educación haría falta y no tengo claro quién puede acometerlo. ¿Los fabricantes de lavadoras o detergente, tal vez?

¿Qué mal, no? Pues prepárense: en Japón el negocio de los pañales desechables para adultos superó al de los infantiles hace ya cuatro años. Vale que son líderes en baja natalidad y tienen una esperanza de vida cada vez mayor, pero en España les seguimos de cerca en ambas cosas y hasta podríamos adelantarles. Ahora sí que me estoy empezando a preocupar.

Total, que tengo que rectificar: lo de “Wall-e” es un cuento y efectivamente no se parece a la realidad, por lo menos a la de nuestro mundo “desarrollado”. Bueno, en lo único que se parece es en que seremos todos –casi todos- gordos. De resto, no navegaremos por el universo en una nave fantástica. No. Surcaremos la Tierra sobre un océano de basura compuesta de restos de comida, grasa, pañales usados y wet wipes, confiando en no chocar contra un fatberg y hundirnos. Mientras toca la orquesta.

Y sí, ya sé que me ha quedado esta historia un poco apocalíptica. Es que lo de los pañales para adultos me ha desestabilizado…

Wall-E7Me había pasado inadvertida, lo que es imperdonable. Pero este año, gracias a mis nietos, he descubierto la película “Wall-E”. “Waste Allocation Load-Lifter, Earth-Class”. O sea un robot basurero. La deberían pasar en los colegios y que fuera parte de las enseñanzas clave a nuestros chicos. Pero sobre todo nos la deberían hacer ver a todos los “no chicos”. A esos que creemos que tenemos uso de razón, mientras a base de ignorancia, inconsciencia y hedonismo nos dedicamos a destruir el planeta.

En “Wall-E” el planeta Tierra ha sido abandonado, la vida se ha extinguido –sólo queda una cucaracha- y nuestro mundo es un desierto polvoriento cubierto de basura, en el que después de 700 años siguen funcionando los anuncios luminosos gracias a… la energía renovable. Lo que queda de la especie humana surca despreocupada el Universo en la nave “Axiom”, a base de tumbonas electrónicas –la obesidad les impide caminar- y viendo televisión todo el rato mientras sorben comida líquida, que así no hay que masticar. La película es magnífica y se ríe uno, mucho, gracias al robot sentimental y su compañera Eve –Extraterrestrial Vegetation Evaluator- y bueno, una pequeña planta nos devuelve la esperanza. Pero en el fondo da miedito, miedito. Miedo. Porque aquello de “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” aquí no es cierto. Demasiadas coincidencias.

BASURA Y EMISIONES.-

He estado rebuscando en esto de la basura. No es un tema fácil en cuanto a estadísticas, porque los criterios sobre lo que se considera desecho, su clasificación y la evaluación de su daño ambiental varían por países o regiones. La EPA, -la Environmental Protection Agency de Estados Unidos- tiene una herramienta, el modelo WARM, -por Waste Reduction Model- que ayuda a evaluar el impacto potencial de diferentes iniciativas relacionadas con los grandes grupos de basura que se producen en su país. Tomando California como ejemplo, sus ciudadanos -37 millones en 2009- arrojaron ese año 12,5 millones de Tm de basura a sus vertederos, de los que el 10% era alfombra, el 31% papel, cartón, plástico, aluminio y otros metales, el 10% madera y el 49% restos de comida. WARM permite calcular que el adecuado tratamiento de esos materiales (reciclaje, compostaje, etc.), permitiría reducir las emisiones de GHG –greenhouse gases o gases de efecto invernadero- en 29,5 MTCO2e –millones de toneladas de CO2 equivalente-. De los que el 32% por las alfombras, el 41% por el papel, plástico y metales, el 7% por la madera y el 20% por los restos de comida. El gran problema es la falta de discriminación: la basura llega a los vertederos toda mezclada y no es económicamente viable separarla. Solución: enterrarla.

Por las cifras de arriba parece que los californianos tienen un problema con sus alfombras: tratar el 10% de su basura les ahorraría el 32% de sus emisiones y buscar soluciones –probablemente a través de la propia industria de las alfombras- parece una buena apuesta. Pero en cuanto al resto, es la comida la que complica la cosa, porque aunque supone prácticamente la mitad de la basura (en California), el ahorro en emisiones es proporcionalmente bajo. Y además la discriminación no está, en su mayor parte, en manos de la industria sino de los individuos. O sea en nuestras manos. Y de la misma forma que, quienes tenemos algo de conciencia sobre el tema, vamos diligentemente a los contenedores de vidrio, cartón, plástico o metal, luego nos acercamos al contenedor general y echamos una bolsa con contenido variopinto de restos de comida y todo lo inclasificable, cuyo único denominador común es que nos sobra en casa.

EL VERTEDERO.-

Pasa el camión y se lo lleva a un vertedero. Alguna vez una inoportuna huelga hace que se acumulen las bolsas junto al contenedor y ¡uy qué malotes! los basureros. ¡Está esto lleno de olores, insectos y otras alimañas…! Pero si la basura acaba en el vertedero está todo perfecto.

Si en Estados Unidos las estadísticas sobre basura tienen sus dificultades, en Europa sospecho que el problema es mayor. Esta tabla

Waste_generation_by_economic_activities_and_households,_2012_(thousand_tonnes)_YB15

con todo el respeto a Eurostat, tiene para mí algunas incongruencias, como que el desecho de la construcción y demolición sea casi diez veces más en Francia que en España. O que los daneses generen casi un 50% más de basura por persona que los españoles. Tal vez sea, pero lo que sospecho es que lo que los franceses, daneses o españoles llamamos basura no es exactamente la misma cosa.

En cualquier caso, en medio de la barahúnda estadística queda alguna cosa medio clara:

1. Los 505 millones de habitantes de la UE-28 generamos, directa o indirectamente, casi 5 Tm de residuos por persona al año. Según Eurostat (2012), 4.985 kilogramos para ser exactos

2. De esa cantidad, la mayor parte corresponde a construcción y demolición (33%) y minería y canteras (29%), cosas en la que los individuos poco podemos hacer, aparte de tomar conciencia e intentar influir en las normativas. Intentar.

3. La basura doméstica supone 213 millones de Tm (21,2 millones en España), a razón de 423 kilos por persona (453 en España, kilo y cuarto al día).

EL GAS DE VERTEDERO Y EL METANO.-

¿Qué sucede con la parte de todo esto último que acaba en vertederos? Pues que esa masa de variados productos y sustancias (50% de todo ello comida, según los californianos), distribuida en capas cubiertas de tierra, se va descomponiendo, biodegradando, a diferentes velocidades y con múltiples reacciones químicas –la digestión anaeróbica-, produciendo como uno de sus resultados lo que se denomina “gas de vertedero” (LFG o “landfill gas”) que lenta pero inexorablemente va encontrando su camino a la atmósfera. El LFG es básicamente metano -CH4- (40% al 60%) y el resto CO2, con algunos condimentos bastante indeseables como azufre, benceno, tolueno, cloro, flúor o bromo. Todo eso se suma al aire que respiramos. Y el metano es, además un gas con un potente efecto invernadero, porque su capacidad de atrapar calor es más de veinte veces superior a la del CO2. Es por ello que pese a su relativa corta vida en la atmósfera es considerado un “forzador climático a corto plazo”.

O sea que hay que cargarse el metano de los vertederos. El gas de vertedero, aunque menos calorífero que el gas natural, que es básicamente metano, también arde. Pues otra solución: se hinca un tubo gordo, se recogen los gases en profundidad, se pone un mechero, una chimenea alta y se quema el gas -el que se captura, que no es todo ni mucho menos-, con o sin aprovechamiento de energía. Claro que ello puede traer algunos problemas. Algunos fatídicos para las pobres aves rapaces que se posan en la chimenea sin saber que hay un mechero al acecho (vertederos atraen roedores, roedores atraen rapaces). Otros menos evidentes, como que en la combustión del LFG, si no hay un buen proceso de filtrado previo a la combustión, en la misma se producen las llamadas dioxinas y furanos, compuestos químicos proclives a regresar a la cadena alimentaria y que definitivamente no queremos encontrarnos en nuestra sopa.

LA DIFÍCIL MEJORÍA.-

O sea que mal. Lo de la basura es un mal rollo y con una solución complicada a menos que los políticos y sobre todo los individuos nos impliquemos. California, que se fijó como objetivo reducir sus emisiones por vertederos de 427 MTCO2e en 1990 a 85 MTCO2e en 2050, estaban en 478 MTCO2e en 2008. O sea que para atrás en lugar de mejorar. A nivel global, las emisiones de metano hasta 2030 se teme que aumenten hasta un 45%. También para atrás.

Una propuesta principal de la EPA en Estados Unidos es reducir la cantidad de comida que va a la basura y fomentar las redes de compostaje, para la descomposición aeróbica de los restos que lo permitan (vegetales, frutas, cáscaras de huevo, etc.). Sus estudios van indicando que resulta en conjunto más económico discriminar lo que tiramos a la basura y fabricar compost con buena parte de ello que llevarlo al vertedero. Y además los empleos que se crean están mejor pagados que otros en esa industria.

PROPÓSITO.-

¿Y usted y yo, qué hacemos? Asumiendo que haya leído hasta aquí… Bueno, yo, como pista, he optado por una compostera clandestina, en plan “moonshining” inverso. Y así espero producir un par de cientos de kilos de compost al año, lo que será menos basura en mi vertedero, que no sé dónde está, menos metano, menos dioxinas y cosas así. Y de paso me toca caminar hasta el escondite, a ver si así consigo no acabar como los pasajeros del Axiom… Por ahora el Seprona no me ha localizado, pero cuando lo haga seguro que vamos a tener una interesante charla.

P.S. Y en esta apasionante campaña electoral que nos amenaza ¿alguien ha oído a algún político hablar de estas cosas?

Les dejo con, «Down to Earth», por Peter Gabriel:

Lagarto Gigante Gomero (Gallotia Bravoana)

Pasé el invierno de 1960 en Manzanares, en La Mancha. Tenía trece años y no me enteraba aún de muchas cosas. Pero aprendí algo sobre los incendios. Una tarde-noche que un amigo y yo paseábamos por el pueblo con poco que hacer –casi nunca teníamos algo que hacer- nos encontramos de repente con una aventura: ¡nos pedían ayuda para ir a apagar un fuego! Efectivamente, corrimos hacia la estación y nos encontramos con un caserón en llamas, próximo a las vías del tren. Habían formado una cadena humana con cubos para hacer llegar al fuego el agua que extraían de una enorme locomotora de vapor –bueno, a mí me pareció enorme- y nos pusieron de eslabones. Pero al rato nos echaron, o nos fuimos, no me acuerdo, porque no había mucho que se pudiera hacer. En Manzanares, por lo visto, no había retén de bomberos. Pasó mucho rato hasta que llegó un camión de bomberos, de Valdepeñas o de Alcázar de San Juan, no sé. Pero sí sé que para cuando llegó, la casa había ardido.

No teníamos hidroaviones en Canarias… Hoy leo que tardan unas veinte horas en volar desde la Península. Súmenle que hidroaviones y helicópteros sólo pueden trabajar de día. Por ello, los hidroaviones que se enviaron por el MAGRAMA el 5 de agosto tardaron 45 horas en empezar a operar en La Gomera. ¿Cuánto se puede desmadrar un fuego forestal en un día y medio o dos días? Pues todo, se puede desmadrar todo.

Después de catorce días, nos queda ahora lo del “fuego subterráneo”, las casas quemadas, el inmenso daño ecológico a flora y fauna y cómo preparar un plan de recuperación. Y varias cuestiones a resolver:

1) ¿Ha habido imprevisión o mala gestión? Lees lo del Operativo Brifor del Cabildo de Tenerife y piensas, «esta gente lo quiere hacer bien». Pero… si el MAGRAMA dice que no actuó, aunque sabía de la existencia del incendio, porque “primero lo tenía que pedir el gobierno autónomo”, algo falla. O en Canarias, o en Madrid, o en el sistema.

2) Canarias, dada su distancia a la Península, necesita algún aparato grande en “stand by”, que le permita atacar los incendios en su fase temprana de forma contundente. Las posibilidades parecen ser:

• Un VLAT, un “very large air tanker”, del tipo del 747 Evergreen Supertanker o DC10. Caro –pero menos que lo que nos habrá costado esto- dicen que no apto para terreno escarpado, pero puede funcionar de noche. Para un aparato de esa velocidad el “stand by” podría ser para uso nacional.

• Algún helicóptero pesado del tipo Erickson Aircrane. Estos aparatos cargan más del doble que los Kamov en uso en España, de los que uno ha trabajado en Canarias. Los Aircranes son la respuesta principal en Australia, escaldada después del desastre de Victoria en 2009.

3) ¿Debería o no considerarse más el uso de aparatos basados en tierra que lancen agua mezclada con retardantes (que incluyen fertilizante y goma guar como espesante y por tanto reducen la evaporación de las descargas), en lugar de simplemente agua? Rand Corporation ha recomendado en su reciente estudio que la flota del US Forestry Service –USFS- sea una mezcla de hidroaviones “scooper” –del tipo que utilizamos en España-, con 2 a 6 VLAT’s y el mismo número de helicópteros pesados tipo Aircrane. El debate en Estados Unidos está en su punto álgido, después del grave incendio de Colorado de hace un par de meses y de que la Fuerza Aérea no permita volar a sus ancianos C130’s por problemas de seguridad. El jefe del USFS rechaza la conclusión de Rand de apoyarse en “scoopers” y aboga por más aparatos basados en tierra porque, dice, el uso de líquido con retardante es preferible al agua. ¿Existe este debate en España?

4) ¿Cómo llevamos la coordinación? ¿Se entiende el MAGRAMA con las comunidades de forma constructiva? ¿Existe algún cuerpo profesional de coordinación o lo hace todo el MAGRAMA? ¿Hablan las comunidades unas con otras? ¿Quién coordina la legislación ambiental y rural con la energética en cosas como la promoción de la biomasa en producción de energía y la limpieza de los bosques? El INIA – Instituto Nacional de Tecnología Agraria y Alimentaria- del Ministerio de Economía, nos representa en FireSmart. ¿Se coordina con el MAGRAMA? ¿Qué opina ASEMFO, la Asociación Nacional de Empresas Forestales? Un buen ejemplo de cómo se pueden hacer bien las cosas es el National Aerial Firefighting Centre de Australia, al que pertenecen los distintos estados y que coordina el uso de los medios aéreos e informa sobre todo ello, incluyendo la parte financiera, de la que en España nos olvidamos sistemáticamente. Por cierto, si vamos a hacer cosas en este tema, no pongan al frente a un político, por favor, pongan a un bombero… Vale.

En suma, deberíamos aprovechar este ígneo verano para estudiar qué podemos mejorar, en prevención, en punición, en extinción y tal vez, y sobre todo, en coordinación. Juntemos todo lo que sabemos, que por suerte y por desgracia es mucho, y a ver si arreglamos algo este tema. Los lagartos gomeros, y los palmeros, nos lo agradecerán. Y los demás también.

Ver también: «Está España que arde»

(para los aficionados a la aeronáutica, aquí les dejo con un par de vídeos sobre el helicóptero Aircrane y algún alarde de pilotaje al repostar)

Hace unos días hablaba con una de mis hermanas, que vive en Port Bou. Desde su terraza frente al mar puede ver el puesto fronterizo, de lo que antes era frontera con Francia, en una carretera que asciende bordeando la costa. Me contaba turbada cómo un incendio forestal había atrapado a una cantidad de personas en sus coches, incapaces de avanzar o retroceder. Envueltos en humo y asustados por la ferocidad del fuego avivado por la tramontana, los veía intentando descender la escarpada ladera hacia el mar. Quiso el infortunio que madre e hija de una familia muriesen al caer sobre las rocas. Una más de las tragedias que el fuego en el monte nos ha traído en este caluroso verano. Pilotos, bomberos, soldados, luchan por dominar fuegos que surgen aquí y allá sin que parezca que seamos capaces más que de pedirles coraje a los que están en primera línea. Algunos se dejan la vida en ello.

¿Y cuál es la pérdida económica? ¿Y cómo medimos el perjuicio medioambiental?

Arde Garajonay, ardió la Caldera de Taburiente, sigue ardiendo mi isla de La Palma. Mientras nos abanicamos, arde Canarias, arde Galicia, arde Castilla, Baleares, se nos quema España.

He mirado la web del MAGRAMA, Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Acaban de incorporar una sección, “nueva”: estadística de incendios forestales. La tabla, MUY BÁSICA, que cubre 11 años, 2002-2012, confirma la gravedad. Aunque el número de siniestros entre el 1 de enero y el 5 de agosto se mantiene relativamente estable, la superficie forestal quemada este año es de 132.300 Ha., frente a 66.887 Ha. de media. El peor año de la serie. Y con 22 incendios de más 500 Ha., todos los equipos disponibles están más que ocupados.

¿Qué más hacer?, con mis disculpas a los expertos:

1) Más mantenimiento preventivo, con sus medios. El MAGRAMA dice tener 28 Brigadas de Prevención y habla de convenios con las comunidades autónomas, pero no dice bien “quién hace qué”. Generalitat Valenciana: el “Plan de Prevención de Incendios Forestales” que muestran, es para 2008… Medios, presupuestos, los folletos que repartieron, todo. Penoso. La prevención está delegada a la empresa pública VAERSA, que ha preparado planes para zonas concretas. Elijo el Parque Natural del Carrascal de la Font Roja, que le tengo cariño. El plan es genérico y carece de fechas pero por las referencias históricas de incendios que utiliza, de 1994-2003, cabe adivinar su poca actualización. En suma, no dudo que el MAGRAMA hable con VAERSA, pero sí dudo que la prevención se esté realizando con criterios uniformes y sospecho que algunas comunidades van a remolque. Leo que Castilla La Mancha acaba de abonar lo que debía de los planes de prevención de 2009 y 2010, y así.

2) Más coordinación y tecnología. MAGRAMA, comunidades autónomas, diputaciones, ayuntamientos, empresas públicas (Tragsa, Vaersa y otras), empresas privadas (sobre todo Inaer), la Unidad Militar de Emergencias (UME), cada uno con bases operativas distintas, informática y sistemas de comunicación seguro que diversos, medios y criterios dispares, leyes varias, planes reinventando la rueda, no inducen al optimismo.

Y el caso es que cuando te tropiezas con algo como el “Proyecto Prometeo” te entra algo de esperanza. Con Hispasat, el INTA, Indra, Tecnalia, más de media docena de universidades, el Centro de Supercomputación de Castilla y León, el ISDEFE, Telvent-Schneider y liderado por Inaer, principal empresa de medios aéreos para incendios forestales en España, el conjunto de ciencia y experiencia hacen pensar que es algo serio. Pero por ahora no lo cuentan. ¿Funciona esto? Sólo tres comunidades parecen estar en ello. El Magrama ha asistido a un «workshop» inicial, pero ni se sabe si está, ni habla, de este proyecto. Misterio.

3) Más medios de extinción. El Magrama cuenta con diez Brigadas BRIF repartidas por el territorio. Cada brigada consta de 3 equipos, que permitan los relevos, de 17 personas, 2 helicópteros y 5 personas de apoyo. O sea 55 personas. Total 550 personas en las diez brigadas. Algo más de una persona por cada 100.000 Ha. de territorio nacional, en un país con más de cinco millones de parados… Las comunidades autónomas tienen cada una medios, pero es muy difícil evaluar el total contando con los solapamientos, desactualizaciones y explicaciones vagas. La Unidad Militar de Emergencias explica bien lo que hace y parece estar bien organizada pero informa de sus medios a modo de catálogo, sin expresar cantidades. ¿Se justifica que el 92% de las actuaciones de la UME en 2011, 46, sean incendios forestales? El problema se ha de producir cuando coinciden, como es el caso, varios incendios simultáneos.

Finalmente, y hablando de Inaer, la antigua Helicsa, rociadora de tomateras en Alicante en su origen, es el mayor contratista privado de actuaciones aéreas en España, incluyendo entre ellas los incendios forestales. Parece que hasta el 70% de los aviones y helicópteros que se mueven son suyos. Aparte de helicópteros diversos, el “backbone” de su flota de aviones de extinción de incendios son los Canadair CL-215 «Scooper», relativamente vetustos aunque eficientes y los Air Tractor AT-802, pequeños. El Ejército del Aire utiliza el 215-T y el más moderno Bombardier CL-415 o «Super Scooper», sucesor del «Scooper». Nada que objetar. Pero cuando uno ve el video, publicitario y todo, del Evergreen Supertanker, no puede evitar pensar porque no tenemos un par o tres de ellos aparcados permanentemente por aquí. En el aeropuerto de Ciudad Real, por ejemplo. O a La Palma me pueden llevar uno.

Y si es por el dinero… vendemos un par o tres de Eurofighters y asunto resuelto.

Porque todo esto es lo que de verdad nos tiene que preocupar de que arda España. No los sindicatos, Gordillos y otros personajillos con vocación incendiaria.

Bueno, y no sigo, ¡que hace mucho calor!

Ver también: «De Palmero a Gomero»

Space Shuttle riding 747Hace seis años o así, me vi metido sin querer en aquello del “¡Teruel Existe!”. Bueno, sin querer no, porque a Teruel, tierra de mi madre, sí que la quiero. Me metí por cosa del trabajo, quiero decir. Encargó Infoinvest a la empresa que yo dirigía, que les ayudáramos en la comercialización del parque industrial Platea, en la propia capital de la provincia. Pese a lo consolidado del vecino polígono La Paz, confieso que nunca fui optimista con aquel proyecto. Demasiado suelo industrial para la zona. Pero “la pela es la pela”, así que aceptamos el encargo e hicimos lo que pudimos, que fue poco. Hoy me he metido en la página web de Platea y lamento constatar que mi escaso optimismo estaba justificado.

Aunque, en verdad, en mi visita a Teruel me encontré con un tema que me pareció muy interesante: la instalación de una planta de reciclaje de aviones en los terrenos del antiguo Aeródromo de Caudé, resto de la Guerra Civil que fue luego base de prácticas de tiro del Ejército del Aire.

Siempre me fascinó lo del desierto de Mojave y las filas de aviones asándose en el polvo del desierto. Pero me he estado mirando lo de la industria del reciclaje de aviones y la cosa tiene más enjundia que la del mero aparcamiento. Algunas conclusiones: Lee el resto de esta entrada »

Madrid T4, ¿bonito, eh?, pero ya está hecho

Me he decidido a dar el salto a “las Américas”, como los toreros y los cantantes que se precien. La verdad es que he tardado, porque mi devenir profesional me había convertido en un “europeíta”, como esos holandeses que viajan siempre con gabardina, sea invierno o verano. Me había acostumbrado, por ejemplo, a ir a París, Londres o Frankfurt con ida y vuelta aérea en el día y el apoyo terrestre de Les cars Air France, la oyster card o Deutsche Bahn. A mi regreso, cuando alguien sabía que acababa de volver de París me solía decir algo como “¡qué bonito! ¿te lo habrás pasado bien, verdad?”. Yo respondía afablemente, escondiendo la mala oyster, como los buenos tenistas.

Pero se ha acabado, me he cambiado de continente. Bueno, sigo yendo a Milán y alguna otra ciudad europea, pero ya no en “rush hour”, y además en Milán el risotto es excelente. Lee el resto de esta entrada »

A ver si bastan...

La enorme Placa Pacífica empuja y empuja de forma inexorable a la pobre Placa de Okhotsk, a razón de 8 ó 9 centímetros al año, así por cientos, miles de años. Ambas resisten, constreñidas por las placas tectónicas que las rodean. Se acumula la tensión. Los diminutos humanos poco podemos hacer, salvo medir e intentar predecir y protegernos.

En el largo plazo, sismólogos que utilizan complejos modelos matemáticos, apoyados en redes de GPS, intentan conocer el movimiento de las placas. Lee el resto de esta entrada »

Taxi y buseta bogotanos. No mal, sólo que hay muchos...

Diez o doce horas de asiento en clase turista le dejan a uno el trasero plano y el cuello retorcido a base de cabezadas, en el duermevela de esas horas en que no se sabe bien, en el va y viene, si es de noche o de día. Este febrero he estado en Ciudad de México y en Bogotá. En lo de las habichuelas, ya saben. Como no está la cosa para dispendios he utilizado diez aviones distintos (Spanair, Lufthansa, Continental, Delta y Ryanair) en las dos idas y vueltas, incluyendo aquello de “whether you go to Heaven or to Hell you have to change in Atlanta”…

Que tampoco es como para hacerme la víctima. Al fin y al cabo hay un montón de gente por ahí viajando todos los días bastante incómodos. En los países emergentes, que ya tenían sistemas poco eficientes por falta de recursos, ahora que los recursos empiezan a estar disponibles, no pueden seguir el ritmo de crecimiento de la población urbanita. Es imposible que Ciudad de México, con más de 21 millones de personas, no te impacte. Por más que interrogué a mi taxista, no pude desentrañar cómo la gente acaba averiguando qué “camión” (por autobús en México), de los 30.000 o así que ruedan por la ciudad, le lleva a la parte de su colonia en una sub-ruta, “derrotero”, entre los cientos, o miles, que existen. No pude viajar en metro, como hubiera querido, pero escucho que es extenso y afortunadamente funciona relativamente bien.

Bogotá, pese a su menor tamaño, no le anda a la zaga en congestión. Al no disponer de metro todo el transporte de personas es de superficie y el tramado urbano digiere con dificultad el volumen. Se basa en unos 20.000 buses, busetas y colectivos (según talla), de muy diversas antigüedades, entre nuevecitos y decrépitos. Está ya operativa una nueva red, réplica del trazado de un inexistente suburbano, llamada “Trans-Milenio”, autobuses modernos con carril propio, muchos, pero también sobrecargados aunque la red se está ampliando. La sustitución de los buses y busetas habituales por este nuevo sistema ha traído de rebote el desarrollo de “bici-taxis” de afinidad asiática, ilegales, que te acercan de la parada del Trans-Milenio a tu antiguo derrotero.

(¡Y luego hay gente que se queja del metro de Madrid!)

En vista de lo precario del transporte urbano, el complemento habitual es el taxi, de los que no he conseguido averiguar bien cuántos funcionan, pero parece que son en el entorno de 110.000 en Ciudad de México y 50.000 en Bogotá, a los que se unen unos 40.000 y 15.000 ilegales más respectivamente (fuente: Amed y Edison, mis respectivos y amables taxistas…).

Para que les sirva de comparación, Nueva York tiene unos 4.400 autobuses y 10.000 taxis (“Yellow Cabs”) y Londres unos 6.800 autobuses y 19.000 taxis.

Resultado: contaminación indeseable y desde luego un panorama urbano que lleva a creer a ratos que esos países están fatal.

¡Pero no se equivoquen…! Ni piensen que la gente anda a tiros por las calles. Vienen de atrás, hay mucha diferencia entre las clases sociales más altas y las más bajas, etc., pero estos países están creciendo, y lo están haciendo rápido. Y tienen ganas de prosperar, saben «de qué pie cojean» y saben que lo tienen que hacer trabajando. Es más, creo que lo de la cojera lo tienen más claro que los españoles. Por ejemplo, me he encontrado con la agradable sorpresa de que estos dos países no se paran nunca, ni en verano ni en invierno, y que muchos oficinistas están en su puesto a las siete de la mañana. Una arquitecta a la que visité me comentó de fijar un reunión a las 6:30 am. No le dije que estaba loca de puro milagro…

Nuestro comercio exterior con Colombia es ínfimo, 896 millones de euros (2010), o sea nada. Poco más del 1% del que tenemos con Francia. Con México, algo mejor, 5.744 millones, tampoco mucho comparando con Francia (59.533 millones). Naturalmente en ambas balanzas estamos en déficit.

México y Colombia crecen, tienen población joven, ganas de trabajar, están recibiendo inversión externa creciente (americanos en México, chinos, brasileños, chilenos en Colombia). Los indios compran tierra en Colombia porque América del Sur tiene un bien que los asiáticos saben apreciar: el 25% del agua dulce del mundo, imprescindible para la agricultura que alimente a sus enormes poblaciones.

Les hacen falta infraestructuras, mejores puertos y carreteras, ferrocarriles, mejores calles, metro, hay un montón de trabajo y de oportunidades. Las empresas españolas, todas, no sólo las grandes, deberíamos aprender a asociarnos más con gente de allí, con la que compartimos tan gran idioma y cultura, y aprender a aprovecharlas juntos.

Taxi VW Milano eléctrico, ¿el futuro?

Hasta los 5 ó 6 años los Reyes Magos me tuvieron enredado con su historia y me la creí de forma casi desinteresada. Allá por 1952 me trajeron una pequeña carreta del oeste de madera con cubierta de lona y sus caballitos de tiro –también de madera, no crean-. En la carreta, unos saquitos llenos de monedas, no me acuerdo pero supongo que perras chicas. O sea que me tocó Melchor. No sé qué habría hecho con el incienso. Y mucho menos con la mirra, que no sabía, ni sé muy bien lo que es. De las perras chicas hice buen uso, dando vueltas en un tiovivo de la feria y comiendo papelón.

Bonitos recuerdos y la verdad es que me gustaría seguir creyendo. Y a ver si de paso conseguía algunos saquitos de esos, aunque fuesen de monedas y no de billetes. Pero he estado echando números y no me salen las cuentas, porque allá por 1952 éramos unos 2.600 millones de personas en este mundo y hoy somos unos 4.000 millones más. O sea que cada minuto, ¡cada minuto!, nacen algo más de 150 niños en el planeta Tierra. Y a mí que no me digan que estos señores con unos camellos son capaces de repartir juguetes a todos. Así que por algún lado hay truco: o los Reyes Magos son más de tres, cosa que por cierto la Biblia no acaba de aclarar, o tienen ayuda de más gente que no son reyes ni nada y nos tienen a todos engañados amparándose en la oscuridad de la noche. En fin, dejémoslo estar por esta vez, pero algún día habrá que aclarar quién está enterrado en Colonia…

A lo que voy, realmente, es a lo de los 4.000 millones de personas más. O sea unos 7.000 millones hoy y subiendo. Y toda esa gente tiene, tenemos, que comer. Unos 1.000 millones de los de hoy no lo hacen de forma suficiente. Y según el índice FFPI –FAO Food Price Index- los alimentos han subido de precio alrededor del 70% desde el año 2000 al 2008, lo que empuja a cada vez más gente a la miseria nutricional (de lo que los disturbios de Argel de ayer mismo o los robos de grano en Méjico son síntoma).

La creciente demanda de alimentos por el incremento de población y por la producción de bio-combustibles está causando un conjunto de acciones del que hablamos poco, pero que tiene consecuencias trascendentales y difícilmente reversibles, “the last land grab”: fondos de países con gran capacidad financiera están comprando masivamente terrenos en países pobres para convertir espacio que hoy está ocupado mayoritariamente por bosques o selva, en suelo cultivable. Los compradores, por orden de importancia (2008): Corea del Sur, China, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Japón. Los destinos de su inversión, también por orden: Indonesia (donde los saudíes habían comprado hasta 2008, 16.000 km2), Madagascar (los coreanos del sur, 13.000 km2), Filipinas (los chinos, 12.400 km2), Sudán (coreanos, EAU y saudíes, 10.800 km2), Laos o Brasil.

Debería parecer que todo esto es al fin y al cabo una cosa buena. Poner tierra en producción agrícola para tener alimentos suficientes para un mundo en expansión. Pero la escala y naturaleza de la operación es ciertamente inquietante e indeseable por varios motivos, tal como denuncian las ONG´s Grain y RRI –Rights and Resources Initiative-:

1. No existe prácticamente control sobre lo que está sucediendo y las inversiones se realizan en países con sistemas democráticos inexistentes o poco establecidos. Y por tanto susceptibles de prácticas corruptas a costa de los más débiles. Ni siquiera el Banco Mundial en su reciente informe sobre la materia, acaba de arrojar suficiente luz sobre lo que sucede, más allá de que el proceso se acelera: la cifra que se maneja de terrenos adquiridos en países “pobres” por países “ricos” alcanza en 2010 los 46 millones de Ha., 460.000 km2, casi la superficie total de España.

¿Podemos ayudar sin estropear?

2. La aplicación de criterios de producción extensiva de cultivos de alta demanda (como la soja o el aceite de palma para bio-combustibles) se hace a costa de una deforestación acelerada y rotura de sistemas ecológicos milenarios, con daño no únicamente a fauna y flora, sino a las propias comunidades indígenas que bien podrían recibir más perjuicio económico que beneficio de este proceso. Da la impresión de que vuelven “Las Uvas de la Ira” y no en vano se habla ya de la “colonización del siglo XXI”.

Ignoro si en España tenemos postura en este tema, pero me atrevo a pensar que algo podríamos hacer, y que fuese bueno para esos 150 nuevos niños por minuto. Y de los Reyes Magos vamos a fiarnos lo justo…, no vaya a ser que vengan ¡A la Conquista del Oeste!

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