…estamos en un charco de 325.000 millones, subiendo de nivel. Es la deuda de las inmobiliarias con la banca. Puede parecer un problema limitado a las inmobiliarias y sus bancos o cajas. Pero es de todos, porque mientras no se resuelva, la ventanilla del crédito va a estar cerradilla. Parece que las inmobiliarias no pueden pagar ni siquiera los intereses de esa deuda, que el Sr. Santos González, ejecutivo del Banco de Santander y presidente de la Asociación Hipotecaria –AHE-, cifra en 15.000 millones al año. Y dice que no le ve salida y que la cuestión pone en peligro la propia viabilidad de la banca. Yo le creo.

Mientras tanto, la Asociación de Promotores y Constructores de España –APCE- defiende a los promotores, ardua labor, el Ministerio de la Vivienda quiere que la banca financie el Plan Estatal de Vivienda y Rehabilitación, el Banco de España no quiere intervenir más entidades y la carpeta del FROB –que tampoco parece la solución a esto- anda traspapelada por algún despacho de Bruselas. Perdices varias mareadas.

Cierto que a la dificultad económica que supone el tamaño del problema, se añade la dificultad política de vender al personal cualquier socialización de las pérdidas. Porque se adivina que “el pueblo” sospecha que los promotores se han forrado, con la ayuda de los bancos, y que mientras reclaman que les ayuden siguen conduciendo sus Ferraris o Maseratis. Y que en consecuencia hay que dejarles que sufran.

Pero va a haber que encontrar una solución, que me temo que va a tener que pasar por un “banco malo” que adquiera y amortice activos a muy largo plazo, mal que pueda parecer injusto. Porque sin bancos no se puede vivir. Por si no lo sabían. Pero habrá que arbitrar de forma muy clarita a qué precio –minusvalías presentes- venden las entidades sus activos y cómo se hacen cargo de las minusvalías futuras. Y las entidades que no resistan esa cuenta tendrán que ser engullidas por otras o desaparecer. Esto es lo que va a suceder y, o se hace de golpe, o sucede por la fuerza de los hechos. Lo que yo tengo claro es que esto solo no se arregla.

Mirando al futuro habrá que cambiar algunas cosas:

1. Mejor información entre el sistema financiero y el Banco de España. No creo que nadie sepa bien, o si lo saben no lo dicen, qué activos soportan esos 325.000 millones de deuda: suelos urbanos, suelos en transformación, inmuebles nuevos acabados, inmuebles a medias, inmuebles usados, residencial, comercial, de todo. En el futuro el supervisor tendrá que tener más claras las grandes masas de diferentes tipos de financiación inmobiliaria. “Antes de”, no “después de”.

2. Más información sobre el mercado de suelo. La estadística de precios de suelo del Ministerio de la Vivienda, por ejemplo, por más que obedece a un método (Alonso Luengo, Gómez Riocerezo y Merino Jara, 2006), carece de segmentaciones imprescindibles. Así, contempla la estratificación geográfica o por superficie, pero ignora la edificabilidad o la calificación, lo que la convierte en un mero índice tendencial en el que además no se desvela el número de operaciones que someten los registradores, que actualmente presumo pocas y en consecuencia poco representativas.

3. Regulación del urbanismo. Los municipios han tenido manga ancha para generar suelo sin base demográfica que sustentase sus planes, utilizando este recurso para financiar sus gastos corrientes. No creo que nadie sepa cuánta población acogerían las viviendas a construir en los suelos incursos en planes aprobados o en trámite a nivel nacional.

4. Mejora científica del urbanismo. La elaboración de los Planes Generales de Ordenación Urbana ha estado encomendada a arquitectos, en general sin suficiente fundamento o competencias en los ámbitos demográfico –personal o de empresas- o hidrográfico, por ejemplo, o a abogados urbanistas, sin suficiente capacidad técnica planificadora. La aprobación de los PGOU, a los hechos me remito, ha sido tratada como un proceso jurídico-administrativo, con estimaciones de crecimiento de población infundadas.

5. Mejora de la supervisión bancaria a las entidades financieras y ordenación de la política de crédito, de las cajas de ahorros en particular. Resulta que no era tan buena nuestra disciplina, que ha permitido la masiva financiación de suelo o concentraciones de riesgo descabelladas.

6. En cuanto a los promotores de hoy, muchos, hay quien dice que la mayoría, no se va a salvar. Tal vez esté bien que sea así. Como mejor se aprende, es la ley del capitalismo, es arruinándose. Los promotores del inmobiliario próximo, porque seguirán haciendo falta viviendas, probablemente sean otros.

Por cierto, escucho que el primer ministro haitiano pide 2.000 millones de euros para reconstruir su país. Ya valdría la pena que alguien le diera un cheque a aquella pobre gente. Total entre 325.000 y 327.000 millones igual el banco malo no se da ni cuenta…

Y en cuanto al charco… pues si no salimos, ¡siempre podemos bailar!