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GoyaHubo una época en que viajé a París con frecuencia. Quien se enteraba solía decirme aquello de: “¡vaya, qué suerte, pásatelo bien!”. Mucha gente tiene esa idea de París, la de “I love Paris in the springtime…”. Que allí va uno a disfrutar, a tomarse una 1666 en una terraza del Marais, pasear por los Campos Elíseos y hacer compras en la Rue de Rivoli. Cuando te pegas el madrugón para pillar un avión a las 7 am, te bipateas Barajas y el Charles de Gaulle, más taxis, bus y metro, más reunión con almuerzo en la mesa de trabajo, todo para conseguir estar de vuelta en casa antes de medianoche, te acuerdas de los amigos…

Lo cierto es que París es una ciudad magnífica. Y que no es lo mismo ir de trabajo, que ir de turismo, que vivir allí, que no digamos. Pero los parisinos lo tienen claro: su imagen es sagrada. Porque para muchos ciudadanos del mundo, Francia es París.

No tenemos aquí tan claro que España sea Madrid. No lo es y está bien que así sea. España es mucho más, desde Barcelona a nuestras ciudades medias cargadas de historia y ricas en gastronomía y cosas interesantes de que disfrutamos. Pero la capitalidad importa. No debe fallar.

“We think we will miss a trick as a nation as a whole if we don’t shove it out there and point out that you can get to Edinburgh in under three hours”. La frase es de Boris Johnson, alcalde de Londres, y da significado a la idea de capitalidad. La gente visita otros lugares del Reino Unido porque llega a Londres.

El “ranking” de Master Card, no sé qué tan exacto pero aceptado, de las ciudades más populares para turistas, señala ocho europeas entre las primeras veinte del mundo: Londres, París, Estambul, Barcelona, Milán, Roma, Amsterdam y Viena. Por ese orden -Madrid está en el puesto 23º-. Cada una tiene su cosa. En todas se mezcla, en variadas proporciones, lo que busca el turista de ciudad: historia (a través de sus monumentos, arquitectura), cultura (música, pintura, teatro), gastronomía y compras. Añádase la limpieza y seguridad posible. ¿Y el precio? También, pero si tienes una buena fórmula la gente paga. Yo creo.

No va de “marketing”. Los hoteleros se quejan de que el presupuesto estatal de promoción del turismo para 2014 haya bajado: a €314 millones. Un gasto sobre el que soy escéptico. Porque opino -aparte de que no tengo claro cómo se gasta ese dinero-, que al dedicarnos a vender pensamos que ya estamos haciendo lo suficiente y nos dejamos lo esencial, que es mejorar nuestra oferta. Por ejemplo:

• Hay que dar mejor de comer. A coste bajo y medio, en Madrid, perdonen, no se come bien.
• Mejorar la cultura del vino, que los bares y restaurantes aprendan y ofrezcan mejor calidad. Que la hay…
• Mejorar y promover nuestra oferta musical, lo que significa más orquestas y salas de conciertos. Música española. Más flamenco del bueno, sí.
• Promover más nuestras infraestructuras. La T4 es magnífica, tenemos una red de alta velocidad envidiable. Urge el enlace T4-AVE.
• Peatonalizar más. Muchas zonas de Madrid se prestan a ello. Difícil, pero vale la pena. Londres está en ello.
• Mejorar la comunicación. Renfe debe internacionalizar más su sistema. Miren la web de Deutsche Bahn. Turespaña -€ 69 millones de presupuesto- podría incluir en su web el ruso, japonés o chino, en lugar de o además de, si hace falta, catalán, gallego y vasco. Y acaben de traducirla…
• Madrid no está limpio. Y no me refiero a esta semana de la huelga de basureros, digo en general. Hace unos días caminé por el Paseo del Prado. Corazón turístico de Madrid: Caixa Forum, Museo Thyssen, el Prado enfrente. La acera del Hotel Palace a Atocha da pena. Cutre, de suciedad antigua, suelo y algunos de los bares y tiendas. De Atocha, mejor no hablar mucho. AZCA, el otro corazón, el de la ciudad de negocios, hundido en la dejadez y la inseguridad.

Yo creo que casi todo esto no es cuestión de más dinero del Estado. Salvo el enlace puntual entre la T4 y el AVE, lo demás corresponde a empresas y a regidores, a la sociedad civil, a los madrileños, a todos los españoles que nos podemos beneficiar de que “Madrid tire”. Mi opinión es que la caída del tráfico de Barajas es efecto y no causa, como he oído estos días decir. La imagen de Madrid, para ocio y para negocio, es clave para nuestro país. Y Madrid debería ser puerta de entrada para el turismo de ciudad en media España.

Remolcador ValiñaHace unos días desayunaba con “La 2”. Pasaban un programa que se llama “Aquí hay trabajo”. Podía añadir que debe ser el único sitio de España, si quisiese ser ácido. Dejémoslo. No dudo de la buena intención del programa, pero le falta imaginación y es un punto deprimente. Mostraban un “taller ocupacional” en no sé qué sitio de Andalucía, con un grupo de hombres y mujeres aprendiendo a poner ladrillos, construir una arqueta y cosas parecidas. Albañilería básica. Alguno de los alumnos contaba su atribulada historia: que había sido peón en la construcción, que luego puso un bar que le fue mal, que había estado unos meses de camarero y que ahora llevaba año y medio sin trabajo. Y así varios. ¿Más albañiles?

El mayor problema que tiene España, seguro, es el de tres o cuatro millones de personas de muy difícil “empleabilidad”, por usar un “palabro” que no sé si la RAE tiene aprobado. Luego lo miro, porque estoy en un avión y no tengo el diccionario aquí a mano (no está, que ya he aterrizado…). Desde que allá mediados los noventa empezaron la construcción y el turismo, sobre todo, a tirar de la economía española, el mundo ha dado unos miles de vueltas y la sociedad española y sus gobiernos sucesivos han sido, hemos sido, incapaces de entender cuánto cambiaba en el entorno global, gota a gota, vuelta a vuelta. En los últimos tres lustros hemos pasado de la realidad, a secas, al espejismo y de vuelta a la realidad, esta vez cruda. A ver cómo conseguimos ahora volver a la realidad a secas.

En ello andaba yo en el otoño de 1960, cuando con mis padres aterricé en La Mancha. Bueno, en realidad llegamos en tren. De hierro. De regreso de la emigración buscó mi familia el apoyo de la familia hasta saber a dónde íbamos a parar. Así que acabé en un instituto de bachillerato “laboral” que llevaba una comunidad de frailes en Manzanares. Allí, mezclado con cosas esenciales, como saber dónde está El Bierzo, empecé a manejar la lima y el garlopín. Se me ha quedado la idea de que aquellas clases de mecánica y carpintería no eran mala cosa.

Bueno, lo de mecánica no es más que un eufemismo, porque en realidad a lo único que me enseñaron es a limar. Fue toda la mecánica que aprendí en los meses que pasé en aquel colegio. Llegabas a clase y te daban un dibujito de una pieza sencilla, un trozo de hierro y una lima. Y a limar. No se imaginan lo difícil que es dejar plano y a medida un trozo de hierro. Plano que cuando lo apoyes en una superficie plana de verdad, hagan contacto al 100%. Y a la medida de lo que te piden, que también aprendí a utilizar un calibrador. De eso trata la cultura del hierro, que lo que en carpintería se arregla con unos buenos martillazos o en albañilería con un poco más de yeso, y más mazazos, con el hierro no es tan sencillo.

Pues por ahí es por dónde yo creo hay que atacar. Tenemos que insistir con el hierro. Menos ladrillo, menos madera y más hierro. ¿Qué exportamos? Coches…. hierro. Trenes… hierro. Acabo de leer que Arcelor con otro puñado de empresas han desarrollado en Asturias un nuevo modelo de raíles para trenes de alta velocidad, ¡bien! … hierro. Hemos perdido casi toda la construcción naval, pero todavía somos capaces de construir y vender barcos, ¡hasta portaviones!, si nos ponemos. O petroleros para Pemex. ¿Y qué exportan alemanes, ingleses, italianos, suecos, americanos, japoneses, coreanos?… mucho hierro.

En España la cultura del hierro está por el norte. Vascos y navarros sobre todo. Asturianos, aunque no han evolucionado lo suficiente, me temo. Y no hablo sólo de coches, que ya sé que también se fabrican en Aragón, en Castilla León, en Galicia o en Cataluña. Hablo de Cultura del Hierro. Hablo de enseñar a los jóvenes y a los obreros de la construcción en paro, a pensar con precisión de hierro, a un caldo de cultivo hacia más metalurgia en nuestra producción. A un reciclaje de nuestra economía, en cuanto a trabajadores manuales, que se ocupe menos de formar albañiles, camareros o cuidadores de ancianos. Mira uno los cursos del INEM y sus aledaños, incluyendo academias y sindicatos, y no parecen haberse enterado de que por ahí pasa la “empleabilidad” de esos millones de trabajadores que están en la lista del paro. ¿Y qué piensa la ministra? ¿Que es una apuesta? Pues es posible, pero más vale el “¿Qué Apostamos?” que el “Ahora Caigo”…

Detrás de los diferenciales de desempleo entre regiones algo hay de esto.

Por cierto, si enseñan a limar, controlen bien quién se apunta a los cursos, porque en algunos sitios el manejo de una lima es más que útil… Y ya imaginan de quién hablo.

Oceans’ 11

Nunca he estado en Macao ni en Las Vegas. En una ocasión me regalaron unas entradas y pude ir con mi esposa a escuchar a Frank Sinatra en persona, pero fue en Londres, no en un casino. Bueno y me he visto casi todas las películas del género, incluyendo atracos, maldades y resacones. Y leído «El Jugador». En fin, he hecho lo que he podido. En cualquier caso, el tema es propicio a jugársela. Así que voy a opinar de oído.

Supongo que Adelson & Co. deben tener los números de Eurovegas bien hechos. Dicen que van a arriesgar su tercio de los US$ 22.000 millones que dicen que se van a invertir. ¿Que en qué tercio? Pues ni en el de varas ni en el de banderillas, claro. Seguramente en el de muerte, que es como se hacen los buenos negocios. Poniendo el dinero al final o no poniéndolo en absoluto. A ver si somos listos y conseguimos imponer, como mínimo, el “pari pasu” ese, duro tú, duro yo, y así. ¿Qué si funcionará? Pues seguro que Mr. Adelson entiende de ello y habrán hecho su estudio de mercado. Al fin y al cabo Eurovegas no será más que como una cuarta parte de Las Vegas, o sea más un Euroveguillas. Y si Las Vegas vive bastante bien con algo más de 300 millones de americanos y los latinos pudientes que lleguen por allí, Euroveguillas puede hacerlo con 500 millones de europeos, más rusos y asimilados, africanos pudientes y gente diversa de paso. Hasta españoles, como los casi siete mil que cada año viajan a Macao –que está lejos, ¿eh?-, que todo grano hace molino. Igual acierta. E igual entre gobierno y bancos le dan y/o prestan esos US$ 15 ó 16.000 millones de varas y banderillas que faltan para cuadrar la faena.

“Las Vegas Convention and Visitors Authority” asevera que el negocio turístico de Las Vegas, con casi 150.000 camas hoteleras, soporta unos 370.000 empleos en Nevada. Si Las Vegas es unas cuatro o cinco veces más grande que Euroveguillas, no es difícil pensar que efectivamente ésta pueda crear 100.000 empleos directos o así. Seguro muchos más durante su construcción, no sé si hasta los 250.000 que dicen. Tal como están las cosas en España, ¿dónde hay que firmar? Así que disculpen que no me meta en argumentos morales o tabaco y me dedique a la economía.

Salou’s 4

¿Y Barcelona? Pues yo creo que debería dar las gracias. Porque se estaban equivocando. Igual que se están equivocando, vuelta la burra al trigo, con “Barcelona World”. En mi humilde opinión.

En la idea de Barcelona World supongo que se esconde el afán, legítimo, del Sr. Fainé de que Criteria suelte los terrenos anexos a Port Aventura, que arrastra hace más de veinte años, además de poner en valor su parte en el propio parque. Del Sr. Bañuelos, imagino que el dar un pelotazo más –de los del último tercio o ni eso, sin dinero-. Y para el Sr. Mas es un nuevo “ego trip” nacionalista, del más puro estilo “anything you can do, I can do better” que a mí, personalmente, me da un poco de vergüenza ajena.

Pero insisto en que se equivocan. Lo pienso porque lo que tendrían que hacer es reforzar el turismo en Barcelona, hermosa ciudad digna de mejor clientela. Barcelona tiene una estancia media de turistas que no llega a dos días -1,97 exactamente-, cuando Londres la tiene de 4,37 días y Madrid de 5,06 días -7,4 días en turistas extranjeros-. Barcelona se tendría que mirar en Londres, no en Madrid ni en Las Vegas. Barcelona tiene 14 millones de pernoctaciones totales, cuando Madrid tiene casi 34 millones sólo de extranjeros y Londres 114 millones. Cien millones más que Barcelona. ¿Alguien sabe cuánto dinero es eso? Pues les aclaro: el gasto turístico en Londres (2010), fue de € 10.400 millones, frente a los € 1.400 millones de Barcelona. El revPAR (“revenue Per Available Room”), lo que se ha obtenido de rendimiento a cada habitación de estas dos ciudades, fue en 2010 un 60% superior en Londres que en Barcelona. ¿Qué por qué? Porque Barcelona tiene un modelo de turismo apoyado, de una parte en los cruceros (que llevan el hotel consigo y se quedan poco) y sus mercados más fuertes incluyen a franceses e italianos, que gastan poco. Y menos mal que los americanos van subiendo. Londres, con no llega al doble de turistas, recauda casi 7,5 veces más del turismo que Barcelona. Ahí hay que trabajar, no en casinos. Más y mejores mercados -¿por qué no vienen más alemanes?-, mejorar la oferta –la gastronomía es sólo el 10º factor de aprecio por los turistas-, mejorar la seguridad –lo peor valorado-, mejorar su ocupación, desechar el triunfalismo.

«Barcelona World», en Salou como se propone, no haría sino establecer una competencia indeseable. Con un público, no hay que olvidar, ambulatorio. La estancia media en Las Vegas es de menos de dos días. La de Macao, 1,48 días. Muchos jugadores de China, Hong Kong o Taiwan, los principales mercados de Macao, van y vienen en el día –o la noche, digo yo-, sin ni siquiera usar hotel. Tipo juerga nocturna de Salou pero en chino.

Así que el resultado, por ahora va bien en cuanto a Madrid, porque cualquiera de las ubicaciones que se escoja estará más integrada con Madrid que lo que estaría Salou con Barcelona. Y porque el sector hotelero de Madrid, paradójicamente, se puede defender mejor que Barcelona de este nuevo factor de consecuencias todavía desconocidas. Puede tomar mejor el riesgo. Veremos cuando toque empezar a poner dinero, si Adelson al final se ratifica.

En cuanto a Barcelona, ya sé que es complicado pedir cordura al Sr. Mas, pero por lo menos que deje de derrotar y se dedique a defender de verdad a Barcelona y a Cataluña. En otras cosas no lo está haciendo.

El estilo Adelson:

P.D. ¿Alcorcón, Paracuellos-Torrejón, Valdecarros? Por Adelson, yo creo que Paracuellos-Torrejón. Por Madrid, Alcorcón. Valdecarros lo descartaría.

A las 5:50 a.m. crucé la Port d’Anvers (Atwerpse Poort) y seguí por el Boulevard Emile Jacqmain, que a esa hora está razonablemente desierto. Impresionantes edificios de oficinas de multinacionales. Tuerzo por la rue des Charbonniers (Weldadigheidsstr.) y me meto en la Gare du Nord. Ya hay bastante gente. Un rincón del nivel de la estación de autobuses, que comparte edificio con la de trenes, está separado por vallas de obra cubiertas con lonas. Espío por una rendija y descubro un pabellón improvisado de indigentes, que duermen o deambulan. Bruselas, capital de Europa.

Me reconforto de pie con un café a la russe y un croque au chocolat, entre obreros, ferroviarios y viajeros varios. Ya tiene la cosa mejor pinta. Tomo el 6:26 hacia Charleroi. Sobre las siete, plena oscuridad húmeda de enero, para el tren en la estación de Waterloo. Gente arrebujada aguarda su tren en dirección Bruselas. Algunas de mis conversaciones del día antes me informan de que todavía quedan en el pueblo belga cicatrices de aquella batalla de hace casi doscientos años. La división idiomática, económica y política se exacerba. Alguno me dice que no sabe siquiera qué será de Bélgica dentro de diez o quince años. Lo único que parece que tienen claro es la supervivencia de Bruselas gracias a su capitalidad europea.

A las ocho abordo el bus que me lleva de la Gare de Charleroi a su aeropuerto, hub de Ryanair. Todo muy low cost, incluyendo la cola de varios minutos en la pista, bajo aguanieve, para subir al avión. Pero por tres-euros-tres que he pagado por el billete de Bruselas –bueno, Charleroi-, a Alicante, no ha lugar a protesta.

Me despierto de mi siesta aérea sobrevolando la sierra Aitana en un esplendoroso día mediterráneo. El piloto me regala una aproximación, desde Villajoyosa y sobre el mar, con vistas de belén de lujo de la costa alicantina, el Puig Campana, la isla de Benidorm, playas y mi casa incluida. No puedo evitar pensar en los viajeros en la estación de Waterloo, por no hablar de los indigentes de la Gare du Nord.

Esta semana próxima se celebra Fitur en Madrid. Reforzar la llegada de turistas foráneos debe ser un objetivo permanente. Por mucho cambio de modelo productivo sobre el que queramos trabajar, conseguirlo llevará, en el mejor de los casos, algunos años. Mientras tanto hay que esforzarse en lo que tenemos.

La gran diferencia entre atraer turismo foráneo y la venta –o alquiler- de casas a extranjeros, es que el turismo tiene una máquina de promoción y distribución depurada por años de experiencia, en la que los distribuidores, los tour operadores extranjeros, están tan interesados como los hoteleros en que la cosa funcione. Esa máquina de promoción y distribución, como tal, no existe en el inmobiliario. Cuando escucho que en Castellón hay cerca de cien mil viviendas nuevas sin vender, me sorprende que entre todos, incluyendo hoy en día bancos y cajas, no hayan montado una gran operación para mostrar, y recordar permanentemente a los centro-europeos, lo maravilloso que es el sol del Mediterráneo en enero. Ya sé que lo de vender sol es un tópico, pero desde la ventanilla del 6:26 de Bruselas a Charleroi, se siente su vigencia.

¿Y el último ingrediente? Pues un toque de low cost, que habrá que aprender a aplicar a todos, o casi todos, nuestros negocios. Exactamente lo contrario de lo que en el inmobiliario hemos aplicado en estos últimos años.

«My first view of Burriana? It wasn’t a view. It was a smell, for the offshore breeze carried to our dirty little freighter the odor of orange blossoms, heavy and pungent and inescapably the odor of Spain. Then, in the direction from which this superb aroma came, I saw the low shore begin to rise from the waves and with incredible swiftness present itself. Our ship slowed. The anchor chains went out… I was to see the Spain that men have written about for two thousand years, but seldom would I see anything so representative of Spain” (James A. Michener, Iberia)

Con la edad uno va visitando los mingitorios con creciente frecuencia. A base de recorrer muchos países he llegado a la conclusión de que una de las debilidades de nuestro inmobiliario son sus instalaciones sanitarias. Por falta de imaginación en el diseño, previsiones o calidades constructivas, mantenimiento o limpieza. Rara es la ocasión en que después de visitar el excusado de un establecimiento público o comercial uno sale diciendo, ¡oye, muy bien!

Pues el otro día me pasó. Lamentablemente para mi orgullo nacional fue en el aeropuerto de Gatwick. Aquí va la foto.

Aquí da gusto...

Aquí da gusto...

Como contraste escogí una tienda y restaurante al azar, en este caso en la calle Ortega y Gasset de Madrid. Aquí va la otra foto.

Normalito, en mínimos

Normalito, en mínimos

Nos ganan los ingleses. ¡Ya me da rabia!

Y les parecerá mentira, pero si queremos ser un país de servicios y atraer a más turistas y cosas así, los pequeños detalles también cuentan.

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