Hoy he tenido que tomar un tren tempranero. Así que estaba en el metro a las seis y media, compartiendo bostezos con unos cuantos, no muchos, colegas de fatigas. Emigrantes y bastantes más mujeres, supongo que con poca conciliación, que hombres. Es la clase trabajadora tal vez más agobiada, una parte de la que parece que se quiere proteger, aunque sospecho que la mayoría tienen trabajos más o menos precarios y la protección les llega poco. No muchos oficinistas, al menos en apariencia. Me gustaría gozar de una perspectiva menos urbanita, pero en el río de la vida me he perdido la visión de los pueblos, del campo, que me hubieran permitido adivinar otro entorno y otro tiempo.
Algo me ayuda un bonito libro que cae en mis manos sobre oficios artesanales valencianos: el ceramista, el cerero, el escobero, el pirotécnico, el espartero y cosas así. Muchos oficios ya extintos que nunca han viajado en metro. Me fijo en el trabajo de cantero, que debe ser uno de los duros de verdad, antes y ahora. Antes seguro que más. El cantero de antes trabajaba de lunes a sábado, colgado de una cuerda en la cantera, lloviéndole en cara y ojos esquirlas de piedra, arromando cinceles y cortafríos día sí y día también. Las noches al herrero a afilar las herramientas. Los domingos por la mañana a ordenar la cantera. “Los días de frío y lluvia son mejores porque el sol abrasador de verano es mucho peor y además la piedra húmeda está más blanda…”.
Pienso en los que trabajamos a cubierto hoy en día. “La temperatura de la oficina está a 20º, debían ser 21º…”, cafecito. Arranque a las nueve, o nueve y cuarto que el metro venía muy mal. El viernes a las doce el correo electrónico se empieza a parar, interesante índice. Nos hemos ganado derechos y comodidades porque las máquinas y las leyes laborales de la socialdemocracia han hecho que en buena parte del mundo occidental, y en Europa en particular, los trabajadores podamos disfrutar del estado del bienestar. El mensaje que nos llega, ayer sin ir más lejos es: “relax…”. La gente se lo cree menos que a medias. Prueba de ello es que el absentismo disminuye de forma notable.
Yo sigo con bastante interés al profesor Cuadrado Roura y por eso soy de los que no se creen lo del relax, ni a medias. En el artículo que manejo cita al Nobel de Economía 2008, Paul Krugman: “El problema consiste en que la productividad es siempre el resultado conjunto de un buen número de factores en los que no es posible dar saltos a corto plazo”. Así que tenemos batalla para largo. Gobierno y sociedad tenemos que entender que si vivimos en un país con moneda fuerte, que no podemos mover, para bajar el coste de nuestros productos, o bajamos los salarios o subimos la productividad. Y como evidentemente nadie quiere que le bajen su salario, la única manera es a través de la productividad, que es cuestión, sobre todo, de empresas y trabajadores.
El Gobierno debería entender esto, ya que le sobran economistas y asesores. Al bloquear la flexibilidad en el empleo dice que está haciendo justicia social porque asegura el trabajo a aquellos que tienen contratos fijos de larga duración. Pero no parece entender que el aumento de la productividad va de la mano de permitir que las empresas reciclen su fuerza laboral y den entrada a trabajadores a menudo más jóvenes y en muchas ocasiones, no nos engañemos, con más ganas de trabajar.
Así que mientras la productividad en el largo plazo mejora o no, la sociedad española, y que me perdonen los que ya lo están haciendo, debe simplemente trabajar algo más, debe mejorar sus hábitos, empezar más temprano –y si hace falta acabar más temprano, que lo que importa es el balance-, las películas o programas de gran audiencia de la televisión no pueden acabar pasada la medianoche, probablemente recuperar los viernes por la tarde, que ya sé que duele. Y reprogramar el verano para que la economía siga funcionando sin empezar a frenar a principios de julio y no recuperar la plena marcha hasta mediados de septiembre. Porque me temo que si dejamos que los demás avancen mientras nosotros tomamos el sol, vamos a acabar picando piedra. Y ya saben que las piedras con sol están mucho más duras…
¿Relax? Todo lo contrario, ¡zafarrancho de combate!: «In case you didn’t know, it’s an alarm, you’re not on a pleasure cruise!»
A mi amigo Lars, con quien he compartido Das Boot, Billie Holiday y unas poquitas horas extra…
2 comentarios
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febrero 11, 2009 a 3:28 PM
Manuel from Berlin
Estimado Jorge,
que alegría me da seguir tu blog y comprobar que con sentido común y sin hacer comentarios hirientes a ningún gobierno en especial, ves la realidad de España de manera cristalina (a mi humilde entender, claro está). Lástima que los españoles no tengamos espíritu de autocrítica, ni que queramos entender que de ésta no salimos como no nos demos cuenta rápido. Pero claro, con la mentalidad de: «en cuanto pase esta crisis, vuelvo a invertir en un pisito barato en la costa, que luego subiran un 15% anual y me forro de nuevo» no vamos a ningún lado….y más aún cuando eso no se va a cumplir de nuevo «ni harto de vino», pero tenemos que ver la sangre para darnos cuenta que tenemos una herida crónica….espero que despiertes más conciencias con tu blog. Desde Alemania, te animo y te saludo. Por cierto, hoy he asistido a una subasta de pisos aquí (Berlín): piso de 49 m2, de 1961, renovado, en barrio equivalente al Bº concepción (Madrid), en muy buen estado….precio final, 31.000 euros. Por si despierta tu curiosidad e interés, siéntete libre para contactar conmigo en cualquier momento.
febrero 13, 2009 a 11:54 AM
Pilar C. Soriano
A este párrafo: «Gobierno y sociedad tenemos que entender que si vivimos en un país con moneda fuerte, que no podemos mover, para bajar el coste de nuestros productos, o bajamos los salarios o subimos la productividad», permíteme añadir una tercera posibilidad, que las empresas acepten un beneficio menor que estos años atrás.
Todos tenemos que hacer esfuerzos. Coincido en que los viernes son un trámite presencial (por las mañanas ya se respira un aire de fin de semana), en que los meses de verano no suponga un paréntesis hueco en productividad y se paralice el país. Y en adoptar horarios europeos, que no suponen más horas, sino rendir las que se están.
Un ejercicio de responsabilidad por parte de todos.
(Que interesante la subasta de Berlín!)
¡Saludos!