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Dice la leyenda que fue un tal Abú Masaifa el que creó la primera fábrica de papel en Europa, en Xátiva (Valencia). Mi abuela paterna era de allí y allí viví un par de felices años. Los suficientes para que me pillara la etapa final de carrera y, puesto en el trance de escribir una pequeña tesis para no me acuerdo qué asignatura, escogí la industria del papel, sobre la que Xátiva conserva orgullo y material sobre el que extenderse. Dicen que corría, por las márgenes de la acequia Murta, el año 1.056 y la industria papelera ha sido, durante más de 900 años, una de las claves del progreso de aquella zona. El hecho de que nos refiramos al papel con el mismo término “paper” en inglés y valenciano, es un recuerdo de la importancia que tuvo la exportación de papel desde Valencia a Inglaterra.

Pero pasarían más o menos cuatrocientos años hasta que allá por 1.450 comenzó la verdadera revolución del libro. El herrero de Maguncia Johannes Gutenberg, emprende su aventura tipográfica. Armado de una vieja prensa vinícola y tipos móviles y aunque acaba arruinándose, completa los famosos 150 ejemplares de «La Biblia de Gutenberg». No se sabe si de verdad “en menos de la mitad del tiempo en que se tarda en copiar una”, pero sin duda una revolución tecnológica frente a la xilografía y las copias manuscritas. Que dejaría en el paro a muchos monjes, digo yo. El gráfico muestra la repercusión del invento: la producción de libros en Europa pasa, en 300 años, de 10 a 1.000 millones de ejemplares. Lee el resto de esta entrada »

Al poco de llegar a Játiva en 1973, como jefe de créditos de la nueva oficina del Banco de Bilbao, me encontré con un negocio que nunca había pensado que tendría que estudiar: el funerario. Aprendí que la fabricación de ataúdes, o arcas como el sector prefería llamarlas, se concentraba en España en Galicia y en ese pueblo de Valencia. También encontré, lógico, algunas negocios conexos, como el carrozado de coches fúnebres. pero el fuerte eras las arcas. Afortunadamente, cuando entrabas en una fábrica sentías un cierto alivio, pues no se trataba, al fin y al cabo, más que de un taller de carpintería. No muy sofisticado y sin mucha necesidad de control de calidad o departamento de reclamaciones, si le echamos algo de humor negro. Casi todo el sector, entonces, estaba en manos de organizaciones cooperativas que no eran “buenos clientes” del banco. Hostiles al crédito y conservadores en sus finanzas, lo contrario de lo que la banca busca en las empresas, por paradójico que parezca. Lee el resto de esta entrada »

¡Uno para todos y todos para uno! ¿Por cuánto tiempo más?

Tenía yo 12 años cuando mi hermano Tito, que tenía 20, tuvo un grave accidente de automóvil. Afortunadamente sobrevivió, pero anduvo unos meses convaleciente, hasta que le acomodaron los huesos rotos. A la mañana siguiente al accidente me llevaron a verle al hospital. Mi pobre hermano, mezcla de anestesia y cariño fraterno, me dijo entre lágrimas que le pidiese lo que yo quisiera. Le pedí “Los Tres Mosqueteros”, en línea con la inclinación aventurera que él mismo me había imbuido con los piratas de Emilio Salgari. Ya repuesto me trajo la novela un día, junto con “Veinte Años Después” y “El Vizconde de Bragelonne”, todas las cuales me leí de tirón, como lo hice muchos años después con “El Conde de Montecristo”.

Pero bueno, disculpen que me haya distraído con lo de Dumas, porque la verdad es que no he venido aquí a hablar de Alejandro Dumas sino de Charles Dumas, autor del libro “Globalisation Fractures: How major nations’ interests are now in conflict”. Y de las estocadas que nos van a dar Lee el resto de esta entrada »

Desde 2006 andan España e Italia en un enfrentamiento dialéctico sobre qué puesto ocupa cada una en la clasificación estadística del PIB per cápita ajustado. Lo último que sé es que España tenía en 2009 una renta per cápita del 103% de la media de los 27 países de la UE. Italia del 102%. Magra diferencia. Irrelevante discurso. Me parece más interesante charlar sobre la mozzarella y el manchego.

He estado un par de días por Milán buscando habichuelas. Los italianos están preocupados y con razón. El país de Ferrari y Armani pierde peso en el contexto económico mundial y muestra problemas sociales internos, algunos graves como los disturbios de Roma de estos días, evidentes incluso para el visitante ocasional. Me coincide la estancia con la presentación del 44º Informe Censis -Centro Studi Investimenti Sociali-, un análisis anual sobre la situación económica y social del país. El de este año constata la pérdida de una década en su economía: entre 2000 y 2009 su PIB ha crecido un 1,4% en total, mientras la población del país ha crecido el 6% y la ocupada el 8,3%. O sea que hay mucho trabajo que no produce nada con respecto a hace 10 años. Según Roberto Colannino, presidente de Piaggio y de Alitalia, el “Rinascimento” del sistema emprendedor italiano se inició en 1945 y acabó el año 2000, y “hay que habituarse a pensar que otros países pueden ser mejores que nosotros. Basta con observar no sólo al área BRIC –Brasil, Rusia, India, China- sino también a Sudáfrica, Colombia, Nigeria, Irán, Egipto o Pakistán, que son las nuevas fronteras del desarrollo económico”.

Italia es un socio comercial importante de España, nuestro tercero o cuarto cliente. Algunas de nuestras exportaciones son en ramos comunes (cerámica, mobiliario, mármol, zapatos, máquina herramienta, productos hortofrutícolas, aceite, vino) y tal vez ello hace que la miremos más como un competidor que como un aliado potencial.

Para dos países que suman 106 millones de población, la colaboración, o percepción de la misma, a nivel de empresa media es escasa. La inversión italiana en España supuso en 2009 el 3,3% del total de las inversiones extranjeras, unos M€ 400 más o menos sobre M€ 11.700 en total, una notable subida sobre el 0,9% de 2008 (frente al 80,4% entre Reino Unido, Alemania y Francia). O sea unos M€ 300 sobre M€ 28.900. Todo poca cosa. Los italianos, empresarialmente, no miran mucho hacia España. E Italia no es de los países más abiertos en cuanto a inversión extranjera. Desde 1988 hasta 2009, España ha recibido consistentemente más inversión extranjera –Foreign Direct Investment o FDI- que Italia, salvo en 2006 –el año que BNP Paribas adquiere Banca Nazionale del Lavoro tras el fracaso de BBVA en el intento- y 2009, en que el FDI en España se derrumba.

Pese a ello, pienso que Italia y España deberían buscar más puntos de encuentro para la colaboración empresarial, porque:

1. Italia tiene un modelo económico semejante a España en ciertos aspectos, pero con una base industrial y tecnológica y una vocación exportadora que podría servir de aportación en joint-ventures entre ambos países (ferrocarriles, energía, maquinaria, automoción, alimentación). España tiene empresas fuertes en construcción, tecnología de comunicaciones, energías renovables y buena ingeniería financiera. El mercado latinoamericano bien podría ser una plataforma de colaboración.

2. Francia y Alemania están actuando como un eje de poder sin contrapeso en el sur de Europa. La “brevet européene”, para la que se proponen únicamente tres idiomas –inglés, alemán, francés- con exclusión del español y el italiano, es una muestra más de cómo el poder económico centro europeo se va imponiendo políticamente sobre la periferia desunida.

Los regímenes políticos tanto de Italia como de España pasan por malos momentos. El presidente Berlusconi acaba de ganar una moción de confianza por pocos pelos y la reputación de Italia como país y gobierno corruptos (67º del mundo, inmediatamente detrás de Ruanda –España el 30- según Transparency International), no ayuda. En España la confianza -sin moción-, propia y ajena, anda por los suelos sobre cómo vamos a salir de las dificultades.

Pues tal vez las empresas debamos empezar a explorar: no qué nos separa, sino qué intereses en común tenemos con esta gente para enfrentarnos juntos a los crecientes retos de la aldea global.

Dovremo lavorare tutti di più, ad avere una produttività non così bassa rispetto ai partner europei, dovremo rinunciare a qualche week end e happy hour. Non sarà una passeggiata” (Roberto Colaninno). Creo que se le entiende todo.

Y además a veces los adelantamientos acaban mal.

No es sólo el cinturón lo que hay que apretar...

Llevo unas semanas pensando que no vale la pena opinar sobre casi nada. Que el curso de los acontecimientos es inexorable y los individuos tenemos poco que hacer. No puedo evitar recordar, salvando las distancias en tiempo y dramatismo, a los británicos que habitaban el sureste de Inglaterra cuando los alemanes les lanzaron unos miles de bombas autopropulsadas V-1 durante la II Guerra Mundial. Esas bombas, con su característico petardeo, aterrorizaban con su silencio, porque era señal de que su motor cohete se había detenido y la bomba empezaba a caer. Sólo cabía refugiarse lo mejor posible y rezar para que no te cayese encima. En España parece también que el sentimiento general es que el motor se parará cuando toque, que no podemos hacer nada y que lo mejor que podemos esperar es que la bomba no nos caiga a nosotros sino al vecino.

Pero ha sido el catarro y me he repuesto. Sí se pueden hacer cosas. Y nuestro presidente ha anunciado que mañana -ya hoy- vamos a recibir una dosis de apretones para ayudar a defendernos del malvado enemigo –o enemiga- especulador que nos está bombardeando con su desconfianza y maledicencia.

Parece que el gobierno tiene ya claro qué hacer, que no vale refugiarse y rezar –el que rece- y que la solución es apretar. Estoy bastante de acuerdo, pero en cambio no tengo nada claro que hayan empezado los apretones por el lado correcto. Como mínimo, por decencia ideológica, si toman medidas que suponen sufrimiento a los que menos pueden –cosa que es un clamor general-, deberían haberles antepuesto otras. Y no me voy a referir a los coches oficiales o los 38.000 teléfonos móviles corporativos de la Junta de Andalucía.

Lo que me preocupa es el rol de lo que se ha dado en llamar “el G-37”, un seleccionado puñado de nuestras mayores empresas que se reunió el sábado con el presidente. Nadie sabe con exactitud lo que se dijo, pero estoy casi seguro de que se habló de la solvencia de España, de su reputación -la de España, no sé si se tocaría la del presidente- o del crédito exterior. Preocupaciones lógicas de los empresarios y comunes con el resto del país. No tengo tan claro que se tocara la prioridad UNO: la creación de empleo. Y qué están haciendo sobre ello las grandes empresas.

A raíz de la reunión me pasé el fin de semana buceando en sus páginas web, y en particular en sus memorias de Responsabilidad Social Corporativa –RSC- o Empresarial –RSE- para analizar su plantilla en España. La mayoría son sociedades cotizadas, así que la información es bastante completa -con alguna notoria excepción-, aunque no uniforme. Se me pueden haber escapado cosas, pero he aquí lo que concluyo:

1. Las 31 compañías que dan datos de plantilla media en 2008 y 2009, empleaban 1.602.151 trabajadores en 2008 y 1.590.636 en 2009 (-1%). O sea que, colectivamente, no crearon ningún empleo a nivel global. Prácticamente todas mantuvieron o redujeron o aumentaron muy ligeramente su plantilla, salvo El Corte Inglés (-7.149 personas) y BBVA (-7.520). Veremos en 2010.

2. Pocas dan datos sobre su plantilla en España. Sólo 12 explicitan su evolución, y entre ellas sólo Abengoa, FCC y Grifols (+10%, ¡campeón!) crecen. Popular, Sabadell, Santander y BBVA reducen. Inditex reduce. Mapfre reduce. Telefónica reduce.

3. Para las grandes en empleo, España tiene un peso marginal: 20% en Banco Santander, 27% BBVA, 39% Ferrovial, 20% en Telefónica. Da la sensación de que España es “un país más”.

4. Cuando lees un poco a fondo las memorias de RSC, y algunas –Ferrovial, Gamesa- son muy buenas, te encuentras con un montón de intenciones y seguro que muchas realidades positivas para sus empleados y para una sociedad ideal: conciliación, formación, prevención del acoso, de la siniestralidad, ayuda a empleados discapacitados, flexibilidad y teletrabajo, formación sobre Derechos Humanos, conducción verde, igualdad de oportunidades –por género, generacional, etnia o discapacidad-, evaluación del desempeño, gestión de talento… you name it!

Pero… no se dice nada, vuelvo a ello, sobre lo que es el mayor problema: la creación, o mantenimiento al menos, del empleo. Lo que yo creo que es, en estos momentos, La Mayor Responsabilidad Social Corporativa. Acepto que lo importante para una sociedad próspera es tener empresas que ganen dinero. Sin embargo, con una crisis de confianza en el futuro como la que esta España encogida y rezando sufre, con un 43% de desempleo juvenil, las grandes empresas y sus accionistas tienen una grave responsabilidad: poner en marcha la creación de empleo para gente preparada, que hayla. Y que además de ganar dinero como grandes empresas, actúen como motores de confianza y grandes viveros de profesionales.

Y si hace falta que luego los manden a Brasil.

Ayer mañana pasé por el banco a cobrar un taloncito y luego fui a correos a enviarle un paquetito a mi hija.

En los dos sitios iba la cosa lenta, lenta… Ambos empleados, la cajera del banco y el de correos, eran personas de unos cincuenta años, año arriba, año abajo. Ambos luchaban con la pantalla de ordenador que tenían delante, unos 10 ó 15 centímetros por encima de su línea de visión (trabajaban sentados y tenían la pantalla sobre un mostrador). Ambos empleados llevaban gafas multifocales. Lo sé por sus movimientos al mirar a la pantalla, porque yo también las utilizo. La distancia y altura a la que tenían la pantalla les hacía difícil el ajuste visual, por lo que continuamente debían mirar por la parte inferior o superior de sus lentes para intentar leer lo que les estuviese ordenando el ordenador.

A la cajera la conozco y ya suelo ir preparado, de hecho me llevo un libro para la cola. Ayer me llevé “A Brief History of the Time”, por cierto. En la cola de correos éramos 11 clientes así que enviar el paquetito (€ 1,29) me costó bastante más caro en tiempo que en franqueo. Me hizo pensar.

Hace treinta y tantos años visité por trabajo una gran fábrica de prendas de ropa en Canals (Valencia). Allí me enteré de lo que era un cronometrador: Lee el resto de esta entrada »

Una pequeña película de culto para los que tenemos debilidad por los trenes. Los aficionados reconocerán el título. En inglés, por si sirve de pista, es “Train Birds”, aunque no es una buena traducción, porque se pierde el juego del alemán: “pájaros de tren” y “aves de paso” que es el verdadero significado. Aparte de su faceta romántica o policíaca la película se apoya en una curiosa competición: conseguir viajar a través de Europa de la forma más rápida combinando las rutas de trenes de diferentes países, con la ayuda de las guías horarias de sus respectivas compañías ferroviarias. Para acabar en Inari, un pequeño pueblo en la Laponia finlandesa, que resulta que no tiene estación de tren. La película elabora la cuestión de si es preferible la vida más rápida o la mejor, cosa que yo a estas alturas ya tengo claro y tiene un regusto de “roadmovie” ferroviaria con el que se disfruta.

Pero más que el disfrute, lo que me interesa hoy es lo de los horarios. Y lo de las aves de paso. Que son dos cosas que están relacionadas, porque en ambas subyace el orden y la eficiencia. ¿Se imaginan una compañía ferroviaria sin horarios? Los horarios son imprescindibles para coordinar el uso de la infraestructura, las vías, estaciones y todo lo que comporta ese sistema. E igual sucede con aeropuertos, fábricas, producción de electricidad, hospitales y muchas otras cosas, que se mueven en esferas de orden y eficiencia particulares para asegurar su propio funcionamiento. Los empleados de cada organización se ocupan de ello con sus rutinas, manuales de procedimiento y cosas así.

Sin embargo cuando mezclamos unas cosas con otras empieza el deterioro. A nivel de horarios y sobre todo de calendario, otro escalón de los horarios, en España nos inclinamos por la intermitencia, Lee el resto de esta entrada »

El mayor disgusto que me llevé durante la mili fue cuando en una clase de gimnasia me robaron las botas. O mejor dicho, me las cambiaron. Las dejé en el vestuario mientras me hacían saltar el potro y cosas así y cuando regresé a vestirme un desaprensivo me había “mangado” mis lustrosas botas de instrucción Segarra, made in Vall’Uxó y me había dejado en su lugar otras, sucias y hechas polvo. Me gustaban mis botas. Eran de un cuero agradecido al betún, que todos los cueros lo son, pero unos más que otros.

Han pasado unos cuantos años y de los zapatos me sigue gustando la comodidad, que sean estancos y que agradezcan el betún. Todo cosas un poco demodées. En cambio confieso que desde el punto de vista de la moda no presto gran atención.

Pero, habiendo pasado en Alicante media vida, me siento con cierta obligación de mirar al sector del calzado y sus padecimientos. Leo en la prensa que la alemana Puma, que lleva 30 años en Elche, se marcha: 160 desempleados más. Hace unos meses Adidas cerró su filial Reebok. En cambio, paso unas páginas y en el mismo periódico me encuentro con la historia del Vale do Rio dos Sinos, en el estado brasileño de Rio Grande do Sul. São Leopoldo, que es la capital de esa región, es una pequeña ciudad, fundada por emigrantes alemanes en el siglo XIX, comparable a Elche (210.000 habitantes frente a los 230.000 de Elche). Al igual que Elche, São Leopoldo es un clúster del calzado, con más de 2.000 empresas en dos docenas de poblaciones del valle que fabrican más de un billón de pares de zapatos al año (España fabrica 106 millones -2008-). Si yo fuera industrial zapatero, me daría una vuelta por allí a ver qué hacen estos chicos brasileños, que me parece que es algo más que jugar al fútbol, como demuestra la web de su Universidad de Unisinos.

Porque lo del descenso de la industria del calzado en España es algo que habrá que parar con algo más que autobombo. Si mira uno la web de “Fashion from Spain” piensa, por el tono, que todo va bien. La balanza “zapatera” -2009- no está mal, con exportaciones de € 1.696 millones frente a importaciones de € 1.785 millones, cobertura 95%. Pero si se profundiza en la cifras se percibe el declive: el valor de nuestras exportaciones en 2009 ha sido un 21% inferior al de 2002; en 2008 desaparecieron 240 empresas (-11%, en un año) y 2.000 empleos, el precio por par exportado está estancado en el entorno de 17 euros. En Europa, la situación es parecida (-13% de empleo entre 2004 y 2006, últimas cifras de Eurostat pero seguro que la tendencia sigue). Europa consume unos 3 billones de zapatos por año -6 por habitante de media-, de los que el 84% se importa de fuera de la UE. De ese 84% (2.509 millones de pares), el 92,7% viene de China, Vietnam, Indonesia, India, Brasil y Túnez. En España, entre lo que importamos, 326 millones de pares, hay un 73% de China, a ¡€ 2,59 el par! Imposible competir. Así que las importaciones van a seguir y la clave está en aumentar, no disminuir, nuestra exportación a base, sobre todo, de subir el precio por par.

¿Cómo hacerlo? Pues entre las empresas que parece que van a más están gente como Camper, que lo hace a base de innovación (“Concebir la innovación como un saber hacer, como el espíritu de la marca, como una tradición”) y distribución activa a través de tiendas propias en 70 países y 3.800 puntos de venta en el mundo. Y bueno, también se salva mi paisano Manolo Blahnik porque vende zapatos de 800 euros en sus 26 tiendas acreditadas en Japón, por ejemplo. Pero es el total del sector el que necesita innovar si quiere sobrevivir, leer mucho más a la demanda, desarrollar marketing propio, trabajar sus cadenas de producción y distribución. La etapa de Puma y Rebook se acabó, ya no podemos pretender ser los fabricantes de las marcas mundiales, ahora las marcas tienen que ser nuestras. Se trata de innovar de verdad. Me vale la cita de Sala-i-Martin:

“Innovation is the name of the game. However, innovation is sometimes confused with research and development in high-tech sector. Innovation is needed in every sector, it usually occurs in small steps, and is generally not pushed by publicly funded R&D but by participants in the production process, namely employees, and by close supplier-customer discussions. Innovation requires societies that not only have new ideas but implement them, and this requires the right kind of education system encouraging critical thinking and creativity, particularly at university level» (European Union 2nd High level conference on Industrial Competitiveness. «The role of policy and markets in difficult times: What have we learnt, where do we go?». 26 April 2010, Brussels)

Hacen falta más Fluxás y más Blahniks. Porque si no, nos puede pasar como a Chaplin.

* «Walk in Progress» es una denominación comercial de tiendas Camper.

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Lo siento, pero no encuentro una foto más apropiada que ésta de Playtex...

Confieso que me estoy metiendo en un charco de considerables dimensiones al atreverme a hablar de moda. Porque, si pudiera, mi indumentaria permanente serían unos pantalones y una camiseta viejos, unas alpargatas y un sombrero de paja. Y por ello debería bordear este charco y mantener seco mi calzado y el respeto por mí mismo, basado en procurar no opinar sobre aquello que no entiendo.

Pero el viernes pasado me topé en el periódico con dos pequeñas noticias contiguas. La una, el cierre de la planta de DB Apparel -fabricante de Playtex- en Mataró, con la triste consecuencia de que 93 personas se vayan al desempleo, “debido a las adversas condiciones de mercado”. La otra, que la cadena de moda Desigual facturó en 2009 un 85% más que el año anterior, hasta alcanzar los 300 millones de euros. ¿Condiciones adversas o condiciones favorables, en qué quedamos?

Pues en lo que parece que quedamos es en que en la fabricación de determinado tipo de cosas en Europa, entre ellas la ropa interior, ya sea Playtex para ellas o Abanderado para ellos, competir con los países de Extremo Oriente es muy complicado. Las empresas que no sólo se defienden, sino que triunfan, son aquellas que han convertido su negocio en una mezcla de análisis de mercado, diseño, controles de calidad y coste, comunicación, marketing, logística y distribución a través de redes extensas.

Desigual, a la que cita el segundo corto, sigue esos pasos. Me ha intrigado que su expansión se dirija sobre todo a Francia y Alemania. Si me dedicase a la cosa esta de la moda me metería a hacer un estudio en profundidad del sector, hablaría del salón The Brandery y del Bread & Butter y las nuevas tendencias para la tribu urbana. Hasta podría llegar a opinar sobre si son más trendy unos vaqueros viejos rotos o unos vaqueros nuevos rotos que parecen viejos. Pero lo que de verdad me interesa es la estrategia global, y para eso, y que me perdonen Mango, Primark y el resto, hay que estudiar a Inditex y a Hennes & Mauritz. Que como además son sociedades cotizadas cuentan bastante de lo suyo.

Fascinante contemplar la batalla de los dos colosos:

• Inditex. Ventas en 2009: € 11.084 millones (+9%). Beneficio neto: € 1.314 millones (+5%). Margen neto 11,85%. 4607 tiendas en 74 países, 92.301 empleados (+3,6%). 1.186 proveedores.
• Hennes & Mauritz. Ventas en 2009: € 10.314 millones (+14%). Beneficio neto: € 1,666 millones (+7%). Margen neto 16,15%. 1988 tiendas en 35 países, 53.476 empleados (+0%). 700 proveedores.

El personal de fabricación en Inditex supone el 1,3% del empleo. Pista sobre la producción local: los grandes renuncian a ella.

Tres grandes diferencias de estrategia:

1. Inditex basa su crecimiento en conceptos diferenciales para sus varios clientes objetivo (Zara, Pull and Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home, Uterqüe). H&M va a marca única.
2. Inditex es mucho más expansionista, 74 países en 22 años desde su salida de España (Oporto en 1988), H&M, 35 países desde su salida de Escandinavia (Londres en 1975). Aunque parece que se desperezan, que el nuevo CEO de 35 años algo anda tocando.
3. Inditex tiene vocación global y cuota baja en numerosos países, frente a H&M que concentra sus ventas en algunos países clave. Alemania supone el 25% de sus ventas y su negocio es esencialmente europeo. Tiene en ese país 362 tiendas, frente a 71 de Inditex. El segundo mercado, Francia. Ya empiezo a saber por qué Desigual ha elegido Alemania y Francia. Conste, ya lo he dicho, que de esto no entiendo, pero mírense la web de Desigual y tal vez piensen como yo que esa gente pueda dar guerra a H&M en Alemania.

En lo que ambas empresas coinciden es en que algo más del 80% de sus empleados son mujeres. Buena cosa.

Por ahora esa diferencia de estrategia se traduce en los últimos 5 años en: Inditex, ventas + 64,4%, H&M + 65,5%. Beneficio, Inditex +63,6%, H&M +77,2%. Diferencias cortas, pero parece que los suecos sacan una cierta ventaja. A medio y largo plazo, se verá.

En fin, ojalá el cuerpo a cuerpo entre los grandes siga, y ojalá los más pequeños tengan éxito en aventuras internacionales como ésta de la moda urbana y de los nuevos negocios basados en la distribución y la inteligencia en lugar de los telares de lanzadera. Hubiera sido deseable que todo sobreviviese, pero el mundo es otro. The Brandery, por ejemplo, acoge un encuentro internacional de blogueros sobre moda. Al que por cierto no me han invitado.

¿Y el resto de sectores productivos?. Pues ya saben: ¡aplíquense el cuento!

Bueno, y ahora voy a lo difícil: intentar explicar a mi esposa porque llevo tanto rato aquí en el ordenador mirando chicas en ropa interior…

Poster-pursuithappynessConfieso que cuando se decidió que las Olimpíadas de 2016 no fuesen en Madrid me alegré secretamente. No lo dije mucho así en caliente pero ahora que la cosa se ha enfriado creo que ya toca opinar con claridad.

Por una parte el rendimiento económico de los Juegos es más que dudoso. Difícil es echar las cuentas y fácil por tanto inclinar la hipotética balanza económica hacia donde más le interesa a cada uno. Pero me quedo con la sensación de que, en general, los Juegos Olímpicos cuestan más dinero del que producen. Vale que no consigues notoriedad y no te queda el “legado olímpico” y cosas así, pero sobre todo, deseaba que no se realizasen aquí por otro motivo: el coste de oportunidad. Nos íbamos a pasar unos años distraídos con obras olímpicas, medios de comunicación machacando el tema y el público más distraído aún.

Así que bien. Porque en lo que toca trabajar en Madrid no es en el deporte sino en los negocios.

Esta semana pasada el ruido ha venido aquí de la llamada Ley Beckham, que por su apodo cuenta naturalmente con la correspondiente resonancia. Por una vez doy la razón al Gobierno. Lee el resto de esta entrada »

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