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Hace unos meses estuve viendo el concierto homenaje a Plácido Domingo por su setenta cumpleaños. No sé cuántos millones de aplausos habrá recibido este hombre. Cincuenta años cantando en escenarios por el mundo entero y metiéndose en la piel de personajes tan dramáticos como Otelo parece que deberían haberle endurecido el corazón frente a cualquier halago. Que podría permitirse mirar al mundo desde un pedestal.
Pues no es así, Lee el resto de esta entrada »
Así pues, será interesante averiguar cuál es nuestro particular “Schwerpunkt”, el foco, el centro de gravedad que hay que combatir en esta crisis. Me ayuda el estudio “The Benefits of Fiscal Consolidation in Unchartered Waters”, que publicó precisamente ayer el Banco Central Europeo, co-firmado por su economista jefe, Jürgen Stark. El estudio versa sobre el grave problema del sobre-endeudamiento de las economías europeas (junto a otras occidentales). Diagnóstico sobre España: teníamos en 2009 una deuda total del 279% del PIB (140% las empresas, 86% las familias, 53% el estado). Desde 1999 nuestro endeudamiento ha crecido un 75%, frente al 29% de la Eurozona. Lee el resto de esta entrada »
Podemos sentir orgullo sobre ese programa. Como hoy día, por ejemplo, de Saber y Ganar, cuya pervivencia en antena durante más de trece años me reconforta al hacerme sentir que no estoy solo frente a la inanidad de mucho de lo que nos ofrece la caja. Desde sus principios la televisión ha utilizado este modelo de programa, de más o menos “relleno”, aunque alcanzando esporádicamente enorme popularidad. En los años cincuenta, Twenty One (el de la película “Quiz Show”), tuvo a Estados Unidos en vilo varios años. Magnus Magnusson, presentó Mastermind en el Reino Unido durante nada menos que veinticinco seguidos, entre 1972 y 1997. Y los españoles de mi generación seguramente no habrán olvidado a Secundino Gallego, “El Hombre de los Pájaros”, que parecía saberlo todo sobre ellos –incluyendo identificar a gran número por su canto, y seguro lo de las chalazas- y que tras su paso por Las Diez de Últimas se reconvirtió de bedel a conservador del Museo de Zoología de Barcelona, autor de libros y recibió la cruz de Alfonso X El Sabio.
Lo que está en juego en este uso honesto de la televisión, con más o menos componente espectáculo, Lee el resto de esta entrada »
Your online traces are helping fuel a revolution in the understanding of human behaviour – one that’s revealing the mathematical laws of our lives. De aquí arranca el artículo Social networks: The great tipping point test que firma Mark Buchanan en la revista New Scientist.
El asunto es fascinante. No es difícil imaginar, y hasta cierto punto temer, que nuestra constante interacción con Internet y la telefonía móvil deja una huella indeleble de nuestra actividad y nuestra forma de pensar. Nadie tiene claro dónde se encuentra el límite entre el beneficio o el posible perjuicio, modelo 1984, para la sociedad global. Pero lo que sí está claro es que estamos en un proceso imparable cuya velocidad crece de forma exponencial.
El artículo analiza como los sociólogos están intentando asimilar este nuevo territorio, con una cantidad de información tan masiva como supone, pensando sólo en Facebook, más de 400 millones de usuarios volcando de forma continua cosas tan sencillas como “me gusta esto” o enganchándose a Farmville.
Buchanan cita dos o tres ejemplos especialmente interesantes:
Por medio de la posición de nuestro teléfono móvil, también cuando está apagado, es posible saber dónde estamos en todo momento. Nada que no sospecháramos ya. Pero es que cuando se ponen en práctica modelos predictivos, se descubre que no sólo “alguien” –who?- sabe dónde estamos, sino también dónde vamos a estar en los próximos días o semanas, con más del 90% de probabilidad. Incluso cuando viajamos fuera de nuestra ciudad en un viaje de trabajo o vacaciones que a nosotros mismos nos parece ocasional.
Los sociólogos, por su lado, han analizado los gustos por la música o el cine a través de los comentarios de Twitter descubriendo que la popularidad de una canción o película está condicionada de una parte por la elección individual pero en una parte muy importante por las opiniones de los demás, que hoy se ven potentemente reforzadas por las redes sociales. De tal modo que lo que muchos creemos que son “nuestros gustos”, ya no lo son tanto, sino que han sido adulterados por la permanente recepción de señales de nuestro grupo de referencia, ya sea por edad, por amistad u otro. La formación de opinión por los medios convencionales, prensa por ejemplo, ha sido sustituida por la masa de simples “me gusta esto” que recibimos a diario, cada vez con menos posibilidad de defensa.
¿Qué hacer? Pues en la esfera individual, yo creo que intentar discriminar, de manera que sin renunciar a la educación y la opinión de personas más ilustradas que nosotros, seamos capaces de internalizar esa masa de opinión bruta que se nos presenta y saberla procesar para nuestro disfrute o beneficio.
Y en el ámbito empresarial, aplicar de forma clara aquello de “if you cannot beat them, join them”. De la misma manera que Hollywood es capaz de predecir con enorme exactitud la recaudación de una película por el número y tono de los mensajes de Twitter en los días inmediatos a su estreno, todos tenemos que aprender a vivir con estas nuevas herramientas. Nos tendremos que acostumbrar, por ejemplo, a que de igual manera que hay chicos y chicas que se conocen por Internet y acaban formando una familia, nuestras relaciones profesionales con clientes y proveedores están cambiando en profundidad y la habilidad de conocernos, estrechar lazos de trabajo y encontrar oportunidades de negocio se va a basar en muchas ocasiones exclusivamente en Internet y sus herramientas.
Nuestro cliente tiene que saber quiénes somos. Y nosotros tenemos que saber quién es nuestro cliente. Good data is like gold dust, dice Buchanan. Y habrá que ser bueno, porque cuando se es bueno, la gente ahí fuera te verá como muy bueno, y cuando seas malo, exactamente lo contrario. Así que hay que preocuparse cada vez más por la reputación y por la opinión pública, cada vez más pública. Estrechemos y cuidemos nuestro network virtual.
El info@ ha muerto.
Una pequeña película de culto para los que tenemos debilidad por los trenes. Los aficionados reconocerán el título. En inglés, por si sirve de pista, es “Train Birds”, aunque no es una buena traducción, porque se pierde el juego del alemán: “pájaros de tren” y “aves de paso” que es el verdadero significado. Aparte de su faceta romántica o policíaca la película se apoya en una curiosa competición: conseguir viajar a través de Europa de la forma más rápida combinando las rutas de trenes de diferentes países, con la ayuda de las guías horarias de sus respectivas compañías ferroviarias. Para acabar en Inari, un pequeño pueblo en la Laponia finlandesa, que resulta que no tiene estación de tren. La película elabora la cuestión de si es preferible la vida más rápida o la mejor, cosa que yo a estas alturas ya tengo claro y tiene un regusto de “roadmovie” ferroviaria con el que se disfruta.
Pero más que el disfrute, lo que me interesa hoy es lo de los horarios. Y lo de las aves de paso. Que son dos cosas que están relacionadas, porque en ambas subyace el orden y la eficiencia. ¿Se imaginan una compañía ferroviaria sin horarios? Los horarios son imprescindibles para coordinar el uso de la infraestructura, las vías, estaciones y todo lo que comporta ese sistema. E igual sucede con aeropuertos, fábricas, producción de electricidad, hospitales y muchas otras cosas, que se mueven en esferas de orden y eficiencia particulares para asegurar su propio funcionamiento. Los empleados de cada organización se ocupan de ello con sus rutinas, manuales de procedimiento y cosas así.
Sin embargo cuando mezclamos unas cosas con otras empieza el deterioro. A nivel de horarios y sobre todo de calendario, otro escalón de los horarios, en España nos inclinamos por la intermitencia, Lee el resto de esta entrada »
Este viernes empieza en Astana, la capital de Kazakhstan, la 51ª Olimpíada Internacional de Matemática –OIM-. Acudirán estudiantes de más de cien países a intentar llevarse medallas olímpicas resolviendo problemas matemáticos. España lleva participando en esa competición cada año sin interrupción desde 1983. Con los años hemos ido mejorando un poquito. En 1985 quedamos en el puesto 35 de 38 países. En el 2008, en que la sede fue Madrid, gozamos del efecto anfitrión y quedamos en el puesto 43 de 94 países. Nunca hemos obtenido una medalla de oro. Nuestro participante más laureado está en el puesto 1.543 de los 12.903 que han concursado todos estos años. Hugo Fernández Hervás, que obtuvo mención honorífica en 2005 y medalla de plata en 2006, puesto 52 de 498 participantes.
La cuestión es que nuestra participación nacional en esta olimpíada, que voluntariosamente coordina la Real Sociedad Matemática Española no puede recibir otro calificativo más propio que el de mediocre. Equipo de media tabla, nunca nos hemos acercado ni de lejos a los puestos de “UEFA”. Partiendo de la base de que los de “Champion” están copados y son inasequibles: China (1-1-2)*, número 1 en 14 de las últimas 20 olimpíadas y 2 en 4 más; Rusia (3-2-1); Estados Unidos (6-3-5); Corea del Sur (4-4-3) y Japón (2-11-6). Alemania, fuerte. Italia, bien. Francia, Reino Unido, discretos, aunque desde luego siempre por encima de España. Llama la atención la mejora notoria de Perú (24-17-32) o Brasil (17-16-24) en los tres últimos años. La propia Kazakhstan (27-25-28), tierra de cosacos, tiene resultados muchos mejores que los nuestros (55-43-66). Claro que en Kazakhstan hace en invierno un frío que pela, no hay playa y seguro que la gente no se lo pasa tan bien como nosotros en vacaciones. Y además, que yo sepa, no están en octavos del mundial de fútbol.
*Las cifras entre paréntesis son la posición del país en el medallero de los años (2009-2008-2007)
Lo anterior me lleva a pensar en el tema de las vacaciones escolares. Y me consta que si en este blog se ha colado como lector algún estudiante de bachillerato, o como se llame ahora ESO, me va a maldecir. Lo que opino, ya lo saben de otras veces, es que los estudiantes no estudian bastante. No sólo porque estudiar cansa, sino porque el sistema no les aprieta. Y si dudan vuelvan a leer esto desde el principio. Estamos agarrados a lo de los 175 días lectivos por un montón de intereses creados o derechos adquiridos, con la consecuencia de que quienes nos tendrían que sacar de la crisis en próximos años están cantando aquello de “cuando calienta el sol, aquí en la playa…” o cosas semejantes más de moda. Tres meses.
Mientras tanto, los estudiantes brasileños -ojo a Brasil- curran un 14% más, 200 días y los japoneses un… 39% más, 243 días. Y aunque todo no son días en el instituto, sí deberíamos aceptar que exista una relación lógica entre esfuerzo y resultado.
Además, a propósito de los tres meses de vacaciones veraniegas, quienes entienden (la John Hopkins University por ejemplo), demuestran que los largos períodos de vacaciones hacen no sólo que los estudiantes no avancen, sino que los hace retroceder en su conocimiento. La gente se olvida, por falta de ejercicio neuronal durante largos períodos.
Así que parece que la fórmula recomendable son menos vacaciones, más frecuentes y más cortas. Es de pura lógica, más en las circunstancias actuales, que haya que aumentar la cantidad y calidad de educación, más días, y aumentar la presión, o el estímulo, social, mediático, el que se quiera, para que los jóvenes españoles se sacudan la arena y nos ayuden a salir del lío.
Y a propósito de estímulo, los premios que otorga la Real Sociedad Matemática Española, financiados por la Subdirección General de Becas y Promoción Educativa del Ministerio de Educación y Ciencia, a quienes nos van a representar en esta competición son de € 750. O sea, hagan números, los seis representantes que estarán volando seguramente hacia Astana a defender nuestro prestigio se han embolsado € 4.500 entre todos. No me extraña que el déficit del Estado esté como está. ¡Con estos derroches!
Deberíamos hacer más caso a este señor:
«…Lo cual no puede parecer presunción si se advierte que, por no haber en matemáticas más que una verdad en cada cosa, el que la halla sabe acerca de ella todo lo que se puede saber; y que, por ejemplo, un niño que sabe aritmética y hace una suma conforme a las reglas, puede estar seguro de haber descubierto, respecto a la suma que examinaba, todo cuanto el espíritu humano puede hallar; porque el método que enseña a seguir el orden verdadero y a enumerar exactamente todas las circunstancias de lo que se busca, contiene todo lo que confiere certeza a las reglas de la aritmética». René Descartes, El Discurso del Método, 1637.
Al principio corrió la noticia de que el volcán pudiese ser de tipo “peleano” y que llegara a generar una mortífera nube ardiente como la que mató a casi 30.000 personas en Martinica en 1902. Pero afortunadamente no fue así, el volcán solamente se pasó mes y poco –oficialmente hasta el 3 de agosto de 1949- echando humo, cenizas y lava muy líquida que fluyó hacia el mar, no causó víctimas y generó en cambio un espectáculo diario para todos los palmeros que se quisieron acercar a contemplar el encuentro dramático entre la lava y el mar.
Años después cursé la asignatura de geología en la Universidad de Valencia, de rebote como tantas cosas en mi vida, y tuve la suerte de recibir la enseñanza de Don Manuel Martel, un ilustre geólogo que luego fue rector de la Universidad de Alcalá de Henares y académico de la Real Academia de Farmacia. Don Manuel era también palmero, de la villa de Mazo. Tenía pues, pese a no ser vulcanólogo como tal, una natural vocación hacia el tema, que me contagió en parte al regalarme su libro “El Volcán de San Juan”. Aquí al lado, junto al libro, tengo un trozo de lava petrificada de mi isla, que me sirve para tenerla presente y para recordarme que la corteza terrestre tiene una incurable tendencia a no estarse quieta. Y recuerdo además con aprecio a Don Manuel porque me puso un notable a final de curso, no sé bien si por la mineralogía o por la paisanía.
Este año hemos tenido un incidente volcánico relativamente menor, aunque ha causado un disturbio importante. El volcán Eyjafjallajokull –que digo yo que ya podían estos islandeses hacer como nosotros y ponerle un nombre pronunciable, para entendernos-, lleva un par de meses arrojando materiales a la atmósfera, que han complicado las cosas a muchos viajeros y causado pérdidas millonarias a las compañías aéreas, al turismo y a todo lo que tiene que ver con mover aviones.
Y aunque lo de ponerle la cincha a las fuerzas profundas de la Naturaleza es tarea imposible, trabajar en la predicción, por difícil que sea, se impone. Saben los geólogos que la sismología y la vulcanología son ciencias conexas, o la misma, y por ello me preocupa cuando leo hoy que nos estamos quedando en España sin vulcanólogos. Que los que hay, encabezados por Francisco Anguita, se están jubilando y no están siendo reemplazados. ¿Por qué? Sencillo, porque no hay dinero para eso. Y en época de recortes me imagino que todavía menos. Pues pese a los recortes, o en medio de los recortes, hay cosas en las que un país con una zona manifiestamente volcánica en su territorio no debería escatimar, como es el estudio de esta ciencia. La Palma tiene el mayor cráter emergido del mundo, la Caldera de Taburiente, ha tenido múltiples erupciones en su historia reciente, la última la del Teneguía en 1971 y es la tercera isla del mundo de más altura con relación a su superficie. Como tal, una isla de sismología y vulcanología a seguir. La creación de un “centro de vulcanología” en Canarias, como sostiene el Colegio Oficial de Geólogos, debería ser no solamente un mecanismo de estudio y previsión, sino un vivero de reemplazo, de ampliación realmente, de una clase científica en la que España no debería quedarse en la media, sino apuntar a la excelencia. Para beneficio propio y de la Humanidad en su conjunto.
Y a propósito de dinero, leo que “La Roja”, según Fútbol Finance, es la selección de fútbol más cara del mundo, valorada en 565 millones de euros por la “tasación” de sus jugadores, por encima de Brasil (515 millones), Francia, Inglaterra, Italia y otros pringaos que no se pueden permitir jugadores como los nuestros.
Lo cual me parece normal porque, al fin y al cabo, entre la fuerza de un volcán y la del fútbol, no sé claro quién se lleva… «la palma”. Krakatoas aparte, claro.
Otro día hablaremos de Astronomía y el Roque de los Muchachos…
Lectura recomendada: Pompeya, de Robert Harris
Me siento como un espectador en una pelea de marineros borrachos en una taberna del puerto. Todo lo que escucho son insensateces sobre nuestro pasado y nuestro presente, que desde luego no nos van a sacar del lío en el que estamos. Así que vuelvo a mirar al futuro desde el presente.
Me sirve la iniciativa del gobierno USA de hacer llegar Internet a 100 Mbps a 100 millones de hogares para el año 2020. Y Google anda ya instalando Internet a 1Gbps, instantáneo diría yo. He tenido que pedir que me explicasen lo del espectro radioeléctrico para entender mejor esto de las relaciones entre radio, televisión, telefonía móvil, el horno de micro-ondas en que me caliento la leche o los rayos X del aeropuerto. Afortunadamente tengo un yerno astrónomo –no todo el mundo puede decir lo mismo- y me ha dado un cursillo acelerado, cuyas conclusiones no me atrevo a repetir por si me lee y se da cuenta de lo inútil de su esfuerzo.
Lo que me concierne, realmente, no es tanto el soporte tecnológico, sino el énfasis estratégico que está poniendo el gobierno americano sobre Internet. Porque la parte polémica del plan es que pretenden ampliar la banda ancha a costa de sus vecinas espectrales, televisión y telefonía móvil. O sea que apuestan porque la demanda de Internet va a crecer más que estas otras formas de comunicación. Y yo creo que están en lo cierto. Porque de la básica unilateralidad de la televisión y la básica bilateralidad de la telefonía hemos pasado a la fundamental multilateralidad de Internet, que se está desarrollando de forma vertiginosa.
La sociedad española se tiene que aprender esto todo lo deprisa que pueda. Leí el mes pasado que en febrero de 2010 Twitter había alcanzado los 10.000.000.000 de “tweets”, sí, diez mil millones en un mes (Infographics of the Day: The Path to 10 Billion Tweets). En 2009 Twitter creció de algo así como 5 millones de usuarios a 80 millones. Y acabo de escuchar que ya son, somos, 100 millones. ¿Es un juguete para chiquillos que se dicen tonterías entre ellos todo el tiempo?
Esta noche he oído de refilón que Navarra tiene la mitad de desempleo, el 10,5% o así, que la media del total de España. He intentado buscarle la relación al tema a través de Twitter, mirando las cuentas de Twitter de diferentes entidades financieras, españolas e internacionales. ¿Adivinan quién está a la cabeza en España? Pues sí: la Caja de Ahorros de Navarra. Para los que no estén familiarizados, el principio de Twitter es la multilateralidad de los mensajes y la trasmisión vírica de la información. “Yo te sigo a ti, porque tú me sigues a mí, y espero que tú le digas sobre mí a los demás, porque yo les diré a los demás sobre ti”. Así multiplicado. O sea que un índice de la apuesta que se hace por el sistema es “a cuánta gente sigo y cuánta gente me sigue a mí”, unido a cuánta información –tweets limitados a 140 caracteres- genero. O sea 1393/1501/3097, que es el índice de la Caja Navarra, quiere decir que ellos siguen a 1393 personas –o compañías-, 1501 les siguen a ellos y han generado 3097 noticias. ¿Y Caja Madrid?: 0/11/0. Y en cambio el Banco Sabadell: 692/844/4009. ¿Y La Caixa?: 0/31/1. ¿Y quién en Latinoamérica va bien? Por ejemplo, Chile. O sea, Banco de Chile: 2779/4273/743. No les aburro con más cifras, salvo aclarar que tomé todos estos datos hace cosa de un mes y los he revisado hoy para no mentir, y me he encontrado con crecimientos del entorno del 20%. Mensual.
Un amigo me dijo una vez que el mundo realmente da tres vueltas cada día, pero las da tan deprisa que nos parece sólo una. Con el multilateralismo está pasando algo parecido. Mientras aquí se pelean los marineros discutiendo sobre una guerra de hace setenta u ochenta años, el mundo da tres vueltas. Yo quisiera dejarles con la sospecha de que existe una relación entre progreso y pensamiento multilateral y que el mundo global nos exige que adaptemos nuestras estrategias a esa nueva forma de pensar. La tecnología ya la tenemos, evolucionando a una velocidad más rápida de lo que somos capaces de asimilar. ¿Y la actitud? Eso no sé. Tal vez cuando estemos sobrios… si no es demasiado tarde.
P.S. Por cierto, prometo ocuparme más de mis cuentas de Twitter: OldZano y WOForum.
Lectura relacionada: Blog de World Office Forum, Big Bang 2.0
Decía Delibes que del Derecho Mercantil aprendió a apreciar la concisión, la claridad y la nitidez. Porque además de maestro de las letras, fue también catedrático en esa materia. Así que estoy seguro de que no le va a importar el que de paso que le rindo humilde homenaje, aproveche para escribir sobre el camino del español por el mundo de la economía.
Nuestra exportación se concentra sobre todo en Europa. Nuestra internacionalización, en Europa y Latinoamérica. Proximidad y comunidad de idioma son facilidades que deben aprovecharse. Si pensamos en nuestros grandes bancos o Telefónica, es lógico que se hayan expandido por Latinoamérica, porque el idioma común permite el arranque casi inmediato de sistemas de gerencia e integración en nuevos mercados.
A partir de ahí se empieza a complicar la cosa. Aparte de lenguas autóctonas, los países africanos hablan mayoritariamente francés o inglés. Los árabes, árabe o inglés. India, inglés. El sudeste asiático, idiomas locales más francés o inglés. China, chino. El español está ausente. Y estaremos todos de acuerdo en que para entenderse con los clientes lo primero que hace falta es un idioma común. Y lo mismo aplica a una política exterior realmente efectiva.
Para eso, en teoría, está el Instituto Cervantes. Creo que es interesante su perspectiva frente al British Council, La Francophonie y el Goethe Institut. De las cuatro instituciones, la española, la británica y la alemana se centran en la enseñanza del idioma como clave del intercambio cultural. La Francophonie no es tanto un vehículo de expansión como una comunidad de conservación del idioma en los países francófonos, lo que merece otro artículo. El Goethe Institut, pese a que teóricamente es una organización cultural, funciona en la práctica como un centro de enseñanza y titulación de profesores.
Pero con quien de verdad hay que competir es con el inglés:
• El British Council -BC-, que está en más de 100 países, tiene 193 sedes (73% fuera de Europa). Presupuesto € 612 millones (35% aportación del presupuesto del estado británico). 300.000 alumnos en los 70 centros que imparten clases.
• Frente al Instituto Cervantes -IC-, presente en 41 países, que tiene 69 sedes (51% fuera de Europa). Presupuesto € 101 millones (89% aportación del presupuesto del estado español). 120.000 alumnos.
La comparativa de ambas plataformas de promoción de idioma y cultura me lleva a algunas sugerencias:
1. Hay que meter a la ciencia en la fórmula. El enfoque del IC es sobre todo cultural y literario -de cierto tono arcaico-. El del BC cultural y científico. Titulares del IC son “Quevedo y la Crítica” o “El Arciprese de Hita”. Los del BC “The CO2 Early Warning System” o “The Electronic Brain”.
2. En la presencia de IC, Europa es prácticamente el 50% (22 de 41 países, 34 de 69 sedes). Muchos de esos países, como Eslovaquia por ejemplo son, con todo el cariño, mercados irrelevantes para España. En cambio estamos ausentes de Pakistán -165 millones de habitantes, el BC tiene 7 centros- o de Nigeria (148 millones). O tenemos dos centros en Polonia y sólo uno en la India. En Palestina el BC tiene 5 centros. En Afganistán tenemos 778 soldados. ¿Qué tal si les mandamos algunos maestros?
3. Idioma de acceso a la web. El BC es multilingüe (incluyendo catalán y euskera en España). El Goethe Institut realiza su oferta en una docena larga de idiomas. El IC está sólo en español.
4. China. El BC tiene un portal especializado para China (www.englishonline.org.cn) recién creado y que dicen que ya cuenta con más de 30.000 usuarios registrados. El IC tiene dos únicas sedes en China (en Italia cuatro).
5. Difusión por Internet. Al analizar estas cosas me he autoimpuesto el test FT. No del Financial Times, no. El de Facebook-Twitter. Tanto El Goethe Institut como el BC tienen esas redes perfectamente estructuradas y controladas con perfiles institucionales. Cuando preguntas en Facebook te sale el Instituto Cervantes, el de Tokio, que enlaza con otro en el que te cuenta lo que es el Instituto Cervantes… ¡en italiano! En Twitter está pero con acceso “Bibliotecas IC” que despista bastante. 308 seguidores.
En suma, opino que la Sra. Carmen Caffarel se tiene que remangar y plantear un gran re-enfoque. Y el resto del Patronato de esta institución, empezando por el Rey Juan Carlos y el Sr. Rodríguez Zapatero (que por cierto no sé qué pinta de presidente ejecutivo de esto) y siguiendo por los ministros de Exteriores, Educación y Cultura deberían echarle una pensada seria al papel que tiene que jugar el español en nuestra política y economía exterior. Y recuerden: claridad y nitidez. Y urgencia, porque ganar nuevos mercados es una asignatura de primer rango.
¿Do you read me?











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