letra de cambio+ Ihesus en Medina del Campo a III de noviembre de 1495 +
Pagad por esta primera de cambio para en fyn del mes de disiembre primero que viene a Eduardo Escaja e Bernardo de Grimaldo gynoveses estantes en Sevilla çiento e çincuenta e nueve mill e çiento e sesenta e quatro maravedís digo CLIXUCLXIIII por otros tantos que aquy he reçebido de Franco e Clemente Justiniano e Juan Bautista Cereso y ponerles a mi cuenta. Y Dios sea con todos. Álvaro de Soria CLIXUCLXIIII

Resistió la letra de cambio más de quinientos años pero, al menos en España, anda en extinción. Yo lo lamento. No a nivel personal, que bastantes he pagado, pero sí como instrumento.

Hace casi cuarenta años me pusieron de jefecillo de créditos en el Banco de Bilbao en Valencia. Allí llegué animoso y dispuesto a administrar eso que ahora está tan de moda por su ausencia: el crédito a las pymes. Me dieron un despacho en la cuarta planta, detrás del reloj de la fachada. Frente por frente con mi mesa, en un despacho como el mío y puerta por medio siempre abierta, se sentaba Paco Andrés. Era un hombre grande y pausado que me doblaba en años. Y llevaba media vida en su ocupación y se las sabía todas sobre la clientela del banco en Valencia. Si el cliente quería una póliza de crédito, un “financiero” o un aval, venían a mí. Si descontar una remesa de letras de cambio o ampliar su línea de descuento, a él. Sus clientes y los míos eran de hecho los mismos. Así que cuando un cliente se sentaba delante del novato, un servidor, lo hacía de espaldas a Paco, que le conocía perfectamente. Me contaban su historia, su proyecto de negocio, lo que les hacía falta y yo me quedaba medio convencido de acceder. Levantaba yo entonces la vista y por encima del hombro del cliente buscaba la mirada de Paco, que casi siempre había escuchado la conversación mientras repasaba remesas de letras. Éste me daba con un dedo su recomendación, “que no…”, o “puede…”. O sea un buen sistema digital de concesión de crédito… Y una tutoría que me ayudó mucho a entender esto del crédito sí o crédito no.

Pues bien, el sistema financiero en España está hoy como estaba yo en 1976, pensando en dar crédito, pero sin Paco. Porque yo tenía de los clientes balances, historias, proyectos y de todo ello sacaba una impresión. Pero Paco sabía mucho más: sabía quiénes eran los clientes de nuestro cliente y cómo le pagaban, lo que es la clave de cualquier negocio. Y no sólo sabía eso, sino que con su experiencia al expurgar remesas de letras para descontar, sabía qué clientes de nuestro cliente, los librados de las letras de cambio, no gustaban a nuestra competencia, porque sabía las marcas que sus equivalentes en otros bancos hacían al rechazar un efecto para su descuento. “Este librado no lo quiere el Popular, porque el jefe de cartera suyo le dobla la esquina superior derecha a las letras que rechaza…”. Artesanía imposible hoy, mientras pensamos en un futuro de bitcoins, pero “inteligencia” imprescindible para administrar el crédito.

Una empresa tiene un buen futuro si tiene buenos clientes y estos le pagan puntualmente. Si los buenos clientes compran es que la empresa tiene un buen producto y buenos precios. Y si le pagan puntualmente lo confirman: quieren asegurarse el suministro. La virtud del descuento de letras de cambio es que permite conocer ese devenir empresarial y valorar el negocio. Y este conocimiento es permanente y continuado, a través de personas como Paco Andrés, que vigilan la marcha del negocio semana a semana. Esta sensibilidad la ha perdido la banca al desaparecer la letra de cambio como sistema de administración de crédito.

Hoy, la banca está en la tesitura de entregar crédito a sus clientes sin conocer bien la marcha del negocio. Una póliza cuyo importe el cliente se puede gastar en lo que sea, sin que el banco sepa cómo va el negocio, se ve arriesgada. Y por eso el banco lo que quiere son garantías, que a menudo el cliente, la pyme, no tiene. Ergo no hay crédito. La deriva de la banca de estos últimos años hacia financiar exclusivamente en base a garantías y certificados de tasación, sobre todo al negocio inmobiliario, tiene mucho que ver con esa falta de conocimiento del negocio. Yo creo que es imprescindible recuperar un sistema que permita a la banca volver a tomar el pulso de los negocios de sus pequeños clientes y administrar su relación de una forma más cercana, poniendo a las garantías en su posición, de apoyo, no de exclusivo soporte. Y que el descuento de letras de cambio es una solución.

No sé si será una letra física o una criptoletra, pero se echa de menos.