A principio de los años noventa pasé una mala racha. Me despidieron de una empresa de forma inopinada y nos encontramos de repente en un atasco económico como el que estarán pasando hoy en día cientos de miles de personas. Con hipoteca, los chicos estudiando, a tope de gasto y con la familia completa dependiendo de mi único y desaparecido sueldo. Tardé unos cuatro o cinco meses en encontrar un nuevo empleo, pero confieso que hubo algún día de esos en que me quedé en pijama hasta mediodía sumido en un “¿y ahora qué hago?”

Desde entonces pienso a menudo en por qué algunas personas les cuesta mucho más que a otras encontrar trabajo. Y a algún amigo, cuya inteligencia me consta, le está costando.

En mi vida profesional habré entrevistado a algún que otro centenar de personas que buscaban un empleo. Nunca me entrenaron formalmente para ese cometido y he aprendido algo tocando de oído y supongo que errando a un lado y a otro. Seguramente no he contratado a gente que habría trabajado bien. Y desde luego he contratado a muchos empleados sobre los que, o bien pensaba que no iban a resultar totalmente provechosos y han sido estupendos, o viceversa. Medir y desmenuzar la actitud y la aptitud de un candidato a un puesto de trabajo no es nada fácil. Y cuando se juzga a una persona que está “abajo” hay que meter también eso en el juicio.

He intentado enterarme de cómo trata el INEM esta cuestión y he estado un rato estudiando su página web. He sacado la conclusión de que ese servicio no está preparado para re-entrenar a los desempleados, sino para contarlos y pagarles, desde un punto de vista puramente administrativo. Con 8.163 empleados, el INEM dispone de algo así como una persona para cada cuatrocientos y pico desempleados, lo que hace sospechar que con el ritmo actual de crecimiento poco puede hacer la gente del INEM más allá de lo que ya hacen. A menos que se separen más recursos específicos que se destinen no a contar y pagar, sino a entrenar. Lo del pescado y la caña de pescar.

Yo creo que las personas incorporamos una especie de ADN laboral, conformado por nuestro propio carácter, tesón y la inclinación al trabajo más o menos duro, herencia probablemente de lo que hayamos podido ver en nuestra familia o escuela. Se trata de nuestra actitud. Y nuestra educación y nuestra experiencia profesional forman parte de nuestras aptitudes. Y todo ello se desarrolla en un sustrato básico de inteligencia, la pura y la emocional. El carácter, la actitud ante el trabajo, la educación, la experiencia y la inteligencia pura y emocional componen esa especie de código genético laboral, por el que unas personas triunfan profesionalmente y otras no. Muchas de esas cosas no se pueden cambiar, pero otras sí.

William Moulton Marston desarrolló en su libro de 1928 Emotions of Normal People lo que se conoce como el DISC Assessment. Sostenía Moulton Marston que las personas nos enfrentamos al trabajo con una actitud ya formada en nuestra tierna infancia y que es relativamente inmutable. De forma muy simplificada, en un extremo de su sistema DISC situaba a los “high S-C” o givers, aquellas personas cuya inclinación profesional es trabajar en lo que básicamente se les dice que hagan y cuyo ideal profesional es atenerse a reglas, disciplina, seguridad y un cierto “ritmo” laboral. En el otro extremo se situarían los “high D-I” o takers, uno de cuyos principales roles profesionales se puede resumir en trabajar en que los demás trabajen. Gerentes o empresarios. Yo estoy bastante de acuerdo con este señor en que estos genes actitudinales no son fáciles de manipular.

Pero en cambio sí que creo que el resto del “código” es manipulable, y que sea cual sea nuestra actitud se puede trabajar en mejorarla. Sería interesante que se dedicara más esfuerzo, al tiempo que se trabaja sobre las aptitudes, a descubrir frentes débiles en la actitud de las personas sin empleo y se les ayudase a mejorarlos. Y al tiempo se les entrenase en la trasmisión de esas actitudes para conseguir pasar de ese primer y duro escalón en conseguir el empleo que se busca.

You only get one chance to make a first impression…

Por cierto, en la web del INEM hay una sugestiva sección llamada “Catálogo de Ocupaciones de Difícil Cobertura, Segundo Trimestre 2009”. En Albacete y Cuenca la única demanda es de pastor, de ovejas o cabras, supongo. Todo lo demás ya está pillado. Así que por si acaso me estoy preparando el avío y aprovecho para colocar aquí a Miguel Aceves Mejía, que ya tenía yo ganas…