Simpático, pero historia

Al poco de llegar a Inglaterra en 1977 me tuve que examinar para poder conducir. Yo ya tenía carnet desde 1965 pero la ley allí establecía que, si ibas a residir en el país, a los seis meses de estancia debías remplazarlo por uno indígena. No tenía mucho sentido, porque lo probable es que la bofetada te la pegases precisamente en esos primeros meses, al entrar en el primer roundabout con eso del lado cambiado. Pero como soy un chico disciplinado me apunté a una academia. Me vino a recoger un tal señor Taffarelli, con un Morris 1100 que tenía el eje del volante mirando al centro del coche y la palanca de cambios a la zurda, claro. Le dije con suficiencia que yo llevaba doce años conduciendo y tenía miles de kilómetros en mis neumáticos. Me pidió que condujese alrededor de la manzana. Cuando nos detuvimos le pregunté: ¿qué tal, eh? ¿a que lo hago todo bien? Me contestó algo así como “tutto sbagliato”: ¡lo hace usted todo mal!

Bueno, la cuestión es que tomé doce clases, me examiné, me suspendieron, me volví a examinar y finalmente aprobé. Mi mujer, que estaba en el mismo caso que yo, aprobó a la primera, lo que en casa me ha servido de recordatorio intermitente de la pobre base de la arrogancia masculina en eso de conducir.

Todo esto va a cuento de que de los varios exámenes de conducir con que me enfrenté el siglo pasado se me han quedado un par de cosas grabadas, aparte de lo de no soltar el embrague de golpe. Una es la de mirar siempre bastante por delante. En parte es instintivo pero es bueno ejercitarse en ello. La otra es lo de la visión periférica. Todos la tenemos, pero conviene tener un cierto método en su uso, que es por lo que me suspendieron los ingleses. Los examinadores son maniáticos con los retrovisores y les tienes que demostrar que miras, antes, durante y después de la maniobra. No vale aquello de, “sí cariño, ya lo había visto”.

Cosas que serían de utilidad para el debate este económico que tenemos ahora. Porque estamos todos muy concentrados con lo de pisar el embrague y que no se cale el coche, pero hay que mirar a lo lejos y alrededor. Pensar en cómo estaremos dentro de veinte, treinta, cuarenta años. No sólo es el medio ambiente lo importante para nuestros hijos y nietos.

Pensando en la distancia he encontrado la página del Groningen Growth and Development Centre, de la Universidad de Groninga en Holanda, especializado en el estudio de las cuentas nacionales del mundo entero y sus comparaciones geográficas e históricas siguiendo la iniciativa del profesor Angus Madisson. Interesante ver que España alcanzó su pico en la economía mundial entre 1600 y 1700 con el imperio en Latinoamérica. España representaba entonces, según la técnica empleada por Maddison, el 2,1% y 2,2% respectivamente del PIB mundial. A partir de ahí, declive, repunte, declive. 1,9% en 1820, 2% en 1870, 1,7% en 1913 (tardía Revolución Industrial), 1,3% en 1950 (autarquía, resaca de la Guerra Civil), 1,9% en 1973, 1,7% en 1998. Por ahí andaremos hoy, con tendencia a la baja porque Asia y América crecen notablemente más deprisa que Europa. Ya no tenemos, ni tendremos colonias. Muchos de los tránsitos de riqueza guerrera no se repetirán, por fortuna. Ahora hay que ganarse la posición pacíficamente. Y tendremos que plantearnos qué trozo del pastel queremos tener dentro de 50 años por ejemplo, en un mundo en el que Europa será un continente envejecido, con un 30% de personas mayores de 65 años (¡y un 12%, o sea 60 millones de personas, mayores de 80 años…!). El futuro está en los continentes jóvenes, donde estará el consumo y es cada vez más urgente que nos posicionemos. Mirar alrededor y buscar mercados donde hoy sólo tenemos problemas, incluidos secuestros estereofónicos.

Por eso cuando me hablan de si estamos en una crisis en V, en U, o en L, y me preguntan si creo que vamos a salir el 2011 o en 2012, pienso que eso importa, pero es lo de menos, porque lo que nos estamos jugando no son los próximos dos o tres años, sino la posición de España en el mundo globalizado del siglo XXI. Y cuando oigo que el cambio de modelo económico se va a diseñar con la ayuda de los sindicatos y no veo por ninguna parte un esfuerzo decidido por la educación, pienso… “tutto sbagliato!”

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