Esperanza y conflicto...

Esperanza y conflicto...

Por casa hemos tenido un acuario dando guerra submarina durante unos años, pero hasta hoy no me había yo enterado ni a medias sobre este pececillo. Resulta que el pez cebra, o Danio rerio, un animalito de unos cinco centímetros de talla adulta, comparte más del 80% de su genoma con nosotros, lo cual, unido a su economía y velocidad de reproducción, le ha situado en la no muy envidiable situación de convertirse en lo que algunos denominan el “animal de laboratorio del siglo XXI”.

Ayer, un representante del Gobierno Vasco anunciaba que Biobide, una empresa dedicada al “testado masivo automatizado” de nuevos fármacos utilizando al pez cebra, presentaba concurso de acreedores. Una primera resonancia mediática es que de Biobide es socio Genetrix, y de Genetrix… Cristina Garmendia, la Ministra de Ciencia y Tecnología. De ahí naturalmente el morbo de la historia. Parece que Genetrix, que es el mayor accionista, con el 28,17%, no quiere o no puede poner más dinero y de ahí aflora que parte del capital de Biobide tiene origen público o semi-público por la presencia de la Diputación de Guipúzcoa (24,88%). El resto del capital es de genoma vasco y lo forman el fondo del Gobierno Vasco para Inversión de Empresas Digitales (21,02%) y Corporación Mondragón (25,93%).

Las raíces científicas de Biobide están en el Salk Institute de La Jolla (California), fundado por Jonas Salk, descubridor de la vacuna contra la polio, en 1.960. Juan Carlos Aizpisúa, que es presidente del Comité Científico Asesor de Biobide, es profesor en el Salk Institute, y Carles Callol y Ainhoa Letamendia que son dos de los tres directores científicos de Biobide, han pasado por Salk. Así que credenciales no faltan. Por el Salk Institute ha pasado también, por cierto, Elizabeth Blackburn, la Nobel de Medicina de este año.

En Genetrix nos encontramos de nuevo al profesor Aizpisúa y a Margarita Salas, así que aquí tampoco parecen faltar cabezas pensantes. Genetrix es una empresa singular, especie de holding que se define a sí misma como un vehículo facilitador de un intermedio entre el capital semilla y el venture capital para empresas de biotecnología. No parece haber motivo para no darle todas las bendiciones en esta España nuestra.

Que Biobide llegue a presentar concurso –que algún desmentido hay por ahí- parece lamentable, sobre todo cuando se habla de tres millones de eurillos.

Yo, con ministra o sin ella, extraigo algunas conclusiones:

1. Los negocios de esta gente son buena cosa para nuestro país.
2. La incógnita de si el negocio de Biobide es viable o no a corto plazo. Si lo de los pececillos tiene su fundamento, la financiación debería conseguirse.
3. Que Genetrix haga su trabajo buscando financiación pública –tiene de hecho una persona dedicada en exclusiva a ese cometido- es correcto.

Pero se me generan algunas dudas:

1. El estatuto de algunas entidades públicas debería impedir que invirtiesen en proyectos empresariales, por más beneficiosos que puedan parecer. A priori la presencia de una diputación en una empresa de biotecnología me parece cuanto menos exótica. Yo creo que las diputaciones están para otras cosas, que posiblemente haya que definir mejor. Y lo mismo es de aplicación para ayuntamientos, comunidades autónomas y demás entes públicos que van a su aire.
2. El control de estas inversiones debería hacerse ex-ante, no ex-post. O sea sin esperar a si las cosas salen bien o mal.
3. Hacen falta mecanismos que aseguren que no existe, en cualquier negocio, clientelismo, amiguismo, nepotismo u otros ismos varios por parte de los poderes públicos. Y sí, los nacionalismos también pueden enturbiar las decisiones.
4. Para todo ello hace falta transparencia. Es obligado un registro público nacional de todas las inversiones, financiaciones o subvenciones que se hagan a empresas privadas con dinero público de cualquier procedencia.

Resolvámoslo, porque el testimonio de Jonas Salk a la entrada de su Instituto me parece hoy de aplicación imprescindible: «Hope lies in dreams, in imagination and in the courage of those who dare to make dreams into reality» (La esperanza está en los sueños, en la imaginación y en el valor de aquellos que se atreven a convertir los sueños en realidad).

Salk Institute de Louis Kahn, sana envidia...

Salk Institute de Louis Kahn, sana envidia...

Sobre la sede del Salk Institute. El complejo que aloja al Instituto es una obra notable del arquitecto Louis Kahn y consiste en dos estructuras espejo con un total de 29 edificios de 6 plantas, de las que 3 en cada caso alojan laboratorios de diferentes especialidades.

¿Podremos soñar en España en algo parecido?