Salí el día de Navidad por la mañana, una excepción soleada a las últimas jornadas de lluvia persistente. Esperaba cruzarme con algún papá jugando con un coche de radio-control mientras su hijo le reclamaba que el juguete era suyo, con niñas en sus primeros pasos sobre patines… pero la calle me pareció la escena de una novela de Saramago. ¿Saben de ésa en que el mundo entero se queda ciego? Pues yo me imaginé algo semejante: ¡no había niños! El mundo eran todo personas ancianas paseando perritos. Al volver a casa puse la televisión: efectivamente, estaban desapareciendo los niños, que eran sustituidos por perritos. Al principio no nos habíamos dado cuenta, pero cada vez iban naciendo menos, las maternidades habían ido cerrando, sobraban colegios. Y los ancianos vivían cada vez más, el negocio del futuro era criar chihuahas… Pero bueno, como era Navidad me pegué un lingotazo de coñac y parece que se me pasó la alucinación.
Pero anoche lo vi claro. Escuché en la radio a la señora Margarita Delgado, que es una doctora en sociología, especialista en demografía, que trabaja para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Habla sobre fecundidad y trayectoria laboral de las mujeres. Me hace entender que no alucino, que de verdad está pasando, que los niños desaparecen. En pocos minutos suelta unas pocas referencias clave:
• En 1985, un tercio de los niños eran terceros hijos. En 2006, menos del 10%. Lo que todos sabemos, donde era típico que las parejas tuviesen tres o cuatro hijos, hoy son uno o dos. O ninguno.
• España está en la cola de Europa en ayuda a la familia y a la maternidad, junto a Grecia e Italia.
• Con 29,4 años de edad media, también estamos en la cola en cuando a primeras maternidades, junto a Grecia, Reino Unido y Suiza.
• Tenemos una tasa de fecundidad de algo menos de 1,4 hijos por mujer. Aunque ha repuntado algo desde 1,2 de hace diez años, seguimos por debajo de la reposición.
La señora Delgado propone tres frentes de actuación:
1. Más ayuda estatal. Reconociendo la crisis, el crecimiento demográfico está en la base de la economía del futuro. Si no reponemos, nos caemos.
2. Más ayuda de la empresa: fomentar las bajas paternales. Que las empresas, y los hombres, acepten que es natural que “ellos” tomen la baja para cuidar de los hijos y permitir que las mujeres no sufran tanto en su desarrollo profesional.
3. Más ayuda en el seno de la familia: que los hombres participen más en las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, algo en lo que seguimos por detrás, también, de los países con mayor fecundidad.
No quiero apropiarme más de las conclusiones de la señora Delgado, pero las dejo explícitas, porque me parece que tienen un montón de sentido.
No cita, en la radio al menos, que nos quedan algunos pequeños problemas adicionales a resolver, como el desempleo juvenil, que mal pueden muchos jóvenes plantearse la paternidad si no tienen trabajo o seguridad en el mismo. O el de la vivienda, con el que pasa cosa parecida, cómo vas a formar un hogar si no tienes casa.
A partir de todo ello, podría meterme en honduras, como la coincidencia de esta cuestión, que es grave, con políticas oficiales sobre el aborto, cuyas cifras se disparan, el sexo juvenil o la distribución de preservativos con cargo a los presupuestos, pero la verdad es que no me apetece. Al fin y al cabo es domingo por la mañana y estoy aquí escuchando a Nat King Cole. Y además tengo que salir a pasear al perro…
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