Elías Metchnikoff nació en Járkov (Ucrania) en 1.845. A los 22 años era profesor de la universidad de Odessa y en 1.888 se trasladó a París a trabajar en el Instituto Pasteur, del que a partir de 1.895 sería subdirector. Metchnikoff, bacteriólogo, descubrió la fagocitosis y por ello recibió el Nobel de medicina en 1.908 y fue el primero en relacionar los bacterias de la leche ácida o LAB, que contiene el yogur, con sus beneficios para la función intestinal y la prevención del envejecimiento.

Daniel Carasso, Danon para su padre, fallecido el diecisiete de mayo pasado a los 103 años de edad, nació en Salónica (hoy Grecia, entonces Turquía) y siendo todavía un chaval presenció la fundación de Danone por su padre. Isaac Carasso, judío sefardita, que se había afincado en Barcelona y conocido el fundamento científico de los trabajos de Metchnikoff, judío igualmente, vislumbró su futuro comercial y empezó a fabricar yogures y a venderlos en las farmacias. En recuerdo de aquella primera aventura empresarial Danone acaba de abrir en la Diagonal de Barcelona su primera “yogurtería”. Daniel Carasso ha sido, además de un gran empresario, una confirmación directa de la ayuda del yogur para una longevidad activa.

Tras fallecer Isaac Carasso en 1.929, Daniel se hizo cargo de la compañía y creó en París una nueva sede que pasaría a convertirse en la cabecera del grupo. Hoy Groupe Danone es la primera empresa mundial de productos lácteos, con € 15.220 millones de ventas (+19,1%) y € 1.313 millones de beneficio neto (+10,8%). O sea que de crisis no mucho. Con el 52% de sus ventas fuera de Europa Occidental, Danone es un grupo sin duda a seguir como modelo en la industria agroalimentaria global: alianzas para crecer (Gervais y BSN), diversificación geográfica, constante renovación de marcas, adquisiciones estratégicas y segmentos de producto de alto valor añadido, como la alimentación médica.

En contraste con esa historia, lo que escucho en nuestro país no anima demasiado. El consumo interno cae y tiran la leche a las alcantarillas. Central Lechera Asturiana reconoce las dificultades que las MDD –marcas de distribuidor o marcas blancas- le están causando. Leche Pascual, que dice no producir para MDD, está en pérdidas y acaba de presentar un ERE para 225 trabajadores. Puleva, bajo el paraguas de nuestro gigante nacional Ebro Puleva, ha visto descender sus ventas un -5,5% en 2.008. En Clesa, del grupo Dhul, a su vez Nueva Rumasa, que no ofrece cifras de negocio desagregadas, no sospecho enorme bonanza por el momento. En suma, tenemos un grupo de compañías lácteas que tienen escasa apertura internacional, lo que confirma el que ni Central Lechera Asturiana, ni Puleva, ni Clesa hablen de nada que no sea España en sus respectivas páginas web o que el “International Site” de Pascual de como últimas referencias en cuanto a promoción internacional (o cifras de negocio) las del año 2.004. La que parece más activa es Industrias Lácteas Asturianas, propietaria de la marca Reny Picot, con fábricas en Portugal, Francia, Polonia, México, Estados Unidos y China. Habrá que seguirles a ver cómo les va.

Me interesa esto de la leche, aunque realmente entiendo algo más de vino, porque conecta con otra realidad: nuestro planeta Tierra viene creciendo en población a razón de unos 1.000.000.000 de personas cada 12 años en los últimos cincuenta. O sea que en 1.960 éramos unos 3.000 millones de terrícolas y ahora casi 7.000. Y aunque el crecimiento parece que está frenando, la ONU estima que en 2.050 seremos (si alcanzo la edad del Sr. Carasso o serán en otro caso) unos 9.000 millones. Y además 6 de cada 7 de esas personas vivirán en países no desarrollados. Y TODA ESA GENTE TIENE QUE COMER Y BEBER.

Ahí hay una oportunidad para las industrias agroalimentarias. Ebro Puleva parece entenderlo con sus movimientos en el mercado del arroz y la pasta –la de comer, de la otra el movimiento ha sido en el Grupo SOS-, tiene tamaño para posicionarse globalmente y su cuenta de resultados de 2.008 muestra que es un buen negocio anti-cíclico. Pero nos hacen falta más campeones nacionales con vocación global, tipo Unilever, Nestlé o la propia Danone, con más tamaño para competir.

Una cuestión de la que el Gobierno habla poco es de la necesidad de un intenso proceso de internacionalización de nuestras empresas. Y las agroalimentarias deberían ser una prioridad. Ahí debe aplicarse todo el estímulo fiscal posible y favorecer las inversiones en países emergentes, además de dar el tratamiento más favorable a la regulación de la Deducción por Actividades Exportadoras –DAEX-, ampliándola de forma clara a los establecimientos en el extranjero de empresas españolas.

A mis amigos mercadotécnicos y a la gente de esta industria les recomiendo miren el Economic and Social Report 2008 de Danone. Un excelente documento.

¿Entero o desnatado?