De chaval mantuve un breve romance con las “maquinitas”, aquéllas que como único premio ofrecían partidas gratis, en medio de numerosos timbrazos, luces, pings y pongs. No teníamos Play Station y había que irse al bar más cercano a desahogar el vicio. Hoy en el sitio de aquel Bar Nuevo (famoso por sus tordos fritos y por cierto nada nuevo) hay una sucursal de La Caixa. Tal como sucedió en toda España, bancos y cajas coparon lo mejor de cada pueblo o ciudad, desplazando a establecimientos populares de sus ubicaciones históricas, talonario en mano.

Fue la “bancarización” de nuestra sociedad, la mayor del mundo, con 40.194 oficinas de bancos y cajas a junio de 2.009. O sea unas 90 oficinas por 100.000 habitantes, frente a las alrededor de 50 de muchos países europeos o las 30 de Estados Unidos. Ahora parece probable que empecemos de nuevo a ver bares, Nuevos, en lugar de bancos. Nunca he comido tordos y hace algún tiempo que no juego a las maquinitas, pero ya veremos qué se me ocurre. Aunque, pensándolo bien, también dicen que hay unos 300.000 bares. ¡Ya no sé qué hacer!

Porque el problema es que simultáneamente con esta “desbancarización” en ciernes, a la que llevan inexorablemente las fusiones y las cuentas de resultados renqueantes de muchas entidades financieras, se ha producido otro fenómeno en los últimos veinticinco años o así, cual es el cambio de nuestro modelo comercial, o sea pequeño comercio versus centro comercial.

Yo en ese tema he estado siempre bastante decantado hacia la libertad de establecimiento y horarios, competencia y cosas así, pero no dejo de percibir que empezamos a tener un problema serio con el curso que está tomando el comercio minorista. Que en muchos casos parece conducir a su extinción. Me inquieta, cuando paso por calles céntricas de muchas ciudades, el creciente número de locales vacíos con comercios y negocios que han cerrado. Y que sin embargo se sigan generando en las periferias nuevos locales de obra nueva, que en muchos casos permanecen largo tiempo en bruto y sin uso, o lo tienen efímero.

No sé si es esto...

No sé si es esto...

El cierre de oficinas bancarias (¿5.000, 10.000?) va a aumentar ese problema, ante el que parece recomendable, mientras salimos de la crisis, tomar algunas medidas:

• Estimular el urbanismo comercial y realizar más políticas activas de recuperación del centro de las ciudades. Una política beligerante de peatonalización y creación de áreas de paseo y compra de muchas zonas sería muy beneficiosa en muchas ciudades, muy en particular en aquéllas con cascos históricos importantes como Sevilla, Granada, Toledo, Segovia, Santiago de Compostela y seguro que muchas más.

• En los planes generales debería irse desterrando la fórmula clásica de locales en planta baja para todos los edificios en altura. Es una realidad que desde hace años ese volumen de edificación está en general infrautilizado y conduce, a quienes se establecen en esos locales en las periferias de las ciudades, a un alto nivel de fracasos empresariales. Deberían, en cambio, favorecerse proyectos que incluyan viviendas en planta baja, lo que implica que la arquitectura revise conceptos muy arraigados de la mezcla de usos de los edificios en altura.

• Fomentar la creación de parques comerciales de proximidad en zona urbana, que permitan que el comercio local se agrupe y defienda con promoción y gastos y gestión común.

• Generar líneas de transporte urbano basadas en la utilidad de las mismas para el comercio, en cooperación con las asociaciones de comerciantes y echándole, si se puede pedir, un poco de imaginación. La idea de que el automóvil es el rey no tiene por qué ser la mejor.

... o es esto (Universal Studios Citywalk)

... o es esto (Universal Studios Citywalk)

Mientras eso no suceda, se va a seguir agravando el problema y veremos una creciente polarización del inmobiliario comercial, o sea que los locales en las mejores zonas, no susceptibles de ampliación como tales, verán una demanda constante o incluso creciente en la post-crisis, y el resto de locales en zonas de expansión están destinados a la desocupación y la penuria.

La verdad es cuando comparo el modelo británico, con una abundancia y concentración del pequeño comercio local en calles de gran movimiento, y el modelo americano, en que para tomarte una hamburguesa hay que coger el coche y conducir a un “mall”, me quedo con el británico. Se come igual de mal, pero por lo menos hay dónde escoger.