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Ln InfographicMe confieso, si no adicto, sí firme creyente en la revolución que están suponiendo, y sobre todo van a suponer, las redes sociales. Y no descubro nada si señalo a LinkedIn como una herramienta fundamental para el desarrollo de los negocios. Si no de todos, sí de muchos. Uno, el mío. Por eso miro.

Una de las cosas que LinkedIn te permite es conocer cómo piensan tus clientes o asociados potenciales o cuáles son las inquietudes de las zonas o países en los que tienes interés como empresario. Te permite conocer a las personas, te relaciones o no con ellas directamente, a través de los grupos a los que pertenecen. Y si son activos en compartir comentarios u opiniones, te permite además saber cómo razonan. Base esencial para la construcción de la empatía. Base esencial a su vez para fomentar los negocios.

Yo controlo un par de “grupos de grupos”. O sea una especie de ecosistemas de intereses profesionales:

• Uno, sobre los edificios de oficinas, sus mercados y las profesiones que sobre ello orbitan (World Office Forum, llamémosle Grupo A), con vocación internacional. En este grupo mi objetivo es que “España pese poco” y que los participantes sean de cuantos más países mejor. Unos setenta países están ahí representados.

• Otro, sobre los activos adjudicados, los inmuebles en manos de entidades financieras (Gestión de Activos Adjudicados, llamémosle Grupo B), de alcance sobre todo español. En este caso buscamos que inmobiliarios de todas las regiones, o comunidades autónomas en España, participen y discutan.

Sigo ambos “ecosistemas” con minuciosidad, a diario. LinkedIn te permite saber bastante bien cómo avanzas en tus objetivos. Y hace tiempo que me pregunto: ¿y qué pasa con Barcelona?

No será que me llevo mal con los catalanes, que no lo es. Tengo amigos y aliados catalanes. Mis cuatro hermanos eran catalanes. De las dos hermanas que me quedan una vive en Cataluña y la otra tiene casa allí. Me gusta Barcelona. Arranqué Barcelona Meeting Point. Me gusta el suquet… No, yo no soy, no creo.

Pero juzguen:

• Grupo A (1.826 miembros): Madrid, 22%. Barcelona, 7%.
• Grupo B (1.393 miembros): Madrid, 48%. Barcelona, 9%.

No creo que estos porcentajes se correspondan con el peso económico relativo de Madrid y Barcelona. Me ha picado la curiosidad (lo del “¿seré yo?”). Así que me he metido a bucear en otros grupos populares de los sectores que conozco:

• España Inmobiliaria (3.131 miembros): Madrid, 31%. Barcelona, 12%.
• Real Estate Press (1.904 miembros): Madrid, 46%. Barcelona, 12%.
• ICEX España Exportaciones e Inversiones (13.845 miembros): Madrid, 27%. Barcelona 12%.
• Eficiencia Energética de la Edificación (9.398 miembros): Madrid 27%. Barcelona, 14%.

O sea no soy yo. ¿Será entonces que a los catalanes no les gusta LinkedIn?

A ver. Tienen los catalanes buenas ingenierías, en mi opinión. ¿Qué dicen los grupos de LinkedIn al respecto? Esto:

• TIC Catalunya (6.026 miembros): Madrid 2%, Barcelona, 81%.
• Enginyers/es Industrials de Catalunya (3.495 miembros): Madrid, 4%. Barcelona, 78%.
• Enginyers de Camins, Canals i Ports de Catalunya (962 miembros): Madrid, 3%. Barcelona, 67%.

Pues no, no es LinkedIn. ¿Y qué pasa con otros grupos en LinkedIn de ingeniería españoles?:

• Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (6.612 miembros): Madrid, 30%. Barcelona, 12%.
• Ingenieros e Ingenieros Técnicos en Informática de España (7.709 miembros): Madrid, 53%. Barcelona, 5%.
• Ingenieros por el Mundo (7.047 miembros): Madrid, 21%. Barcelona, 9%.

Y:

• Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Valencia (496 miembros): Valencia, 56%. Madrid, 7%. Murcia, 6%. Barcelona, 0,2%.

No les canso más. A mí me queda claro que los profesionales catalanes, o una buena parte de ellos al menos, se están auto-excluyendo del devenir económico español. Probablemente en la creencia de que mirando hacia dentro les va a ir mejor. O tal vez, bueno casi seguro, influidos por razones culturales o políticas en las que el idioma tiene bastante que ver. Y que al resto de los españoles la «ny» los frena. Claramente “ñ vs. ny”. Para mí un “ingeniero de caminos” y un “enginyer de camins” es lo mismo. Y las oportunidades profesionales son válidas ya se originen en Madrid o en Barcelona. O en Estambul o Astana. Lamentablemente muchos no lo entienden así. O sí que lo entienden, pero se comportan como si no.

Como colofón, me he metido a estudiar los proyectos de una empresa de ingeniería y arquitectura, catalana, mediana. Una buena ingeniería, con capacidad para hacer proyectos fuera de Cataluña y fuera de España. Muestra en su web algo más de 240 proyectos. De ellos, 220 se han desarrollado en Cataluña, 17 –que yo vea- en el resto de España y 6 fuera de España. Estratégicamente, con todo respeto, yo creo que están equivocados. Tener hoy más de un 90% de tu negocio en un territorio de la dimensión de Cataluña, es un grave riesgo.

Mirar hacia fuera y trabajar juntos son claves de nuestra salida de la crisis. Si LinkedIn efectivamente representa a nuestro tejido empresarial, tenemos un problema que trasciende de lo político. Los catalanes y todos los españoles. En el peor momento.

(twitter.com/oldzano)
(es.linkedin.com/in/jjzanoletty/)

Remolcador ValiñaHace unos días desayunaba con “La 2”. Pasaban un programa que se llama “Aquí hay trabajo”. Podía añadir que debe ser el único sitio de España, si quisiese ser ácido. Dejémoslo. No dudo de la buena intención del programa, pero le falta imaginación y es un punto deprimente. Mostraban un “taller ocupacional” en no sé qué sitio de Andalucía, con un grupo de hombres y mujeres aprendiendo a poner ladrillos, construir una arqueta y cosas parecidas. Albañilería básica. Alguno de los alumnos contaba su atribulada historia: que había sido peón en la construcción, que luego puso un bar que le fue mal, que había estado unos meses de camarero y que ahora llevaba año y medio sin trabajo. Y así varios. ¿Más albañiles?

El mayor problema que tiene España, seguro, es el de tres o cuatro millones de personas de muy difícil “empleabilidad”, por usar un “palabro” que no sé si la RAE tiene aprobado. Luego lo miro, porque estoy en un avión y no tengo el diccionario aquí a mano (no está, que ya he aterrizado…). Desde que allá mediados los noventa empezaron la construcción y el turismo, sobre todo, a tirar de la economía española, el mundo ha dado unos miles de vueltas y la sociedad española y sus gobiernos sucesivos han sido, hemos sido, incapaces de entender cuánto cambiaba en el entorno global, gota a gota, vuelta a vuelta. En los últimos tres lustros hemos pasado de la realidad, a secas, al espejismo y de vuelta a la realidad, esta vez cruda. A ver cómo conseguimos ahora volver a la realidad a secas.

En ello andaba yo en el otoño de 1960, cuando con mis padres aterricé en La Mancha. Bueno, en realidad llegamos en tren. De hierro. De regreso de la emigración buscó mi familia el apoyo de la familia hasta saber a dónde íbamos a parar. Así que acabé en un instituto de bachillerato “laboral” que llevaba una comunidad de frailes en Manzanares. Allí, mezclado con cosas esenciales, como saber dónde está El Bierzo, empecé a manejar la lima y el garlopín. Se me ha quedado la idea de que aquellas clases de mecánica y carpintería no eran mala cosa.

Bueno, lo de mecánica no es más que un eufemismo, porque en realidad a lo único que me enseñaron es a limar. Fue toda la mecánica que aprendí en los meses que pasé en aquel colegio. Llegabas a clase y te daban un dibujito de una pieza sencilla, un trozo de hierro y una lima. Y a limar. No se imaginan lo difícil que es dejar plano y a medida un trozo de hierro. Plano que cuando lo apoyes en una superficie plana de verdad, hagan contacto al 100%. Y a la medida de lo que te piden, que también aprendí a utilizar un calibrador. De eso trata la cultura del hierro, que lo que en carpintería se arregla con unos buenos martillazos o en albañilería con un poco más de yeso, y más mazazos, con el hierro no es tan sencillo.

Pues por ahí es por dónde yo creo hay que atacar. Tenemos que insistir con el hierro. Menos ladrillo, menos madera y más hierro. ¿Qué exportamos? Coches…. hierro. Trenes… hierro. Acabo de leer que Arcelor con otro puñado de empresas han desarrollado en Asturias un nuevo modelo de raíles para trenes de alta velocidad, ¡bien! … hierro. Hemos perdido casi toda la construcción naval, pero todavía somos capaces de construir y vender barcos, ¡hasta portaviones!, si nos ponemos. O petroleros para Pemex. ¿Y qué exportan alemanes, ingleses, italianos, suecos, americanos, japoneses, coreanos?… mucho hierro.

En España la cultura del hierro está por el norte. Vascos y navarros sobre todo. Asturianos, aunque no han evolucionado lo suficiente, me temo. Y no hablo sólo de coches, que ya sé que también se fabrican en Aragón, en Castilla León, en Galicia o en Cataluña. Hablo de Cultura del Hierro. Hablo de enseñar a los jóvenes y a los obreros de la construcción en paro, a pensar con precisión de hierro, a un caldo de cultivo hacia más metalurgia en nuestra producción. A un reciclaje de nuestra economía, en cuanto a trabajadores manuales, que se ocupe menos de formar albañiles, camareros o cuidadores de ancianos. Mira uno los cursos del INEM y sus aledaños, incluyendo academias y sindicatos, y no parecen haberse enterado de que por ahí pasa la “empleabilidad” de esos millones de trabajadores que están en la lista del paro. ¿Y qué piensa la ministra? ¿Que es una apuesta? Pues es posible, pero más vale el “¿Qué Apostamos?” que el “Ahora Caigo”…

Detrás de los diferenciales de desempleo entre regiones algo hay de esto.

Por cierto, si enseñan a limar, controlen bien quién se apunta a los cursos, porque en algunos sitios el manejo de una lima es más que útil… Y ya imaginan de quién hablo.

Volando entre Ciudad de Panamá y Lima leo en la revista colombiana “Semana”, bastante recomendable por cierto, una entrevista con Samuel Azout. Me llama la atención cómo un economista responsable de una cadena de supermercados ha mutado a gestor de la llamada Agencia Presidencial para la Superación de la Pobreza Extrema. El artículo va sobre Colombia y los seis o siete millones de personas que dice Azout que esa agencia se está ocupando de censar, identificando y estudiando las causas de su miseria. Primer paso para intentar encontrar soluciones.

Por favorable coincidencia me reúno el lunes siguiente en Lima con Guido Valdivia, anterior viceministro de vivienda del Perú y director del Instituto Ciudades del Siglo XXI. Aunque nuestra reunión va de oficinas -el señor Valdivia ha aceptado amablemente ser miembro del Comité Asesor de World Office Forum en Perú-, arrancamos hablando de la vivienda en América Latina y las carencias de la población pobre en muchos de estos países. Charlamos un buen rato, en el que Guido me ilustra, con la autoridad de su experiencia, en las cosas que se están intentando hacer en unos países u otros. Me cuenta sobre la eficacia de la iniciativa “Piso Firme” del gobierno mexicano, o la de “Un Techo para mi País”, del gobierno de Chile, ya replicada en varios países. O sobre el problema del acceso al agua potable doméstica. Es un hecho que países como Colombia, Venezuela, Perú, Brasil o México, tan prometedores en crecimiento y en recursos, siguen arrastrando tasas de pobreza y hacinamiento urbano en barrios marginales que ensombrecen otros logros.

Me he mirado el índice MPI –Multidimensional Poverty Index-, creado por la Oxford Poverty & Human Development Initiative, de la Universidad de Oxford, uno de los varios que existen para medir y comparar la pobreza entre países. De sus diez parámetros –años de escolarización, niños escolarizados, mortalidad infantil, nutrición, electricidad, saneamiento, agua potable, suelo, combustible de hogar y bienes-, abunda la población que tiene carencias en muchos de ellos. Y no es que los gobiernos nacionales no le echen ciertas ganas a la cosa, pero la tarea es ingente. Hace un par de meses en Bogotá, me contaban cómo buena parte del millón de viviendas sociales que el gobierno del presidente Santos quiere regalar a la población pobre de su país, se las está “comiendo” el puro crecimiento demográfico. La ancha base de su pirámide de población delata que el crecimiento va a seguir con fuerza, al menos otros veinte años. Y si ya hoy, según el citado índice MPI, América Latina tiene más de cincuenta millones de personas en situación de pobreza extrema, habrá que ver cómo se para el torrente.

Cruzo de vuelta el Atlántico durmiendo en el 330 de Iberia. Cambio brusco de los 18ºC de Lima a los 38ºC de Madrid. Cambio brusco en la dinámica social. Frente a las poblaciones de Venezuela, Colombia y Perú, que acabo de visitar, llenas de problemas y enfrentándose a ellos como pueden, y hasta dicen que felices, en cuanto abro un periódico español me doy cuenta de que aquí “la vida sigue igual”. Prima de riesgo por las nubes, lloroso moroso gobierno catalán, mineros que piden más dinero, rescate, o no, arde el monte, las mismas corruptelas de mangantes varios que ya sabíamos y algunas nuevas. Nuestra fibra moral está tocada. No sé si a los corruptos conseguiremos eliminarlos, me preocupa su contagio micótico, no sé. Pero me preocupa más que los españoles no levantemos la vista y miremos al horizonte y pasemos a la acción. En lugar de quejarnos tanto y mirarnos el ombligo.

Para empezar. Hoy leo que este otoño van a engrosar el paro 40.000 profesores interinos, que el PSOE los ha contado. ¡Pues hale!: “macro convenio educativo entre España y América Latina para crear 10.000 escuelas rurales”, ¡YA!. Allí sobra trabajo. A los profesores les va a enseñar un montón pasarse unos meses en Paraguay, o Guatemala, Honduras o Bolivia. Y a los chavales no digamos. No creo que hagan falta más allá de 1.000 millones de dólares al año, algo menos de lo que pagamos por intereses de nuestra deuda en un día. Si todavía trabajase en una caja de ahorros yo ponía los primeros 200 millones de mi bolsillo… Y además tenemos para llenar los aviones de Iberia, que falta le hace.

Pese a las tropelías coloniales, cuanto más viajo por América Latina, más cuenta me doy de que en el fondo nos queremos con sus gentes. Tenemos una profunda raíz cultural común, más allá del idioma. Empecemos a cooperar más en serio. Porque ni a nosotros nos van a sacar del hoyo los alemanes, ni a ellos les van a resolver sus problemas los chinos.

¿Pobres y Felices? Tal vez los españoles tengamos que empezar a aprender.

¡Uno para todos y todos para uno! ¿Por cuánto tiempo más?

Tenía yo 12 años cuando mi hermano Tito, que tenía 20, tuvo un grave accidente de automóvil. Afortunadamente sobrevivió, pero anduvo unos meses convaleciente, hasta que le acomodaron los huesos rotos. A la mañana siguiente al accidente me llevaron a verle al hospital. Mi pobre hermano, mezcla de anestesia y cariño fraterno, me dijo entre lágrimas que le pidiese lo que yo quisiera. Le pedí “Los Tres Mosqueteros”, en línea con la inclinación aventurera que él mismo me había imbuido con los piratas de Emilio Salgari. Ya repuesto me trajo la novela un día, junto con “Veinte Años Después” y “El Vizconde de Bragelonne”, todas las cuales me leí de tirón, como lo hice muchos años después con “El Conde de Montecristo”.

Pero bueno, disculpen que me haya distraído con lo de Dumas, porque la verdad es que no he venido aquí a hablar de Alejandro Dumas sino de Charles Dumas, autor del libro “Globalisation Fractures: How major nations’ interests are now in conflict”. Y de las estocadas que nos van a dar Lee el resto de esta entrada »

Monsieur Mondondo est juste...

Anda España espasmódica. En el momento más inopinado nos ataca una contracción involuntaria de la cartera. Que si el rating, que si el paro, que si los desahucios, que si baja la población, que si las cajas quiebran, que si la corrución…

Hay que arrancar el motor, pero la clave de nuestro progreso inmediato como país no está en la demanda interna, o en que se vendan más casas o más coches. Lee el resto de esta entrada »

Taxi y buseta bogotanos. No mal, sólo que hay muchos...

Diez o doce horas de asiento en clase turista le dejan a uno el trasero plano y el cuello retorcido a base de cabezadas, en el duermevela de esas horas en que no se sabe bien, en el va y viene, si es de noche o de día. Este febrero he estado en Ciudad de México y en Bogotá. En lo de las habichuelas, ya saben. Como no está la cosa para dispendios he utilizado diez aviones distintos (Spanair, Lufthansa, Continental, Delta y Ryanair) en las dos idas y vueltas, incluyendo aquello de “whether you go to Heaven or to Hell you have to change in Atlanta”…

Que tampoco es como para hacerme la víctima. Al fin y al cabo hay un montón de gente por ahí viajando todos los días bastante incómodos. En los países emergentes, que ya tenían sistemas poco eficientes por falta de recursos, ahora que los recursos empiezan a estar disponibles, no pueden seguir el ritmo de crecimiento de la población urbanita. Es imposible que Ciudad de México, con más de 21 millones de personas, no te impacte. Por más que interrogué a mi taxista, no pude desentrañar cómo la gente acaba averiguando qué “camión” (por autobús en México), de los 30.000 o así que ruedan por la ciudad, le lleva a la parte de su colonia en una sub-ruta, “derrotero”, entre los cientos, o miles, que existen. No pude viajar en metro, como hubiera querido, pero escucho que es extenso y afortunadamente funciona relativamente bien.

Bogotá, pese a su menor tamaño, no le anda a la zaga en congestión. Al no disponer de metro todo el transporte de personas es de superficie y el tramado urbano digiere con dificultad el volumen. Se basa en unos 20.000 buses, busetas y colectivos (según talla), de muy diversas antigüedades, entre nuevecitos y decrépitos. Está ya operativa una nueva red, réplica del trazado de un inexistente suburbano, llamada “Trans-Milenio”, autobuses modernos con carril propio, muchos, pero también sobrecargados aunque la red se está ampliando. La sustitución de los buses y busetas habituales por este nuevo sistema ha traído de rebote el desarrollo de “bici-taxis” de afinidad asiática, ilegales, que te acercan de la parada del Trans-Milenio a tu antiguo derrotero.

(¡Y luego hay gente que se queja del metro de Madrid!)

En vista de lo precario del transporte urbano, el complemento habitual es el taxi, de los que no he conseguido averiguar bien cuántos funcionan, pero parece que son en el entorno de 110.000 en Ciudad de México y 50.000 en Bogotá, a los que se unen unos 40.000 y 15.000 ilegales más respectivamente (fuente: Amed y Edison, mis respectivos y amables taxistas…).

Para que les sirva de comparación, Nueva York tiene unos 4.400 autobuses y 10.000 taxis (“Yellow Cabs”) y Londres unos 6.800 autobuses y 19.000 taxis.

Resultado: contaminación indeseable y desde luego un panorama urbano que lleva a creer a ratos que esos países están fatal.

¡Pero no se equivoquen…! Ni piensen que la gente anda a tiros por las calles. Vienen de atrás, hay mucha diferencia entre las clases sociales más altas y las más bajas, etc., pero estos países están creciendo, y lo están haciendo rápido. Y tienen ganas de prosperar, saben «de qué pie cojean» y saben que lo tienen que hacer trabajando. Es más, creo que lo de la cojera lo tienen más claro que los españoles. Por ejemplo, me he encontrado con la agradable sorpresa de que estos dos países no se paran nunca, ni en verano ni en invierno, y que muchos oficinistas están en su puesto a las siete de la mañana. Una arquitecta a la que visité me comentó de fijar un reunión a las 6:30 am. No le dije que estaba loca de puro milagro…

Nuestro comercio exterior con Colombia es ínfimo, 896 millones de euros (2010), o sea nada. Poco más del 1% del que tenemos con Francia. Con México, algo mejor, 5.744 millones, tampoco mucho comparando con Francia (59.533 millones). Naturalmente en ambas balanzas estamos en déficit.

México y Colombia crecen, tienen población joven, ganas de trabajar, están recibiendo inversión externa creciente (americanos en México, chinos, brasileños, chilenos en Colombia). Los indios compran tierra en Colombia porque América del Sur tiene un bien que los asiáticos saben apreciar: el 25% del agua dulce del mundo, imprescindible para la agricultura que alimente a sus enormes poblaciones.

Les hacen falta infraestructuras, mejores puertos y carreteras, ferrocarriles, mejores calles, metro, hay un montón de trabajo y de oportunidades. Las empresas españolas, todas, no sólo las grandes, deberíamos aprender a asociarnos más con gente de allí, con la que compartimos tan gran idioma y cultura, y aprender a aprovecharlas juntos.

Taxi VW Milano eléctrico, ¿el futuro?

Por lo menos el que tomé en México era Irizar... ¡Bien!

De emergentes, no se asusten. Acabo de volver de México DF, así que vengo con inspiración emergente. Cada día nos despertamos con sucesos en el mundo que te hacen repensar la cosa de la internacionalización. Que si una bomba en el aeropuerto de Moscú, que si los disturbios en Túnez o Egipto, con pueblos que empiezan a hartarse de sus dictaduras de turno. Que si desastres naturales varios, pasando por los desgraciados y sempiternos conflictos de países dominados por enfrentamientos religiosos, étnicos o relacionados con la droga, llámense Afganistán, Irak o Pakistán. Y no me olvido de las guerras entre narcotraficantes, que los propios mexicanos detestan.

Pero problemas o no, la gente del planeta lucha por comer todos los días, educar a sus hijos, tener un futuro mejor. Ver funcionar a una ciudad de más de veinte millones de habitantes te reafirma.

Hace diez años, Jim O’Neill, hoy presidente de Goldman Sachs Asset Management, acuñó el acrónimo BRIC para referirse a Brasil, Rusia, India y China, países de alta población y crecimiento y una cierta
estabilidad. Se estima que para el 2020 estos cuatro países, con Rusia relativamente descolgada, representarán algo así como la mitad del PIB mundial, con un crecimiento anual conjunto del 4,9% en los próximos diez años. En 2005 O’Neill amplió su lista a los “Next Eleven” –N11-, (Indonesia, Vietnam, Bangladesh, Pakistán, Filipinas, Corea del Sur, Irán, Egipto, México, Turquía y Nigeria).

Ahora la Economist Intelligence Unit –EIU- plantea un nuevo grupo: los CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica). Razones para bendecirlos como futuros destinos de inversión: economías relativamente estables (relativamente, véase la súbita crisis de Egipto estos días), crecimiento poblacional y crecimiento económico conjunto estimado del 4,5% anual para los próximos veinte años.

Clasificaciones cerradas y solapamientos entre ellas, parece claro que cualquier empresa que quiera establecer una estrategia de internacionalización no puede dejar de mirar a varios de estos países. Si tomamos BRIC + N11 + CIVETS nos quedan 17 países:

a. Dos en Europa: Rusia y Turquía (total 215 millones de habitantes).
b. Tres en África: Egipto, Nigeria y Sudáfrica (total 280 millones de habitantes).
c. Tres en Latinoamérica: México, Colombia, Brasil (total 350 millones de habitantes).
d. Nueve en Asia: Irán, India, Pakistán, Bangladesh, China, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia y Vietnam (total 3.350 millones –de los que China + India, 2.500 millones aproximadamente).

Cuando se analiza nuestro comercio exterior (estadística ICEX a noviembre 2010) con este grupo de futuro, la verdad es que se le cae a uno el alma a los pies. Le vendemos a 4.200 millones de personas poco más de la mitad (54%) de lo que le vendemos a Francia (65 millones de habitantes). Les compramos el doble de lo que le compramos a Francia (204%). De los 17 países sólo en uno tenemos balanza comercial a nuestro favor (Turquía, 115%). Otras no se parecen en nada a una balanza. El dominio es total de quienes nos venden y la cobertura ínfima (Nigeria, 6%; Irán, 15%; Bangladesh, 9%; China, 14%; Indonesia, 13%, Vietnam, 15%).

Un puñado de empresas ha entendido el mensaje. BBVA acaba de decirnos que el 40% de sus resultados provienen de México. Santander, Telefónica, Repsol, las grandes constructoras, ingenierías y otras varias multinacionales con las que por fortuna contamos están haciendo su trabajo. Y seguro que algunas otras empresas medianas. Pero está claro que no basta, sobre todo porque la mayoría de las grandes no son en sí exportadoras, sino multinacionales españolas afincadas en otros países.

Ya le podemos dar vueltas a la ordenación de las cajas, a la indemnización por despido, a lo que piensa Cándido, a si vota Batasuna, a los pinganillos del Senado y trampas en solitario varias. La empresa media tiene que agarrar la mochila y marcharse de excursión, aunque sea en autobús. Y traerse pedidos.

Desde 2006 andan España e Italia en un enfrentamiento dialéctico sobre qué puesto ocupa cada una en la clasificación estadística del PIB per cápita ajustado. Lo último que sé es que España tenía en 2009 una renta per cápita del 103% de la media de los 27 países de la UE. Italia del 102%. Magra diferencia. Irrelevante discurso. Me parece más interesante charlar sobre la mozzarella y el manchego.

He estado un par de días por Milán buscando habichuelas. Los italianos están preocupados y con razón. El país de Ferrari y Armani pierde peso en el contexto económico mundial y muestra problemas sociales internos, algunos graves como los disturbios de Roma de estos días, evidentes incluso para el visitante ocasional. Me coincide la estancia con la presentación del 44º Informe Censis -Centro Studi Investimenti Sociali-, un análisis anual sobre la situación económica y social del país. El de este año constata la pérdida de una década en su economía: entre 2000 y 2009 su PIB ha crecido un 1,4% en total, mientras la población del país ha crecido el 6% y la ocupada el 8,3%. O sea que hay mucho trabajo que no produce nada con respecto a hace 10 años. Según Roberto Colannino, presidente de Piaggio y de Alitalia, el “Rinascimento” del sistema emprendedor italiano se inició en 1945 y acabó el año 2000, y “hay que habituarse a pensar que otros países pueden ser mejores que nosotros. Basta con observar no sólo al área BRIC –Brasil, Rusia, India, China- sino también a Sudáfrica, Colombia, Nigeria, Irán, Egipto o Pakistán, que son las nuevas fronteras del desarrollo económico”.

Italia es un socio comercial importante de España, nuestro tercero o cuarto cliente. Algunas de nuestras exportaciones son en ramos comunes (cerámica, mobiliario, mármol, zapatos, máquina herramienta, productos hortofrutícolas, aceite, vino) y tal vez ello hace que la miremos más como un competidor que como un aliado potencial.

Para dos países que suman 106 millones de población, la colaboración, o percepción de la misma, a nivel de empresa media es escasa. La inversión italiana en España supuso en 2009 el 3,3% del total de las inversiones extranjeras, unos M€ 400 más o menos sobre M€ 11.700 en total, una notable subida sobre el 0,9% de 2008 (frente al 80,4% entre Reino Unido, Alemania y Francia). O sea unos M€ 300 sobre M€ 28.900. Todo poca cosa. Los italianos, empresarialmente, no miran mucho hacia España. E Italia no es de los países más abiertos en cuanto a inversión extranjera. Desde 1988 hasta 2009, España ha recibido consistentemente más inversión extranjera –Foreign Direct Investment o FDI- que Italia, salvo en 2006 –el año que BNP Paribas adquiere Banca Nazionale del Lavoro tras el fracaso de BBVA en el intento- y 2009, en que el FDI en España se derrumba.

Pese a ello, pienso que Italia y España deberían buscar más puntos de encuentro para la colaboración empresarial, porque:

1. Italia tiene un modelo económico semejante a España en ciertos aspectos, pero con una base industrial y tecnológica y una vocación exportadora que podría servir de aportación en joint-ventures entre ambos países (ferrocarriles, energía, maquinaria, automoción, alimentación). España tiene empresas fuertes en construcción, tecnología de comunicaciones, energías renovables y buena ingeniería financiera. El mercado latinoamericano bien podría ser una plataforma de colaboración.

2. Francia y Alemania están actuando como un eje de poder sin contrapeso en el sur de Europa. La “brevet européene”, para la que se proponen únicamente tres idiomas –inglés, alemán, francés- con exclusión del español y el italiano, es una muestra más de cómo el poder económico centro europeo se va imponiendo políticamente sobre la periferia desunida.

Los regímenes políticos tanto de Italia como de España pasan por malos momentos. El presidente Berlusconi acaba de ganar una moción de confianza por pocos pelos y la reputación de Italia como país y gobierno corruptos (67º del mundo, inmediatamente detrás de Ruanda –España el 30- según Transparency International), no ayuda. En España la confianza -sin moción-, propia y ajena, anda por los suelos sobre cómo vamos a salir de las dificultades.

Pues tal vez las empresas debamos empezar a explorar: no qué nos separa, sino qué intereses en común tenemos con esta gente para enfrentarnos juntos a los crecientes retos de la aldea global.

Dovremo lavorare tutti di più, ad avere una produttività non così bassa rispetto ai partner europei, dovremo rinunciare a qualche week end e happy hour. Non sarà una passeggiata” (Roberto Colaninno). Creo que se le entiende todo.

Y además a veces los adelantamientos acaban mal.

No es sólo el cinturón lo que hay que apretar...

Llevo unas semanas pensando que no vale la pena opinar sobre casi nada. Que el curso de los acontecimientos es inexorable y los individuos tenemos poco que hacer. No puedo evitar recordar, salvando las distancias en tiempo y dramatismo, a los británicos que habitaban el sureste de Inglaterra cuando los alemanes les lanzaron unos miles de bombas autopropulsadas V-1 durante la II Guerra Mundial. Esas bombas, con su característico petardeo, aterrorizaban con su silencio, porque era señal de que su motor cohete se había detenido y la bomba empezaba a caer. Sólo cabía refugiarse lo mejor posible y rezar para que no te cayese encima. En España parece también que el sentimiento general es que el motor se parará cuando toque, que no podemos hacer nada y que lo mejor que podemos esperar es que la bomba no nos caiga a nosotros sino al vecino.

Pero ha sido el catarro y me he repuesto. Sí se pueden hacer cosas. Y nuestro presidente ha anunciado que mañana -ya hoy- vamos a recibir una dosis de apretones para ayudar a defendernos del malvado enemigo –o enemiga- especulador que nos está bombardeando con su desconfianza y maledicencia.

Parece que el gobierno tiene ya claro qué hacer, que no vale refugiarse y rezar –el que rece- y que la solución es apretar. Estoy bastante de acuerdo, pero en cambio no tengo nada claro que hayan empezado los apretones por el lado correcto. Como mínimo, por decencia ideológica, si toman medidas que suponen sufrimiento a los que menos pueden –cosa que es un clamor general-, deberían haberles antepuesto otras. Y no me voy a referir a los coches oficiales o los 38.000 teléfonos móviles corporativos de la Junta de Andalucía.

Lo que me preocupa es el rol de lo que se ha dado en llamar “el G-37”, un seleccionado puñado de nuestras mayores empresas que se reunió el sábado con el presidente. Nadie sabe con exactitud lo que se dijo, pero estoy casi seguro de que se habló de la solvencia de España, de su reputación -la de España, no sé si se tocaría la del presidente- o del crédito exterior. Preocupaciones lógicas de los empresarios y comunes con el resto del país. No tengo tan claro que se tocara la prioridad UNO: la creación de empleo. Y qué están haciendo sobre ello las grandes empresas.

A raíz de la reunión me pasé el fin de semana buceando en sus páginas web, y en particular en sus memorias de Responsabilidad Social Corporativa –RSC- o Empresarial –RSE- para analizar su plantilla en España. La mayoría son sociedades cotizadas, así que la información es bastante completa -con alguna notoria excepción-, aunque no uniforme. Se me pueden haber escapado cosas, pero he aquí lo que concluyo:

1. Las 31 compañías que dan datos de plantilla media en 2008 y 2009, empleaban 1.602.151 trabajadores en 2008 y 1.590.636 en 2009 (-1%). O sea que, colectivamente, no crearon ningún empleo a nivel global. Prácticamente todas mantuvieron o redujeron o aumentaron muy ligeramente su plantilla, salvo El Corte Inglés (-7.149 personas) y BBVA (-7.520). Veremos en 2010.

2. Pocas dan datos sobre su plantilla en España. Sólo 12 explicitan su evolución, y entre ellas sólo Abengoa, FCC y Grifols (+10%, ¡campeón!) crecen. Popular, Sabadell, Santander y BBVA reducen. Inditex reduce. Mapfre reduce. Telefónica reduce.

3. Para las grandes en empleo, España tiene un peso marginal: 20% en Banco Santander, 27% BBVA, 39% Ferrovial, 20% en Telefónica. Da la sensación de que España es “un país más”.

4. Cuando lees un poco a fondo las memorias de RSC, y algunas –Ferrovial, Gamesa- son muy buenas, te encuentras con un montón de intenciones y seguro que muchas realidades positivas para sus empleados y para una sociedad ideal: conciliación, formación, prevención del acoso, de la siniestralidad, ayuda a empleados discapacitados, flexibilidad y teletrabajo, formación sobre Derechos Humanos, conducción verde, igualdad de oportunidades –por género, generacional, etnia o discapacidad-, evaluación del desempeño, gestión de talento… you name it!

Pero… no se dice nada, vuelvo a ello, sobre lo que es el mayor problema: la creación, o mantenimiento al menos, del empleo. Lo que yo creo que es, en estos momentos, La Mayor Responsabilidad Social Corporativa. Acepto que lo importante para una sociedad próspera es tener empresas que ganen dinero. Sin embargo, con una crisis de confianza en el futuro como la que esta España encogida y rezando sufre, con un 43% de desempleo juvenil, las grandes empresas y sus accionistas tienen una grave responsabilidad: poner en marcha la creación de empleo para gente preparada, que hayla. Y que además de ganar dinero como grandes empresas, actúen como motores de confianza y grandes viveros de profesionales.

Y si hace falta que luego los manden a Brasil.

Aviocar Casa C-212. Casi 500 entregados, un éxito exportador español

Eine Operation ohne Schwerpunkt is wie ein Mann ohne Charakter -Una operación -militar- sin un foco de esfuerzo es como un hombre sin carácter-. La frase es de Hindenburg, aunque quien había desarrollado esta estrategia militar había sido Carl von Clausewitz en su obra “Vom Kriege” de 1832. En pocas palabras: de lo que se trata en las guerras es de concentrar el esfuerzo del ataque sobre el punto clave del enemigo, en lugar de dispersarse en varios frentes. Dicen que olvidarse de este principio fue una causa principal de que Hitler perdiese la II Guerra Mundial.

Así pues, será interesante averiguar cuál es nuestro particular “Schwerpunkt”, el foco, el centro de gravedad que hay que combatir en esta crisis. Me ayuda el estudio “The Benefits of Fiscal Consolidation in Unchartered Waters”, que publicó precisamente ayer el Banco Central Europeo, co-firmado por su economista jefe, Jürgen Stark. El estudio versa sobre el grave problema del sobre-endeudamiento de las economías europeas (junto a otras occidentales). Diagnóstico sobre España: teníamos en 2009 una deuda total del 279% del PIB (140% las empresas, 86% las familias, 53% el estado). Desde 1999 nuestro endeudamiento ha crecido un 75%, frente al 29% de la Eurozona. Lee el resto de esta entrada »

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