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Indian Powerplus c.1917

«Transcurría el verano caliente y seco de 1921, en los días de mi juventud…. Un niño, que después no volví a ver, me condujo gustoso a la planta eléctrica, a media legua de la aldea, junto al abrevadero público de la carretera.

Una motocicleta inglesa de dos cilindros, de la firma Indian, había quedado enterrada hasta sus ejes, y con rugiente fuerza hacía girar la correa de una dínamo. Ésta estaba formada por dos cortos troncos y temblaba al dar vueltas tan deprisa. En el sidecar un hombre ya mayor fumaba un cigarro; junto a él se levantaba un poste alto con un foco que iluminaba el día. Lo rodeaban carretas con caballos sin enganchar que comían su pienso. Lee el resto de esta entrada »

“Venezuela caerá en manos de una multitud de tiranuelos demasiado pequeños para hacerse notables y pertenecientes a todos los colores y a todas las razas” (Simón Bolívar en su lecho de muerte, diciembre de 1830)

Desembarcamos del Serpa Pinto en La Guaira una mañana de marzo. Mi madre disgustada, porque un aduanero no le había dejado pasar a sus dos canaritos, que se quedaron a bordo con el cocinero. El único canario de nuestra familia que consiguió desembarcar fui yo. Nos golpeó el trópico de la costa del Caribe. Yo tenía siete años y todo me pareció nuevo y fascinante. Entramos en un bar y me pusieron delante una botella de Pepsi Cola. La tapa de hojalata me pareció el gran invento, a tal punto que mi pandilla y yo conseguimos más tarde una colección de algún millar de ellas. Al día siguiente, en Caracas, fuimos a un supermercado estilo americano, con congeladores llenos de helados, largos estantes abarrotados y… carritos de la compra, los mismos que he llegado a odiar. Por la tarde, a un lado de la Autopista del Este, desde el Chrysler de la familia vi mi primer anuncio luminoso: “Mira, Admira, Admiral”…

¿Qué es la televisión?

Nunca antes había visto, ni sabido que existiesen, ninguna de esas cosas, ni Chrysler, ni autopista, ni anuncio luminoso, ni televisión, ni carrito del super, ni botella de Pepsi… ¡Venezuela era El Dorado!

El 1 de enero de 1958 se levanta en armas la base de la fuerza aérea de Maracay y sus “camberras” amagan el bombardeo del Palacio de Miraflores. Ya se imaginan… tampoco había visto fuego antiaéreo ni tanques por las calles… A partir de ahí se inicia una democracia de cincuenta años que confiemos que no acabe como el “gallo de morón”. No han tenido suerte con la política, con los políticos, los venezolanos tampoco. Y ello pese que algunas cosas les juegan a favor, como una prensa que ha sabido ejercer su independencia y un pueblo que todavía cree que el debate político sirve de algo.

Anteayer murió Rafael Caldera, dos veces presidente del país. Muchos piensan que uno de los pocos políticos bienintencionados que ha habido por allí, aunque para algunos cargue con la amnistía de Chávez. La historia dirá quién se salva: ¿Medina Angarita, Rómulo Bethancourt, Leoni, el propio Caldera? Pero frente a ellos, caudillismo y golpismo dejan un balance dudoso para el siglo XX. A ver cómo les va en el XXI.

Venezuela y su gente se merecen algo mejor. A Hugo Chávez le han votado, pero si se entretiene en juegos de guerra con su vecina Colombia, en amistades peligrosas con Fidel o Ahmadineyad o en sembrar la división social en su propio país, es comprensible que muchos piensen que su hoja de ruta es fatal.

“¿Hasta cuándo podrá durar este festín? Hasta que dure el auge de la explotación petrolera. El día en que ella disminuya o decaiga, si continuamos en las condiciones actuales, habrá sonado para Venezuela el momento de una de las más pavorosas catástrofes económicas y sociales”. El párrafo es de “El Festín de Baltasar” de Arturo Uslar Pietri, que siempre se preocupó por la economía petrolera, y ya en 1936 defendía que había que utilizar el petróleo no para pagar más importaciones, sino para buscar nuevas fuentes de ingreso para el país y crear fuentes de producción que contribuyesen a un desarrollo sostenido. ¿Les suena esto?

Porque, después de todo, Venezuela no es El Dorado.

Ranchos de Petare

…canoero del rio Arauca,
no sea malo páseme pal` otro lao
canoero del rio Arauca,
no sea malo páseme pal` otro lao
que me viene persiguiendo el gavilán colorao
gavilán pío pío, gavilán tao tao
gavilán pío pío, gavilán tao tao…
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Venezuela produjo en 2008 2.394.000 barriles de petróleo crudo por día, aproximadamente el 3,2% del total mundial. Pese a su riqueza petrolera, puede aceptarse que para un país de 25 millones de habitantes el ingreso fiscal derivado del petróleo no es la solución universal a todos sus problemas. Pero también es cierto que otros países viven sin él. Y que con petróleo o sin él, Venezuela sigue siendo un país que no ha conseguido resolver sus desigualdades sociales y económicas. Con un índice de Gini de 48,2, se encuentra en el pelotón de los países con peor distribución de la riqueza. Aunque debe decirse que otros doce países latinoamericanos están aún peor.

Hoy leía noticias desde el Reino Unido aludiendo a la eventualidad de que las inversiones turísticas en Portugal se beneficien de la percepción que tienen los europeos sobre la crisis inmobiliaria en España.

Deseo, por supuesto, que a Portugal le vaya muy bien. Pero, también por supuesto, no tengo ningún deseo de que ello suceda a costa de España.

Cada vez que leo estas cosas aumenta mi creencia de que estamos perdiendo un tiempo precioso en tomar iniciativas para que nuestros vecinos europeos, que son nuestro principal mercado para el Turismo en general y para el Turismo Residencial en particular, nos conozcan mejor.

Y como además creo que los extranjeros que compran en España son en su mayor parte personas maduras (de 45 ó 50 años hacia arriba), para conseguir algo de inspiración he vuelto a repasar un libro que compré hace unos años, titulado Retirement Places Rated, de David Savageau. El libro analiza 187 poblaciones de Estados Unidos, dando a cada una de ellas una puntuación en función de varios factores. Con todos ellos, a través de un sistema de pesos relativos, establece una clasificación de “los mejores sitios para jubilarse”, lo que me parece una forma de presentar la información que también sería útil para cualquier persona europea que quiera residir total o parcialmente en España  en su jubilación.

Savageau utiliza seis factores: coste de la vida, clima, criminalidad, servicios, trabajo y ocio y sobre todos ellos utiliza con rigor criterios de objetivación. Y aunque el mecanismo de pesos puede ser subjetivo, ya que cada uno valoramos más o menos cada factor en función de nuestra edad, personalidad o gustos, el resultado final es satisfactorio. El ocio (navegar, pescar, golf, excursiones, etc.) o el clima o la seguridad, tienen valores distintos para cada persona, pero en términos generales puede afirmarse que a igualdad de coste, todos preferimos mejor clima y más ocio, seguridad o servicios. E incluso trabajo, si conservamos tal gusto o necesidad a partir de cierta edad.

Como muestra de su contenido, el libro desarrolla el factor clima de forma exhaustiva, abundando en lo que denomina la zona de confort de temperatura. La define como aquélla por encima de la cual la mayoría de las personas nos sentimos incómodos, por demasiado calor, y por debajo de la cual también estamos incómodos, por demasiado frío. Asigna entonces puntos positivos o negativos para los días en que una población concreta tiene temperaturas dentro o fuera de dicha zona y con ello construye puntuaciones para cada ciudad. Parece una técnica aceptable, que extiende al resto de factores utilizando las estadísticas más apropiadas y disponibles para cada caso.

El sitio más “confortable”, por cierto, para vivir en Estados Unidos, desde el punto de vista del clima, es Laguna Beach-Dana Point, en California (que coincide que  conozco y que únicamente tiene el inconveniente de que a las serpientes de cascabel también les gusta ese excelente clima) y el peor Palmer-Wasilla en Arkansas (¡aunque es un buen sitio si a uno le gusta practicar el rodeo!). Y el mejor sitio cuando se ponderan todos los factores resulta ser Fort Collins-Loveland en Colorado contra el peor, Pike County en Penssilvanya (donde deben odiar rabiosamente a este señor Savageau)

Ordenada y ofrecida la información a nuestros clientes, el paso siguiente, más difícil todavía, es mejorar. Cuando hace unos días escuché al Sr. Miguel Sebastián referirse al sol como el “petróleo español”, pensé que la afirmación, además de simplista, parecía pretender que nos animásemos porque “tenemos sol y ya está”, como si fuésemos Arabia Saudita con el petróleo. Y precisamente es a partir de que tenemos sol, que hay que ponerse a pensar en sus complementos necesarios para hacer nuestro país más agradable al nuevo residente, mejorando en todos esos factores que arriba cito.

Conseguir que nuestros vecinos europeos tomen más y mejores decisiones de compra es hoy trascendental además de urgente.

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